domingo, 24 de noviembre de 2024

El 'orsay' milimétrico

Hace mucho que no hablo de deportes, así que hoy voy a volver a hablar de fútbol, que es el deporte por antonomasia, el que está en el centro de muchas discusiones, no en vano es el que mueve, al menos por nuestros lares, ingentes cantidades de pasiones... y de capitales. Y por tanto hay que regularlo muy bien. Pero sucede que su Reglamento (y su arbitraje) tiene sus puntos oscuros ('interpretativos') así que, para evitarlo, se está intentando perfeccionar cómo debe juzgarse. Y en este contexto, un caso, muy conflictivo, es el de los ‘fuera de juego’.

La regulación del offside (en cristiano, ‘el orsay’), palabra que, como el fault ('faul', aunque aquí siempre dijimos ‘fau’ y lo aplicábamos a los ‘fuera de banda') reconoce la Real Academia, por aquello de que es apreciativo, y sujeto a controversias, es un buen ejemplo, y por ello se está intentando poder juzgarlo por medios científicos, ajenos a la percepción subjetiva que pudiera achacarse a un árbitro… y a los forofos (mira, palabra también incluida en el DRAE) de uno y otro equipo. Y la están cagando.

Si porque, en primer lugar, el ánimo de regulación ha llevado a considerar 'dogmático' que la situación de ‘orsay’ se produce, genéricamente, solo cuando ‘cualquier parte del cuerpo del atacante, apta para jugar legalmente el balón, esté por delante de (bla… bla… bla…)’.

Primer error, porque se olvida algo importante, que es que lo fundamental (el ‘espíritu’ de la ley) es que el atacante obtenga, con ello, una ventaja. Que es, clarísimamente, la razón por la que nunca se pita ‘orsay’ si hay un atacante en fuera de juego… pero no interviniendo en la jugada. Porque, naturalmente, con ello el equipo atacante no obtiene ninguna ventaja.

Y por esta falta de concreción, se han señalado fuera de juego en jugadas (que creo haber contado en otro momento) en las que, por ejemplo, un ‘atacante interviniente’, estando detrás del defensor, incluso de espaldas a la portería, deja atrás un pie. O cuando, en un ‘desmarque’, al correr inclina su tronco un poco más y su flequillo está ‘un poco por delante’, etc.

Ahora, en La Liga, se ha aprobado el uso del ‘fuera de juego semiautomático’, donde 10 cámaras captan el balón y varios puntos cruciales del cuerpo de los jugadores... y un software, supongo que en base a coordenadas, hace una recreación virtual exacta de la escena y determina si, en el instante preciso en que se inicia el pase, ‘hay una parte del cuerpo del atacante, apta para jugar legalmente el balón, por delante del defensor’.

Científicamente perfecto. Como el ‘ojo de halcón’. Pero claro, empiezan a aparecer los ‘fueras de juego milimétricos’… a lo mejor (ya se ha visto varias veces) porque el delantero calza un 45, y el defensa un 41. Y esto no es justo.

A ver, seamos ecuánimes, en un deporte donde (se ve todos los días...) es el árbitro quien determina, subjetivamente, cuando un empujón, o un agarrón, tiene (o no) la ‘intensidad suficiente’ para que lo considere penalti… no se puede anular un gol porque, al arrancar la jugada, la puntera del pie derecho del delantero está 2 centímetros por delante de la vertical del hombro del defensor, o de su rodilla, o de la puntera de una de sus botas… según dictamina, con exactitud científica, y mostrándolo gráficamente, el avanzado programa informático que comentaba.
Así que vamos a tener coherencia y a juzgar todo bajo un mismo rasero. O sea, como decía el chiste: ¿A que estamos, a Rolex… o a setas?

Yo soy partidario de la ‘apreciación de la intensidad’ (en los agarrones y en los empujones, para evitar el ‘teatro’ del atacante), y en las 'manos' (para evitar los gili-penaltis ‘porque le rozó el brazo’, sin apreciable desvío de trayectoria) y, por supuesto, creo que para dictaminar un fuera de juego debe apreciarse una real ventaja del atacante, que es el espíritu de esta regla.

Lo que pasa es que, en este último caso, y con el caro software que ha adquirido la Liga (y esta puñetera manía de que el VAR rearbitre los partidos) tiene difícil solución, porque la máquina mide con exactitud, pero 'no aprecia'… excepto si se es inteligente, e imaginativo.

Y como yo lo soy, aquí la aporto. Vale, perfecto, los ‘orsays’ se van a pitar por ese tipo de ‘ojo de halcón’ que han inventado y comprado. Porque es mucho más objetivo que el ojo humano. Pero introduciendo una modificación muy importante:
Primero: de acuerdo, se fijarán unos ‘puntos de control’ del jugador. Serán, por ejemplo, la cabeza, el pecho, la cadera, la rodilla y el pie (no necesariamente la puntera de la bota, claro, que cada uno es libre de calzar un 40 o un 45)

Y segundo: solo será orsay si al menos dos (o mejor, tres) de los puntos de control del delantero están por delante de cualquiera de los del defensor.

Y esta es la única forma de aplicar racionalmente una tecnología milimétrica cuando haya que 'matizar la intensidad': al tener, como margen, el ‘fuera de juego’ de 2 (o 3) puntos, estamos haciendo que el orsay se fije no con un micrómetro, sino ‘a palmos’. Por ello, con mucha mayor ‘flexibilidad’ (y entiendo que justicia) a la hora de señalar esas faltas... que solo se haría, de esta manera, cuando la ventaja del atacante fuese bastante más evidente.

A simple and amazing good idea… not’s?

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