lunes, 4 de noviembre de 2024

Que viene el lobo...

Érase una vez… “Érase una vez un pequeño pastor que se pasaba la mayor parte de su tiempo paseando y cuidando de sus ovejas en los campos de un pueblito. Todas las mañanas, muy temprano, salía a la pradera con su rebaño, y así pasaba su tiempo. Muchas veces, mientras veía pastar a sus ovejas, él pensaba en las cosas que podía hacer para divertirse. Como se aburría, un día, mientras descansaba debajo de un árbol, tuvo una idea. Decidió que pasaría un buen rato divirtiéndose a costa de la gente del pueblo que vivía por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:
¡Socorro... el lobo! ¡Qué viene el lobo…!”

...

Así empieza un cuento infantil, basado en una fábula de Esopo, sobre un pastorcillo que se entretenía engañando a sus vecinos, que corrían a ayudarle, para comprobar que era todo una mentira por la que se reía de ellos. Hasta que un día el lobo vino de verdad, pero los vecinos, hartos de sus mentiras, no le hicieron caso, y el lobo masacró a todo su rebaño.

Estos días España entera está conmovida por la terrible DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos, o sea la ‘gota fría’ de toda la vida) que asoló el Levante español con lluvias torrenciales (en algún sitio llegó a caer, en 12 horas, casi el promedio de lluvia de un año) que provocaron grandes escorrentías desde barrancos próximos y enormes crecidas de los ríos, que arrasaron carreteras, puentes, casas, coches, incluso pueblos enteros… y por el momento el balance es de más de 200 personas muertas… pero aún hay más de 1000 desaparecidos, por lo que se teme que va a ser la mayor tragedia de la historia de las riadas devenidas por fenómenos atmosféricos.

Y estos días, junto con los tristes relatos que cuentan los supervivientes, la gente se hace cruces no entendiendo cómo pueden suceder estas cosas.

Y claro, empiezan las críticas: que si se dio la alarma muy tarde, que si el gobierno de Sánchez (en particular, la ministra Teresa Ribera que no solamente no reforzó los pantanos sino que su plan, como ecologista, y de la agenda 20-30, ha sido el de derruir presas ya construidas (posiblemente por Franco…), que si nadie limpia los cauces de los ríos, que si no llega la ayuda, que si los políticos se dedican más a endosar el marrón a sus adversarios que a arrimar el hombro, que por qué no se movilizó al ejercito desde el primer momento...

Mi teoría:
Los asturianos, desde nuestra Cornisa Cantábrica, donde no solamente no nos afectó la DANA sino que nos metió un veranillo, incluso de playa, con viento sur, estamos hartos de recibir alarmas de la AEMET, de Protección Civil... sobre ‘ciclogénesis explosivas’ (o sea, galernas), sobre fenómenos costeros, sobre vendavales, incluso sobre DANAS norteñas… que al final todo queda en agua de borrajas.

Y la conclusión es clara: acabas no haciendo ni puñetero caso a estas falsas alarmas. Pasa como las señales de tráfico, que las de limitación de velocidad son, muchas veces, tan desproporcionadas… que hasta te parece normal, y hasta puede ser habitual, saltártelas a la torera.

Y entramos en el famoso concepto de ‘que viene el lobo’ ya que, inconscientemente, nadie da importancia a una alarma… hasta que un día pasa lo que pasa.

Mi idea es que hay algo que no funciona bien. Y creo que pasa porque Protección Civil, o la AEMET, o quien sea la autoridad competente, se exceden en sus alertas, y me temo que más que por el ‘por si acaso’ es por un ‘cubrirse sus espaldas’ de manera que hacen muchas veces que al ciudadano de a pie se le quede cara de tonto por hacerles caso (cambiando, a veces, sus planes...para nada).

Así que hay que empezar exigiendo ‘profesionalidad’ (y sentido de la proporción) para que las previsiones de los encargados de hacerlo se ajusten a la realidad, y que no queden en un ‘preventivo exceso de celo’ para que sus jefes no les puedan decir nada… y que el ciudadano de a pie se limite a obedecer y no rechistar. O sea, le den morcilla.

A las alarmas se les suelen asignar tres colores: alarma amarilla, para los fenómenos que se exceden ‘algo’ del valor habitual, naranja, si se exceden ‘sensiblemente’, y alarma roja, si el exceso es ‘más que sensible’. Me gustaría conocder alguna estadística sobre las ‘alarmas rojas’ anunciadas en los últimos 20 o 30 años… y los daños que generó cada fenómeno alertado. Porque estoy seguro de que ratificaría mi teoría de que hay alarmas...y alarmas.

Así que yo echo de menos un color: la ‘alarma negra’, es decir aquel valor de la anomalía que sin duda generará efectos catastróficos. Parece ser, por ejemplo, que los servicios meteorológicos franceses ya avisaron de que esta DANA era particularmente ‘explosiva’, y peligrosa.

Pero aquí solo fue una alarma roja más (porque el rojo ya abarca ‘hasta el máximo valor’). Y, ciertamente, habría que exigir una mayor precisión y separar, claramente, el ‘tengan mucha precaución’ del ‘tienen que ponerse a salvo’. Que es lo que hacen, por ejemplo, en EE.UU en la época de los huracanes.

O sea, que quede perfectamente claro el que venga, de verdad, el lobo. Y que todo el mundo sea perfectamente consciente de eso. Y habría que hacerlo en España para que no haya ‘próxima vez’… que ahora solo queda rezar por tantas víctimas inocentes.

Por cierto, el cuento, o fábula, termina con esta moraleja...
"Y fue así que el pastor reconoció que había sido muy injusto con la gente del pueblo, y aunque ya era tarde, se arrepintió profundamente, y nunca más volvió burlarse ni a mentir a la gente".

Vaya, se me olvidaba... no mencioné el título de este cuento del pastorcillo insensato: casualmente es... ‘Pedro y el lobo’.

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