El proceso cerámico parte de una ‘pasta (cerámica) triaxial', llamada así por estar formada por tres tipos de componentes: Materias Plásticas, básicamente la arcilla y el caolín, cuya presencia es necesaria para poder modelar fácilmente las piezas, Materias No Plásticas, como la sílice y el carbonato de cal que, íntimamente ligadas a las anteriores, que forman una red molecular que evita el rajado y otros defectos de tensiones internas durante el secado y la cochura de las piezas modeladas (son, por decirlo así, el esqueleto (a nivel molecular) de las piezas), y Materias Fundentes (que son, a su vez, No Plásticas) como el feldespato o las pegmatitas, cuya misión es rellenar los espacios intermoleculares, dando un grado de vitrificación mayor o menor, según la cantidad de fundentes que contenga la pasta. Este grado de vitrificación se mide por el Índice de Porosidad.
La pieza, conformada a partir de una pasta cerámica de formulación determinada, sufre una o dos acciones del fuego (‘cochuras’). En la primera se obtiene el llamado (generalmente) ‘bizcocho’, fase en la que, en mayor o menor grado, se han transformado sus componentes hasta presentar unas características de resistencia mecánica que permiten su posterior manipulación (o uso, si hablásemos de ‘cerámica no vidriada’), mientras que en la segunda acción del fuego sirve para consolidar el producto, vitrificarlo y, muy a menudo, sobre todo en el caso de la loza, para introducir la decoración ‘bajo cubierta’ (bajo la capa vitrificada), que permitir obtener decorados protegidos (los famosos ‘resistentes al lavavajillas’, también protegidos de la acción de ácidos, como el vinagre, cuestión importante cuando puedan existir decorados (colores) ‘peligrosos’ por contener plomo, cadmio, etc (que podría surgir en alguna cerámica 'tradicional), o sensibles al deterioro atmosférico…
Por centrar ideas, este es un cuadro bastante representativo de los distintos tipos de cerámica ‘de mesa’
Es importante observar la diferencia de los ‘fuegos’ que reciben estos productos. En el caso del gres y la porcelana, el primer fuego es ( ‘casi...’) solo un ‘gran secado’, y su grado de vitrificación lo obtienen en el segundo fuego, que es muy alto. Por contra, la vitrificación de la loza es en el primer fuego, lo que permite un segundo (para obtener la cubierta vidriada) más bajo. Y de aquí procede la riqueza de decoraciones ‘bajo cubierta’ de la loza, respecto a la porcelana, porque a los 1300º que necesita ésta, hay muchos colores que no desarrollan bien.
Pero, para rematar esta entrada, también debo hablar dos productos cerámicos algo diferenciados, y bastante conocidos.
Uno es un tipo especial de porcelana, la ‘bone china’ (o ‘porcelana de ceniza de hueso’), en cuya formulación intervienen, cómo no, el caolín, como materia plástica, el feldespato y la sílice, o cuarzo… y también, con un mínimo del 30%, el fosfato cálcico que los chinos obtenían de las cenizas de los huesos. Esto produce una porcelana muy dura (por lo que puede ser más ‘delgada’), muy blanca, y con cierta transparencia, que se puso muy de moda y hasta se desarrolló en Inglaterra, avanzado el siglo XVIII, en Stoke-on-Trent, región de las ‘Potteries’, que conozco bien, hasta el punto de que en Francia se la conocía como ‘porcelana inglesa’.
Y el otro se le conocía, muy comunmente, con el nombre de 'vitreus'. Era, en el fondo, un ‘ironstone’, producto muy antiguo (la famosa ‘piedra’ de los rústicos platos y tazones blancos de toda la vida), y se volvió a poner de moda hacia los 80 del siglo pasado. sobre todo por la división de vajillas y menaje de hogar de Villeroy & Bosch y algunas ‘potteries’ inglesas. Se trata, como digo, de una remozada versión del ‘ironstone china’, o ‘fine stoneware’ ('gres fino', formulado con arcilla y caolín, como materias plásticas), buscando obtener un producto cerámico caracterizado por poseer las cualidades de la porcelana (alto nivel de vitrificación del cuerpo, porosidad prácticamente nula) y que, a base de aumentar la proporción de ‘fundentes', se pudiese fabricar (y, sobre todo, en esta 'reactivación', se pudiese decorar 'bajo cubierta') a las temperaturas de cocción de la loza.
Ello permitía obtener un producto cerámico duro, con mínima o nula porosidad, y muy resistente, que tenía acceso al gran potencial decorativo de la loza en las técnicas 'bajo cubierta'. Nosotros, en San Claudio, también hicimos nuestros ‘pinitos’ con este tema pero entre que habría que revisar todo el modelaje (la vitrificación al 100% ‘empequeñecía’ las piezas), y una época de cambios profundos (nuevos hornos, nuevas políticas del consejo de administración de la empresa…) lo retrasó. Posteriormente yo dejé la empresa y no tengo noticia de que se continuase con el proyecto)
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