lunes, 24 de abril de 2017

As-salam alaykum

Osea, la paz sea contigo. A mi no me importaría nada saludar así, en mi ciudad, a un musulmán, o a cien musulmanes… si están integrados en nuestra sociedad, respetan nuestras costumbres (el famoso dicho de ‘donde fueres, haz lo que vieres’) y son, a todos los efectos, unos ciudadanos productivos más, respetuosos con las costumbres, las Normas y las Leyes. Después de todo cada uno es libre de elegir la religión que guste.

Pero no me gusta lo que estamos viendo. Porque lo que estamos viendo es que
a) Europa se va a convertir, muy próximamente, en un continente musulmán. Y, lo que es peor… de ‘inmigrantes’ musulmanes. Vamos, de ‘moritos’.
b) la no integración, incluso la radicalización, de los musulmanes, es muy palpable.

Respecto a lo primero… los números cantan: somos (los europeos 'de la vieja europa') una civilización con fecha de caducidad, cada vez más vieja, y con una tasa de fertilidad (número de nacimientos, por mujer), en media europea, de 1,4 (en España… del 1,1). Bajísima. Está muy estudiado que para perpetuarse un colectivo, su tasa de fertilidad ha de ser, al menos, de 2,1 y que por debajo de 1,9 (donde, claro, solo la mitad serían mujeres) tendería a extinguirse.

Y Europa se está llenando de emigrantes musulmanes: superan ya los 50 millones y se calcula que en 2030 superarán los 100 millones. Por cierto, en España hay, ahora, 2 millones. Menos mal que la mitad están en… Cataluña. Pero el caso es que, con una tasa de fertilidad de ¡8,1…! es la población más joven, y en Holanda, Bélgica y, posiblemente, Francia, el 50% de los actuales nacimientos ya son ‘de musulmanes’, lo que hace sospechar que en un futuro próximo podremos tener partidos políticos musulmanes que alcancen mayorías de gobierno.

Y respecto a lo segundo, la lacra de la radicalización… pues es la verdad, lo vemos todos los días. Como también vemos, sensu contrario, la radicalización ‘por defender lo nuestro’ en el panorama político de las naciones europeas.

Pero a estas alturas me apetece hacer un ‘inciso cultural’, por aclarar un poco esto de ‘los moritos’.
Bueno, para empezar, ‘los moros’, palabra que tanto usamos, no tienen nada que ver con los musulmanes, en realidad los moros, o ‘mouros’ no son más que los habitantes del antiguo Reino de Mauritania, que en tiempos romanos englobaba Marruecos, Argelia, Tunez, etc. Y tampoco tienen nada que ver con ‘los árabes’, claro. Ambos son (en general) musulmanes (o sea, mahometanos, porque todos consideran a Mahoma como su Profeta) pero también hay, por ejemplo, mucho musulmán de raza negra. O caucasiano, o turco, vamos. Y un apunte curioso: el Magreb (como también decimos para referirnos a los moros) viene del árabe ‘al-Magrib’ que significa ‘lugar donde se pone el sol’ o sea, el Poniente, que es como llamaban a la parte más occidental del reino árabe.

Por centrar ideas, el Islam (de ‘aslama’, aceptar, someterse… a Dios) es la religión que predicó Mahoma y musulmán (de ‘muslim’, el que se somete) es el que profesa esa religión islámica. E islámico todo lo referente al arte, cultura, etc y a los propios paises que tienen el Islam como religión mayoritaria (Hombre, aunque Guyana y Surinam, que están en America, o Albania, y Bosnia Herzegovina, no creo que lo sean).

Por cierto que, al igual que en el cristianismo hay diversas ‘iglesias’ (católicos, ortodoxos, anglicanos...), el Islam (que es otra ‘religión monoteísta abrahámica') también se bifurca, en este caso en suníes, chiitas, jariyitas….  
Todos son musulmanes, o mahometanos, que es nombre genérico. Pero últimamente parece que solo se llama musulmán al mahometano 'normal', e 'islamista' (palabra de nuevo cuño) al 'musulmán muy ferviente, o purista'. Y dentro de estos islamistas están los Yihadistas (musulmanes que practican la guerra santa, o Yihad), los Fundamentalistas (o Integristas, a sea, islamistas ‘extremos’)… donde el fanatismo les lleva a practicar el terrorismo al grito de 'Allahu Akbar' o sea, Dios (Allah) es grande.

La pena es que hay un desfase histórico de 800 años, porque nosotros, en las Cruzadas, que teníamos nuestro ‘Dios lo quiere’ (‘Deus vult’) que tanto fervor (y exculpación) generaba… les corríamos (bueno, a veces) a gorrazos. O, por lo menos, se les paraba los pies, y se podía llegar a tratados pacíficos de intercambio.

Lo malo de este momento histórico es que pertenecemos a una civilización occidental avanzada, pactista y pacifista… y para ellos (los islámicos radicalizados) aquellos tiempos de burrez intelectual son… ahora. Así que vale, as-salam alaykum… pero a ver quien les abre las puertas… y lo que nos entra en casa, 'cogiéndonos con estos pelos'.

miércoles, 12 de abril de 2017

Tóxicos y nutricios

El otro día leí (perdón, 'oí', Guttemberg inventó la imprenta en 1492, y ya es hora de ser más partidario de acopiar formación e información por métodos audio-visuales, que no a través del papel… y yo lo soy. Item mas, ya tengo edad para tener vista cansada, y las neuronas suficientemente anquilosadas como para aterrarme tener que leer largas parrafadas… y cuanto más, por ejemplo, para meterme entre pecho y espalda novelas de 600 páginas)

Bueno, pues decía, que ya me he enrollado, que me topé con lo de ‘tóxicos y nutricios’… referido a las personas, y me gustó el concepto. Y así es como lo veo yo:

Una persona tóxica ‘envenena’ a los que tiene a su alrededor. Vamos, que les crea ‘mala milk’, porque tiene estas características:
  • tienen un gran ego, a menudo solo piensan en el ‘yo, yo, yo’.
  • son ‘siempre negatifas, nunca positifas’. Lo suyo es quejarse por todo. A menudo, incluso por una cosa... y su contraria. O ir con el ‘NO’ por delante.
  • son ‘victimistas’, pretenden ser centro constante de atención, o de ‘que se les hagan las cosas’.
  • no son nada empáticos, no detectan otros puntos de vista. Ni asertivos, buscando un buen entendimiento.
  • no son felices, no perciben ni aprovechan las ‘pequeñas alegrías’, los vasos ‘medio llenos’.
  • les importa poco el vivir en paz y armonía con el entorno: son bastante ajenos a otros sentimientos.
Y yo diría que estas características se desencadenan y/o potencian bajo dos condiciones del espíritu: una, la de la envidia, en las que la auto-defensa a sus carencias se reconduce a ‘atacar’ al prójimo… y otra, la de la soberbia, y no solo despreciar los sentimientos y el espacio personal de los demás, sino el parecerle justificado obrar así, al sentirse superior a ellos.

Las personas nutricias, por el contrario...
  • son partidarias de aportar, sumar, más que de quitar, o restar.
  • ven siempre el lado positivo, y animan a verlo así, apreciando lo que se recibe, aunque tenga un valor relativo, porque en general son poco demandantes, y más 'donantes' que 'tomantes'. 
  • Les gusta desarrollar sus propias potencialidades y capacidades, e intentar sacarles partido en cualquier momento. 
  • Manejan con cierta efectividad sus propias frustraciones, relativizándolas. 
  • No está insatisfecho ni de lo que piensa ni de lo que quiere, y se nutre de los demás, y los nutre, en el mismo proceso empático.
Yo me considero básicamente nutricio. Claro está que no creo que nadie piense, de sí mismo, que es un ‘tóxico’. Ni creo, por supuesto, que haya ejemplares humanos 100% tóxicos o 100% nutricios, supongo que nos moveremos entre el ‘fifty-fifty’ y el 20-80.

Pero, sobre todo, ya que veo que he entrado, inconscientemente, en cifras muy típicas del ‘management’, supongo que habrá que hablar de que una cosa es lo que pensamos que somos y otra… lo que piensan los demás de nosotros. O, en otros términos, que se trata de conciliar ‘percepción’ (cómo nos ven) y ‘expectativa’ (cómo esperan vernos, o como esperamos que nos vean).

Al final, estamos en aquello que explicaba yo en mi época de consultor: que todo es cuestión de ofrecer una buena ‘calidad de servicio’

Pero de lo que si estoy seguro es de que, teorías aparte, todo el mundo echa de menos el no ser, en algún momento, algo más tóxico, o algo más nutricio, de lo que, habitualmente, es. Porque, en el fondo, somos partidarios de 'el bien y el mal'. De ser algo cabroncetes (o 'algo menos cabroncetes'), vamos...

lunes, 10 de abril de 2017

Sutilezas...

H ay frases sutiles que definen perfecta y rápidamente el ‘status quo’ de una situación, el ‘momento psicológico’ de una concreta circunstancia o, simplemente, la agudeza de un interlocutor. Ya mencioné, en una ocasión, que puedes llamar, impunemente, ‘hijoputa’ a un personaje, escudándote en la conocida polisemia de que querías decirle que es ‘un tío de puta madre’

Y muy sutiles son, igualmente, muchas frases atribuidas a Groucho Marx, como aquella de ‘estos son mis principios pero, si no le gustan… tengo otros’.
O la de la esposa de un famoso (y pesado) senador americano, que le susurró, por lo bajinis, en un largo discurso…  
- Querrridou… que no hace falta ser eterno para ser inmortal

O la pregunta del millón: ¿Por qué bragas es plural y sujetador es singular?

Es muy famosa una historia de las (viejas) Cortes Españolas donde un diputado, polemizando con un adversario político, argumentó, finalmente, que ‘no se podía esperar otro criterio de alguien que duerme en camisón’, a lo que el contrincante, mordazmente, respondió comentando en voz alta, desde su escaño…
- ¡Qué barbaridad, qué indiscreta en la esposa de su Señoría…!

Hábil era también, según cuentan, el primer conde de Romanones. En una época en que se compraban impúdicamente los votos del (en general, inculto) paisanaje, visitando un pueblo, al ver que se le había adelantado su oponente, lo arregló así:  '¿Qué Don Fulano solo te ha dado dos duros por votarle... ? Vamos a arreglarlo: a ver, dame esos dos duros que toma, yo te doy tres, pero para que me votes a mi'.

Claro que, hablando de sutilezas, nada como la de Oscar Wilde. Se encontró, en un club de Londres, con un antiguo conocido, a quien acompañaba un joven muy agraciado.
- Mr. Wilde, le presento a mi sobrino.
A lo que don Oscar, muy educado y sonriente, le saludó con cordialidad
- Oh, si, nos conocemos
Y añadió, con mucha sorna...
- Fue sobrino mío el año pasado.

¡Ay… las sutilezas…!