jueves, 10 de abril de 2025

Otro 'Remember when' (y IV)

Acabo ya (que me estoy volviendo pesadito…) mi ‘Recuerda cuando…’, este vistazo personal a aquellos tres meses (marzo a mayo de 2020) donde se propagó el coronavirus en España, se decretó el Estado de Alarma y se nos confinó en nuestras casas para que ‘papá Estado/papá Gobierno’ se hiciese cargo de la situación. Etapa que creo que nos afectó profundamente, a unos porque, desgraciadamente, la Covid 19 les golpeó con rudeza, sobre todo en estos primeros meses donde no pudieron ‘humanizarse’ mejor muchos fallecimientos, y a otros (por ejemplo mi caso) porque, aunque no tuvimos que lamentar ninguna desgracia cercana, la experiencia seguramente produjo algún significativo cambio en nuestra vida.

Y quiero terminar con lo que comentaba en mi última entrada de la serie, y con un Epílogo.

Alarma coronavirus (VIII): FIN
Exponía yo entonces (30 de mayo de 2020) que un crítico de cine decía que, en una película mala, en los títulos de cierre no debería ponerse FIN… sino ‘EN FIN…’.
Y que la película del coronavirus que nos están montando desde el gobierno es tan poco seria que no merece la pena seguir más tiempo lucubrando sobre su desenlace, así que iba a dejar de ocuparme de ello.

Y es que estábamos hartos de las mentiras del portavoz oficial, Fernando Simón (el famoso ‘doctor Simón’), y de su ‘equipo de expertos’ (que luego se descubrió que no existía), de las manipulaciones (haciendo desaparecer fallecidos) de las estadísticas, y de las ínfulas autoritarias, y de claro amiguismo, en las decisiones.

Seguíamos confinados, el estado de Alarma se llegó a prorrogar 6 veces, aunque ya se apuntaba una paulatina estabilización diaria de nuevos contagios y fallecimientos. De hecho, el 21 de junio se levantó el confinamiento. Para entonces se hablaba de que, en esos 3 meses, había habido cerca de 43.000 fallecidos (oficialmente, el Dr. Simón hablaba de solo 26.000). Nunca se supo, oficialmente, cuanta gente falleció a consecuencias de esta pandemia. Ahora, 5 años más tarde, se habla de una cifra (oficiosa) de unos 130.000.

Y, con un triste sinsabor, y todavía confinados, terminé yo mi serie de ‘entradas’ sobre la Alarma Coronavirus. Aunque luego seguí mencionando episodios puntuales, dentro de otras entradas, en mi Blog. Pero mi relato de la ‘Alarma coronavirus’ acabó aquí. Y, como dije, la concluí con un triste… EN FIN.

Epilogo
Efectivamente, el 21 de junio (seguimos en 2020) el gobierno anunció el fin del confinamiento, y el comienzo de ‘la Nueva Normalidad, naturalmente muy vigilada. Y, aunque los comercios no esenciales, y los bares y restaurantes, continuaron cerrados, empezamos a salir libremente a la calle. Fue el momento de empezar a usar mascarillas (al principio escasas y carísimas, luego acabaron siendo muy asequibles, e incluso aparecieron las ‘mascarillas de diseño’, a juego con la ropa, los foulards, etc.). Y de hacer planes para poder ir a la playa, aunque la normativa obligaba a guardar una distancia de 4 metros entre sombrilla y sombrilla.

Y, ya que se permitió que la hostelería, aunque cerrada, pudiese servir cosas ‘para consumir fuera’, empezamos a tomar cafés en la calle, a la puerta de los bares, en vasos desechables… vasos que podían contener, furtivamente, un poco de vino… o algo más fuerte, lo cual ayudó un poco a levantar la economía de este sector.

Y en aquella época, aparte usar mascarillas, aprendimos a desinfectar frecuentemente las manos (con líquidos desinfectantes que comprábamos en los ’chinos’), y lo que íbamos a tocar, también cada envase que comprabas en el supermercado, las suelas de los zapatos, al entrar en casa, etc. etc.

En el ultimo cuatrimestre de 2020 hubo un repunte, una segunda ola. Las locuras veraniegas, supongo. Hay restricciones regionales, como toques de queda y cierres perimetrales, pero sin confinamiento nacional. A finales de diciembre comenzaron las vacunaciones a los ‘mayores’.

Nos plantamos en 2021 con un nueva ola de contagios (esta vez, los fastos navideños del 20). Nuevas restricciones, como límites de aforo y horarios en hostelería. En mayo del 21 se pone fin al estado ‘nacional’ de alarma y las autonomías asumen la gestión de la pandemia con medidas propias. Siguen las vacunaciones masivas por tramos de edad y siguen nuevas olas por variantes del virus, aunque disminuye la gravedad de los contagios. A finales de 2021, con la sexta ola, se dice que prácticamente las poblaciones de riesgo ya estamos vacunados. En noviembre yo escribía un nuevo artículo, en este Blog, que titulé ‘Pandemia y sentido común’… que no necesita más explicación, era lo único que había que practicar.

Y, ya en 2022, durante su primer semestre los casos se estabilizan, y la pandemia pasa a un segundo plano en la vida cotidiana, aunque persisten brotes puntuales. Finaliza, por ejemplo, el uso obligatorio de mascarillas en interiores (excepto en centros sanitarios y transporte público).

Y en 2023 ya se puede decir que volvemos a la normalidad, y el episodio de la pandemia es ya una parte de nuestra historia… que nos marcó absolutamente, y de la que nos quedan rescoldos de mayor o menor intensidad, porque como dije, no hay datos oficiales pero se dice que esa pandemia se llevó la vida de más de 130.000 españoles, y en los primeros tiempos a veces en circunstancias realmente muy dolorosas.

En mi casa, y en mi familia, que cumplíamos prudentemente las normas, nos vacunamos, teníamos cuidado… lo pasamos confinados pero tranquilos y aunque los tests detectaron algún puntual contagio, fue muy leve, y no hubo que lamentar ninguna desgracia.

Pero los cambios sociales (y, desde luego, los cambios en la ‘gestión política’, que se acostumbraron a gobernar por ‘real decreto-ley’) fueron muy importantes, y dejaron huella. Por ejemplo, los adolescentes pasaron mucho tiempo sin asistencia presencial a clase, y se digitalizó la enseñanza, funcionando con tablets y videoconferencias. Y, en el mundo laboral, mucha gente se apuntó a la moda del teletrabajo.

Ambas cosas arraigaron, y no siempre con éxito. Supongo que, con el teletrabajo, todavía hay ahora ‘cierto escaqueo’, aunque las empresas están empezando a controlarlo. Y, en cuanto a los chicos, ahora está regresando una corriente educativa partidaria de que los estudiantes no pierdan la costumbre de escribir a mano (y con buena ortografía y caligrafía) y a usar libros de texto, en papel. Personalmente, si lo de no olvidarse de escribir a mano lo tengo claro, esto de volver a leer ‘el papel’… no tanto. Así que cada cual decida lo que quiera, en todo caso yo siempre fui muy partidario del ‘mestizaje’ y del polivalente ‘aurea mediocritas’ o ‘dorado término medio’, que tendemos a ser, siempre, bastante ‘pendulares’.

En resumen, que me estoy alargando mucho: que todos pensamos que la pandemia cambió (no necesariamente siempre para mal) nuestras vidas porque, a poco que lo pienses, verás que es claro que adoptamos, a veces sin darnos cuenta, nuevas costumbres, o nuevas rutinas. Y creo que todos lo consideremos ‘lo del covid 19’ como un hito reseñable en nuestras vidas.

Que ojalá nos haya servido para mejorar...

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