lunes, 27 de abril de 2020

Ni tanto... ni tan calvo

Hoy voy a referirme a la templanza, que, junto con la prudencia, la fortaleza y la justicia, conformaban las muy promovidas, en el catolicismo, Virtudes Cardinales (aunque, todo hay que decirlo, parece ser que esas virtudes morales ya las había enunciado Platón), y que no es más que una 'cualidad humana que induce a hacer las cosas con moderación’. O sea, aplicando sabiamente el dicho del pueblo llano que intitula esta entrada.

Y voy a empezar exigiéndome, yo mismo, templanza, que últimamente me enrollo demasiado, recordándome que uno de mis primitivos objetivos enunciados en este Blog era el de ‘ser breve’. Así que hoy voy a 'ir de frente, en corto, y por derecho’, como se decía a los toreros, ya que es uno de los principios básicos de la Tauromaquia.

Este pasado domingo al fin se permitió salir del confinamiento a los niños de menos de 14 años. Una permisividad muy ‘light’, solo se puede salir una hora, solo a menos de un kilómetro de su casa, solo con un acompañante adulto, nada de parques, nada de juegos con otros niños… que, aún así, fue ampliamente seguida, como informa la prensa, y, al parecer, ampliamente quebrantada, viéndose parques bastante atiborrados, corros de madres y padres, bancos, al sol, llenos de gente, niños manoseando y pasándose un balón… etc.

Y hasta alguna pandilla de mozos y mocitas quinceañeros (que, los pobres, la verdad que incomprensiblemente, quedaron fuera de la ‘bula’ concedida). Con lo cual, ante el temido riesgo de incremento de contagios, los colectivos principalmente afectados, la gente de más de 70 años, y los sanitarios que se están partiendo el pecho, están que se suben por las paredes ante esas muestras de irresponsabilidad.

Y vi en el Twitter una curiosa foto, que me hizo meditar. Esta que pongo debajo.


El texto que la acompañaba decía, más o menos, ésto: No, no es que este soldado que carga el burro a sus espaldas sienta un gran amor por los animales. Es que, sencillamente, estaban cruzando un campo minado, y dejar suelto al burro, para que corriera alegremente, significaba el riesgo de poder  volar todos por los aires. 
Y concluía con un a modo de moraleja... ‘en los momentos de peligro, mantengan tranquilos a los burros’. 

Por tanto, tengamos la mente fría, acordémonos de la templanza y del dicho popular de ‘ni tanto… ni tan calvo’ que mencionaba al principio. (que, por cierto, igualmente debería aplicarse a ‘la autoridad’, también leí que un padre fue multado por ir por la acera con su hijo en bicicleta… y él en un patinete eléctrico.

Así que yo, hoy, me aplico el dicho… y acabo, que la anécdota de los ‘burros irresponsables’ tiene suficiente enjundia para no dejar esta entrada al Blog... ‘tan calva’.

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