Pero… ¿Qué tiene ese personaje con visos de impresentable, por chulo, pendenciero, egoísta y mandón, para causar tanta expectación… y tanta disparidad de opiniones?
Empezando por el principio, ‘el primer martes después del primer lunes de noviembre de un año múltiplo de cuatro’ se celebran Elecciones Generales en los Estados de EE.UU. El proceso es muy completo, son elecciones para la Presidencia de la Nación, para los congresistas (ahí al Congreso lo llaman ‘Cámara de Representantes’) y para una gran renovación del Senado, y de muchos Gobernadores, etc. Así que el cambio, para esa nación, es muy importante, porque afecta a todo.
Aunque, en realidad, en cuestión de tendencias políticas, los yanquis lo simplifican mucho: hay práctico bipartidismo, así que o son republicanos, o son demócratas. A los republicanos se les identifica como el partido ‘rojo’, son los del ‘elefante’, y son ‘la derecha’ (los conservadores). Para recordarlo fácilmente... elefante-Trump. Y los republicanos son el partido ‘azul’, son ‘la izquierda progreta’ del país y se les conoce también como los del 'burro', o asno (vaya… otra fácil regla nemotécnica).
Todos los demás (incluso comunistas) son absolutamente marginales porque el sistema electoral es también muy distinto al que conocemos por aquí: allí, en cada estado de la Unión, el partido que más votos populares obtenga elige a todos los ‘compromisarios’ de ese estado (cuyo número varía, según población total) y éstos dan sus votos (que son ‘los que cuentan’) al partido que los eligió. O sea, es, en cada estado, un ‘todo o nada’. Por eso, en los mapas, aparecen los estados pintados de rojo o azul porque, independientemente de los votos populares obtenidos por cada partido, todos sus votos 'comprometidos' van a quien obtenga más votos populares.
Y, por centrar ideas, fueron presidentes republicanos, por ejemplo, Lincoln, Eisenhower, Nixon, Reagan, Bush… y ahora Trump, y demócratas Jefferson, Roosvelt, Truman, Kennedy, Carter, Clinton, Obama y ahora Biden (con su Kamala Harris).
Últimamente, en 2016 Trump se proclamó vencedor, y presidió la nación hasta 2020 donde, en unas controvertidas elecciones, fue finalmente derrotado por el senil Biden, y Kamala.
Pues bien, esta vez, en las elecciones de este 5 de noviembre, el conservador Trump (o sea los republicanos) arrasaron, sin paliativos, a los demócratas de Kamala Harris.
Pero es curioso que, en todo un país como EE.UU, se retrasen tanto los escrutinios. Yo estoy siguiendo muy de cerca (por la CNN-español) todo el proceso y a día de hoy, 5 días más tarde (y es domingo, así que continuará el escrutinio el lunes) aún estaba sin determinar la mayoría en la Cámara de Representantes, van 213 a 204 a favor de los republicanos de Trump… a falta de 5 (o 14) escaños para alcanzarla, cuando todavía hay 18 escaños sin asignar. Ni en las Presidenciales, que aún quedan 12 escaños por terminar de asignarse, aunque la ventaja de Trump (301 a 226) ya hace inamovible la victoria. Como pasa en el Senado (52 a 46, a falta de dos).
Pero vayamos al fondo de la cuestión:
Kamala (‘kemala’) Harris defiende la política woke (o sea, ‘los de la piel muy fina’) en feminismo, racismo, ecologismo, animalismo, contaminación, calentamiento global, etc. Son los promotores de la agenda 20-30, los de prohibir los motores de combustión con carburantes fósiles, los de eliminar las proteinas de origen animal (vertebrado), los de las energías renovables, y todas estas cosas. En resumen, preconizan un Nuevo Orden, el ‘Great Reset’, vamos, muy en plan 'happy flowers'.
Y es que Kamala es una abogada californiana, mestiza, muy progreta, extremista, demagoga... y además una pésima política. Algo, al parecer, comparable a nuestra vicepresidenta comunista Yolanda Díaz (una en moreno y otra en rubio, aunque sea de frasco, claro) y el votante americano, simplemente, ha visto muy claro que, tras la ineptitud de Biden, la de Kamala era aún mayor, y hasta el voto popular dio un gran vuelco (los republicanos lo habían ganado, en las anteriores elecciones, y ahora han perdido por más de 3 millones de votos)
Y Trump es… ‘Trump’. O sea, lo que decía al principio... unido a poseer una personalidad arrolladora, unas ideas muy claras (‘America first’ y ahora ‘MAGA’...’Make America Great Again’) y una férrea voluntad de cambiar los cosas improductivas yendo por el camino más rápido. Si hay alguien parecido podría ser el argentino Javier Milei que, por cierto, acaba de anunciar que se terminó la recesión y Argentina empieza, económicamente, a crecer. Y que, también por cierto, en estas próximas fechas irá a dar un abrazo a Donald Trump.
Y en Europa, en la propia UE, tan mal gestionada, donde el pacto de Populares y Socialdemócratas (y Renew Europa) mantiene en el poder a los seguidores de Ursula Von del Leyen, de Macron, del propio Sánchez, la prensa de los países con gobierno ‘diz que progresista’ están anunciando catástrofes sin fin… porque llega Trump. Pero mientras, otros, los políticos ‘patriotas’, como el húngaro Orbán, la italiana Meloni, Abascal, Marine Le Pen, etc, muy poco partidarios del mangoneo actual de la UE, lo miran con buenos ojos.
Así que a ver qué pasa. Yo, la verdad, ardo en deseos de que pase lo que ya aventuran algunos: que habrá un gran cambio mundial, que se anuncia el final del ‘wokismo’, del ‘animalismo’, del ‘ecologismo progreta’, de los/las ‘extremistas de género’, de las ‘políticas verde-esperanza’, del ‘buenismo racista’, etc. y se va a tender más a ‘cuidar primero tu casa’.
Aunque resta saber cómo quedarán reposicionadas las grandes economías (China, EE.UU, Rusia, Union Europea, emergentes de Asia y América, etc, etc.) y el problema migratorio, que es claro que exige una gran regulación… y no un ‘buenismo/wokismo progreta’. Y de paso resolver de una vez el muy enconado tema de Ucrania… que bastante gente pensamos que ya hace mucho tiempo que tendría que haberse pactado una pacificación.
En el fondo yo pienso (o espero) que se revise el actual enfoque ‘buenista’ de la civilización occidental, y que ojalá prevalezca el trabajar dentro de una economía liberal, y privada… en vez de trabajar, en una pseudo-democracia, dentro de una economía tutelada, pagando muchos impuestos y que sea el gobierno quien administre los recursos y las subvenciones a colectivos interesados.
Así que (ojalá…aunque a mi me coge ya muy ‘out’) que el mundo se prepare para que ‘cada palo aguante su vela’.
Hombre, y hay una cuestión interesante: si bien Trump es, verdaderamente, ‘muy echao p’alante’, ya es mayorcito, en 2025 (en enero tomará el poder) hará 79 años… y le toca estar tres años más. Pero parece ser que su vicepresidente, James David Vance, es un joven político muy eficaz y bien preparado, y de él se espera que pueda ‘torear cualquier morlaco’ (no como Kamala Harris, a la que hasta escondían durante el mandato de Biden).
Así que ‘siempre podría haber una solución positiva’… (y mientras parezca un accidente).
(Nota final: el jueves 14 de noviembre (esto es, pasados 9 días de las elecciones...) se adelantó que los Republicanos de Trump también llegaban a obtener la mayoría en la Cámara de Representantes (o sea, el Congreso). Porque, aunque aún no se habían acabado de escrutar todos los colegios electorales (aún había 9 sin vencedor 'matemático'), la proyección de resultados al 100% de lo escrutado ya les daban al menos los 218 escaños que conformaban esa mayoría.
Un poco 'lentorros' para ser un país tecnológicamente avanzado ¿No...?)
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