sábado, 21 de marzo de 2020

Alarma coronavirus (IV) - El Yin y el Yang

Ya que el covid-19 vino de China, también nos habrá traído, y hoy toca mencionarlo, el yin y el yang, ese concepto taoista de la dualidad de lo positivo y lo negativo. Nunca he sabido si lo negro, ‘la fuerza oscura’ es el yin, o el yang (vale, acabo de verlo en la Wikipedia, parece que es el yin pero… no se qué dirán las feministas de tan ancestrales ideas, porque resulta que (copio) “El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración”.
Ya veo que, como se enteren las ideólogas de genero, lo cambiarán, incluso crearán algún símbolo ‘unisex’, para representarlo.

Pero, evidentemente no voy a filosofar sobre los principios taoistas, sino a identificar nuestro yin y nuestro yang. El yin es, por supuesto, el famoso coronavirus, que en menos de 15 días (la cuarentena que no se hizo en España, tras el 8-M) ya se ha cobrado más de 1300 muertes, y cerca de 25.000 contagiados registrados). Y el yang… tiene que ser el positivismo que está produciendo en los españolitos. Vamos, el ‘facciamo finta che… tutto va ben’ que decía ayer.

Si, porque la epidemia (o el miedo a ella) parece que ha aflorado sentimientos y valores que los tiempos actuales había ocultado. El ejemplo más sencillo es que se percibe, a la legua, que las familias están más unidas, se habla mucho más por teléfono, qué digo… por videoconferencia, que todos hemos aprendido a manejar el whatsapp y hasta a hacer pinitos con las videoconferencias múltiples. Yo creo que se ha mejorado la comunicación familiar, lo cual es excelente..

Pero no solo hay que hablar de la familia: como individuos sociales, también hemos mejorado muchísimo. Ha aumentado enormemente el nivel de empatía y de solidaridad. Respetamos (en general) la cuarentena (aunque, como siempre, ha habido descerebrados que, ‘con do cohone’, han querido cogerse, con toda su familia, el ‘puente’ de San José), respetamos las distancias en las colas, hay mucha ayuda a vecinos y personas impedidas o necesitadas… vamos, que aflora por doquier el ‘espíritu boy scout’ que (al menos los que tenemos cierta edad), sin duda recordamos. Y a nivel de relación, hay múltiples ejemplos de altruismo para ofrecer, a los vecinos, no se, un ‘bel canto’, una interpretación musical, chistes, juegos…

Pero a mi lo que ‘me presta más’ (que decimos los asturianos) es el sentimiento ciudadano de que todos pertenecemos a una nación. Lo exhibimos en contadas, y especiales, ocasiones (me acuerdo, por ejemplo, del ‘Basta ya’ tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, o de los atentados del 11-M. O, si se me permite el ‘scherzzo’, cuando fuimos campeones del mundo en Sudáfrica. Y ahora salimos todos los días a los balcones a dar un aplauso solidario al personal que está en primera línea de defensa frente al virus, y estoy seguro que mucha gente también aplaudimos, íntimamente, al ejército y a la guardia civil que están, igualmente, activados en esa lucha.

Y hasta todos los días, en muchos lugares, surge, seguro que emocionando, de algún balcón, el himno nacional. Auguro que, en unos días, colgaremos banderas en las ventanas, quizás como reminiscencia de la olvidada costumbre de colgar las ‘palmas de Ramos’. Y es que las Autonomías no dejan de ser ‘taifas’ que sospecho que, en el fondo, no queremos. Lástima de que existan algunas que se aprovechan de una posición dominante para infundir despegue…

O sea que, volviendo a los chinos, es claro que el yin nos atemoriza, e inquieta, pero el yang nos reconforta, y ayuda a equilibrarlo, haciéndonos aflorar valores olvidados que (al menos yo) considero muy apreciables. Y seguro que hará que nuestro ‘chi’ (o Qi), es decir, el flujo de energía vital, se mantenga.

Por cierto, todo hace indicar que el final de la crisis sanitaria traerá consigo más ejemplos de yin y yang: creo que el virus nos hace pasar una gran prueba… pero va a hacer más solidaria, y unida, a nuestra sociedad. Y demos por seguro que habrá un nuevo baby-boom, lo que significa que se rejuvenecerá (cuestión muy necesaria) nuestra población… aunque la parte oscura es que muchas madres verán cortada su progresión laboral. Y desaparecerá, posiblemente, el 15% de la población de más de 75 años… cuyo yang es que mejorará el déficit del sistema nacional de pensiones.

Vaya, malage... qué graciosito estás hoy…

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