martes, 21 de julio de 2015

Canción de Verano

Ya decia el año pasado que las bicicletas son para el verano... y los blogs para el invierno. Admiro a los blogueros-periodistas que escriben todas las semanas, incluso todos los días, una entrada a su blog. A mi es que, durante el verano, el 'caloret', la playa... me llena de molicie. Y es que en el Norte disfrutamos de unas temperaturas deliciosas que invitan a holgar... pero de verdad, porque toda España está turrándose entre los 25 y los 43 grados y aquí, en mi Asturias, Patria querida...aaa, en el Paraiso. 

Estaba yo, ayer, fumando mi pitillito post-desayuno, en la terraza de mi casa y oí una conversación en la calle (la moda de los telefonillos...) comentando '¡chica, esto es una maravilla, esta mañana hacía 17º y no pasamos de 24 o 25...!'

Así que, como me da vergüenza tener mis lucubraciones al pairo, voy a ver si hago un esfuerzo para escribir algo... de aquí a octubre, porque, desde que me jubilé, no fue hasta el muy habitualmente maravilloso inicio del otoño cuando me dije aquello de 'ay, monín, lo que te has perdido hasta ahora...' que me curó la inicial depresión de considerarme, ya, 'clase pasiva'. Y desde que descubrí esa época de días espléndidos, playas semivacías (¡los niños en el colegio y los currantes... en el curro!), mi veraneo suele durar por lo menos 3 meses, si no 100 días... para cargar bien las pilas en la playa y en largos paseos vespertinos.

Los paseos por la Naturaleza tienen su rutina: campo, bosque, paisajes costeros, campañas de recolección de moras, avellanas, higos, nueces, en octubre castañas... nada como caminar un par de horas disfrutando del atardecer... y de los frutos de la Madre Naturaleza.

Y, por otro lado, la sesión matutina de playa tiene sus propios encantos. Hubo un tiempo en que iba a la playa de 11 a 19,00, con bocatas y artilugios de natación (más bien de turismo submarino, incluido un fusil neumático por lo que surgiese...) pero hace tiempo que sustituí las sobredosis playeras por un modesto 'de 12,30 a 14,30', y en deliciosa playa urbana, a la que vas y vuelves en traje de baño... y así no tener que ir en coche con otros, habitualmente no coincidir sobre la hora de ir y de marchar, y acabar teniendo que amoldarte a intereses horarios 'de consenso' (o forzados)

Así que, lo mejor, playa cercana, donde puedes decir eso de 'vete yendo, que yo ahora voy' y/o, 'bueno, yo voy subiendo: ¿te preparo algo?' y te vas a tomar una cervecita.

Pero, seguramente por la edad, la playa, aparte del placer de nadar, me genera una profunda reflexión: que hay mozas que están buenísimas. Y, aparte de este pensamiento lineal, no dejo de dar vueltas a una idea: que algo hay en el cerebro de las mujeres que, desde el punto de vista socio-sexual, puede ser bastante controvertido: el exhibicionismo estival.

En efecto, aún sin hablar de los ya bastante comunes 'pechotes' al aire, los trajes de baño, las mínimas vestimentas, la alegre voluptuosidad tomando el sol... es algo que choca bastante con las actitudes femeninas del invierno, donde estoy seguro de que muchas mozas (y señoras) se avergonzarían si, verbi gratia, una racha de aire les hace enseñar las bragas y, desde luego, solo algunas (pienso yo) te atreverían a participar en un concurso de 'miss camiseta mojada'... salvo una previa y abundante estimulación etílica.
Bueno, o no... que esto se presta a pensar si, durante el verano, se activan ancestrales códigos sexuales y hay una palpable liberación de las ataduras a los modales que marca la tradición.

O quizás sea que nos encontramos en la antesala de la preponderancia femenina (vamos, como en las mitológicas tribus de amazonas), y remarcan sus libres iniciativas sexuales. Porque el macho, por muy ibérico que sea, es más comedido, en realidad solo exhibe su 'mampostán' en playas nudistas, incluso algunos muy educadamente, recuerdo que un día, en una de ellas, vino un francés que estaba tomando el sol a unos metros de nosotros, a preguntarnos por la hora... y previamente se puso el calzón. Comme il faut, claro.

El tema de estas liberalidades (o liberaciones) veraniegas, sobre todo de las mujeres, puede incitar a profundas consideraciones, bien dirigidas hacia el posible efecto estimulante de los más verticales rayos de sol, bien hacia un análisis antropológico sobre las ocultas llamadas sexuales que la Madre Naturaleza nos ha legado, y a diversos pensamientos sobre el comportamiento humano (real y potencialmente previsible).

Pero voy a dejarlo aquí, que ya he cubierto mi objetivo de crear una entrada al Blog (no así el inicial, de no enrollarme)... y no me importa mucho dejar un cierto tufillo rijoso... que después de todo esto no es más que una 'canción de verano'.