domingo, 19 de abril de 2015

Sólido, Líquido y Gaseoso

Desde siempre (bueno, desde que empezaron a aparecer) he pensado que el cerebro humano es como un gran ordenador (que, al principio, incluso se les llamaba 'cerebros electrónicos'), con su disco duro (y sus particiones) para almacenaje de datos, su memoria RAM, para el  rápido acceso a las ideas almacenadas, su procesador central y hasta con sus 'periféricos' conectados, que no serían otra cosa que nuestros sentidos. E incluso funciona a impulsos eléctricos... y, por lo que he leído, el cerebro es un 'diseño universal', su estructura es similar en todos los animales.

Pero la convergencia de conceptos universales no acaba ahí: hoy me ha dado por pensar, por ejemplo, que nuestras ideas se identifican, en el cerebro, como los estados de la materia.

Y así, hay ideas 'en estado sólido', por naturaleza con una forma y volumen determinados, y resistentes a ser cambiados. Son lo que llamamos 'los valores', algunos naturales, la mayoría forjados en nuestra educación y en nuestro entorno cultural y familiar.

Luego están las 'ideas líquidas'. Fluyen libremente, lo que permite acomodarte a las circunstancias. Vamos que, como decía Bruce Lee...
“Empty your mind. Be formless, shapeless... like water. If you put water into a cup, it becomes the cup. You put water into a bottle and it becomes the bottle. You put it in a teapot, it becomes the teapot. Now, water can flow or it can crash. Be water, my friend”.
(bueno, yo diría que no hay que ser tan 'water', aunque si lo suficientemente inteligente para saber adaptarse, en cada momento, a las situaciones cambiantes. Que a todos los conviene ser 'pelín maniobrero' para sacar partido a la vida).

Y finalmente, están las ideas 'en estado gaseoso'. Estas son evanescentes, se pueden expandir y ocupar todo el volumen... o comprimirse (aunque, eso si, aumentando la presión). Pertenecen a este grupo los estados de ánimo, las ilusiones, las alegrias y las tristezas... y a veces un simple soplo las puede hacer desaparecer, o difuminarse...

Pero claro, los sólidos (las ideas en estado sólido) siempre se pueden romper, aunque sea a martillazos, con un serrucho... o hasta por caerse desde cierta altura, y además otra de sus características es que pueden ser compactos... o porosos, o duros o blandos, o rígidos o moldeables... Vamos que hay gente 'pa tóo', y sus 'valores', en estado sólido, dependen del material con el que están hechos. Ya lo decía Groucho Marx, 'estos son mis principios pero, si no le gustan, tengo otros'.

Y si vamos a las 'ideas líquidas' pues también hay que pensar que, como los líquidos, se pueden solidificar, congelar... o, en el otro extremo, evaporar.
En cuanto a las ideas gaseosas... aparte de que se las puede llevar el viento... las podemos tener aromáticas, placenteras... pero también fétidas.

Así que esto de los estados de la materia, aplicado a la mente humana, es, como la vida misma... muy 'personalizable' en cada individuo. Cuestión, en el fondo, de educación, y de ética.

Pero, por cierto, además del estado sólido, líquido o gaseoso, la ciencia dice que hay un cuarto estado: el estado plasmático.
Y esto del plasma entiendo que hay que referirlo al alma. Yo soy firme creyente de que lo que conocemos, en la cultura religiosa, por 'alma', no es más que un plasma que nos sobrevuela, eterno en el tiempo, y colectivo, con el que, en algún caso, se pueden establecer eventuales conexiones.

Y esto vendría vendría a explicar muchos fenómenos de espiritismo, de comunicación con seres queridos, de fenómenos paranormales, en suma... y hasta sería la explicación de la existencia de visionarios (da Vinci, Julio Verne...), de la precognición y de los famosos 'déjà vue' que todos hemos experimentado alguna vez: son conexiones puntuales de nuestro plasma individual con el plasma colectivo y atemporal que nos rodea.

Curiosos pensamientos... sin darme cuenta, menudo cacho teoría que he esbozado en esta entrada del Blog...

sábado, 11 de abril de 2015

Casco... y paraguas

Hoy me siento un poco mustio, quizás la astenia primaveral, y me dió por pensar en cuanta gente (amigos entrañables) de mi edad, o más jóvenes, ya han desaparecido y ahora son eso... nada más que un recuerdo. Así que me entraron ganas de escribir y este recuerdo... va por ellos.
En mis años mozos (bueno, y ahora...) pasaba los veranos en mi pueblo, costero, del Oriente de Asturias. Y nuestra pandilla era 'la de los veraneantes'. Entonces, que aún no había explotado el boom turístico en el Norte de España, el veraneo era largo (no la semana o quince días actuales), viajabas poco menos que hasta con baúles porque 'el Norte' era (y quizás es) un destino de descanso 'para ricos y jubiletas', en el sentido de que en 60 días tenías, y más o menos aleatoriamente, de todo: 15 magníficos, 20 nublados, 20 o 30 con lluvia y frío... y la convivencia era muy continuada.
Y éramos el 'alma mater' de las fiestas, que había muchas, en el sentido de que 'la pandilla de los veraneantes', que la formábamos, a menudo, más de 30 personas, animábamos el cotarro y, por decirlo así, abríamos (y cerrábamos...) las verbenas, kermesses, cenas americanas, guateques, etc, etc. Bueno, nuestra pandilla y, en roles diferenciados por la edad, la de los 'mayores' y la de los 'pequeños', que todos teníamos hermanos y hermanas... con los que no nos mezclábamos. Al menos por entonces, 2-4 años de diferencia, a los 16-20 son un mundo, y las pandillas se formaban con gente prácticamente coetánea.
(Luego, por cierto, con los años, nuestras chicas pasaban a ennoviarse y salir con 'los mayores'... y nosotros 'fichábamos' a las chicas de 'los pequeños'. Pero esta es otra historia).
El caso es que, como dije, me dió por recordar cuántos han desaparecido. Y son muchos: a vuelapluma... SergioP, RogelioM, JoaquínS, ManoloG, JulínG, Angel Juan, Jose MariaI, PacoF, PoppyG, TeresinaM, PiliG... 
Y, con el recuerdo, te invade una sensación de tristeza, porque fueron muchos años de disfrutar juntos unos veranos extensos e intensos, en la flor de la juventud y, aunque con el tiempo nos fuimos dispersando, y 'la pandilla' solo prosperó en esos tiempos (caramba, me viene a la mente aquella buena película... Verano del 42), la noticia... '¿sabes quien ha muerto?' siempre me llenó de tristeza, y me aflora el pensamiento de que ya las bombas caen a nuestra vera, y hay que empezar a usar casco... o paraguas.
A todos aquellos viejos amigos, y amigas, de juventud, ya desaparecidos, quiero dedicar esta entrada del Blog. Nuestras vidas discurrieron, en general, por muy diversos caminos, pero siempre queda en el recuerdo las vivencias de los buenos veranos disfrutados.
Dicho queda.
Y caramba, hacía más de un mes que no escribía en el Blog, y ahora me sabe mal dejarlo otro largo periodo con una última entrada tan mustia y cutre como ésta, así que me esforzaré en vencer la astenia primaveral, la nostalgia, la sensibilidad a flor de piel, o lo que puñetas sea... y levantar el ánimo con alguna entrada más 'positiva'.
Pero esto si que lo tengo claro: ya hay que estar... ¡Con casco y hasta con paraguas...!