miércoles, 12 de agosto de 2020

La Cerámica (I): Introducción

Se entiende por cerámica el arte de elaborar y cocer a fuego productos conformados a partir de ‘barros’ o ‘pastas’ en cuya composición entran, fundamentalmente, arcillas y/o caolines (la palabra ‘cerámica’ procede del griego ‘keramos’ (arcilla) y el caolín es una arcilla blanca que en principio se llamaba ‘arcilla china’ y procedía de la montaña china Kao Ling shan). Químicamente, la arcilla, y el caolín, es un silicato de alúmina hidratado, de fórmula Al2O2 · 2SiO2 · 2H2O. Los productos cerámicos obtenidos de estas (u otras) materias primas están generalmente recubiertos con una capa o cubierta vidriada (esmalte), y muy a menudo, decorados.

Como dije el otro día, así iniciaba yo, hace cerca de 40 años, un dossier, o portfolio, orientado a dar una formación técnica a un grupo de vendedores de Fábrica de Loza de San Claudio. Y continuaba...

... al hablar de cerámica surge la idea de piezas ornamentales o utilitarias (‘cerámica de mesa’). Es también cerámica la rama industrial de ladrillos, sanitarios, azulejos, etc, no exentos, por otro lado, de arte e historia (caso de la industria azulejera levantina, que nace con la cultura morisca que recibe España. O los famosos azulejos portugueses), si bien aquí voy a referirme exclusivamente a esa cerámica que surge de un ‘barro’ que, sabiamente trabajado, en origen con las simples manos de un alfarero, luego, a nivel industrial, por maquinas o técnicas especializadas, muy frecuentemente decorada a partir de colores también inicialmente extraídos de la tierra, crea multitud de formas y combinaciones de colores que se realzan por la acción del fuego (a la Cerámica también se le llamó ‘Arte del Fuego’), generando utensilios y objetos que acompañan y siguen al Hombre a lo largo de toda su historia.

Los primeros vestigios de producción cerámica arrancan del Período Neolítico, en forma de recipientes (los ‘vasos campaniformes’) que el hombre crea para su uso. Todas las antiguas civilizaciones poseen y perfeccionan las técnicas del arte cerámico, creando peculiares estilos cuyos rasgos diferenciales son la forma de los recipientes, el estilo de su decoración, los esmaltes y colores empleados, etc. Egipto, Persia, Grecia y, posteriormente, la civilización romana, comunican y extienden sus hallazgos y estilos característicos. Sin olvidarnos de las originales cerámicas precolombinas, como las chimús, incas, aztecas, etc.

Durante la Edad Media decae, en Occidente, el arte cerámico. No obstante, éste se cultiva y potencia en otras áreas culturales: cerámica musulmana, que dará origen, entre otras, a la peculiar cerámica del Levante español (Paterna, Manises…), cerámica china, con su época Tang (siglos VII y VIII), Sung (siglos X al XIII) y, posteriormente, Ming (siglos XIV al XVII).

Al despegue cultural que, en Occidente, sigue al oscuro medievo, no es ajeno el arte cerámico. Renace en Europa el Arte del Fuego y, a partir del siglo XVI, la practica totalidad de las naciones europeas producen cerámicas originales: Italia (especialmente Faenza y Urbino), Francia (Nantes y Sèvres), España (Talavera), Alemania (Meissen, Sajonia), Portugal, y toda su afamada industria del azulejo ornamental, etc.

La importación, básicamente por compañías holandesas, inglesas y francesas, de ejemplares chinos, motivó el desarrollo, en el siglo XVIII, de las porcelanas. Lozas y porcelanas, fundamentalmente, van configurando sus actuales técnicas y características, que abren el abanico de productos ornamentales o de mesa de un Arte que, como se dijo, acompaña al hombre desde sus primeros tiempos.

España, por influencia de las culturas, particularmente la morisca, que conforman nuestra historia, es rica en ejemplares de alto prestigio. Tal es el caso de las lozas españolas de Fajalauza (Granada), Triana (Sevilla), Paterna y Manises (Valencia)… por citar las más tradicionales, así como las no menos tradicionales cerámicas populares que se dispersan port toda la geografía española, algunas, como las de Talavera (Toledo) de renombre universal.

Dejo aquí esta introducción indicando, finalmente, que conviniendo en dejar a un lado los productos cerámicos ‘industriales’ (tejas, azulejos, sanitarios…), a grandes rasgos debemos distinguir cuatro familias:
- la familia de los BARROS COCIDOS, o TERRACOTAS
- la familia del GRES
- la familia de la PORCELANA
- la familia de la LOZA

Los productos de la primera familia se crean, generalmente, a partir de tierras naturales que ya tienen una composición (desde el punto de vista cerámico) adecuada, y pueden fabricarse vidriados (total o parcialmente), o incluso no vidriados, como puede verse en los cántaros, los botijos, las alcarrazas, etc

Las restantes familias se crean, en general, a partir de pastas preparadas con una composición determinada (excepto algún tipo de gres ‘natural’) y mayormente son productos cerámicos barnizados (vidriados) y decorados, que se fabrican industrialmente y se comercializan en tiendas de ‘menaje del hogar’ o de regalos.

Así que vamos a entrar, en sucesivos capítulos, particularmente, en el amplio mundo de la loza y la porcelana.

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