martes, 6 de abril de 2021

Vulgarismos y metaplasmos

Esta noche que, como siempre, me dormí con el ‘pinganillo’ en la oreja, escuchando la radio, alguien hablaba de los vulgarismos, y del coloquialismo en el lenguaje español, y me pareció un tema tan interesante que me levanté a apuntar en un papel un recordatorio para, al día siguiente, investigar un poco y crear una entrada al Blog, con la etiqueta de ‘Cultura’… que (particularmente los temas lingüisticos, y etimológicos) me interesan mucho, quizás porque, al escribir, creo mis propios ‘apuntes tácticos’ y, simplemente, me facilita recordarlos mejor. Porque, curiosamente, la lengua española está llena de ‘aportaciones vulgaristas’, e incluso el DRAE se llena de ‘coloquialismos’ que toman carta de naturaleza.

Empecemos diciendo que, técnicamente, se llama ‘metaplasmo’ a la alteración de una palabra por adición, supresión o cambio de lugar de un sonido. Que, sin ir más lejos, es lo que sucedió con muchos ‘vulgarismos’ procedentes del paso del latín a la lengua romance… (un ejemplo tonto, 'linde' es un metaplasmo proviniente de limite, del latín limes, limitis).

Claro que no todos los metaplasmos producen ‘vulgarismos cultos’, algunos son… francamente deleznables, como la famosa ‘cocreta’ o, como prueba de patente muestra de incultura, mucha gente habla de (por ejemplo), 'ir a hacer gestiones a la Conserjería de Hacienda’… que seguro que deberían quedar muy satisfechos si les recibe… el propio Conserje.

Pues bien, estructurando ideas (que es lo mío) en este fértil (incluso proceloso) mundo de los metaplasmos, se pueden crear 'palabros', básicamente...
a) Por adición
b) por supresión (de fonemas o incluso sílabas)

de las que se derivan, básicamente, o vulgarismos (algunos, aceptados) o licencias léxicas, sobre todo poéticas, que, en general, hasta se suelen ‘aplaudir’. Por supuesto, voy a dejar a un lado los ‘coloquialismos’ (otro tema interesante...) que, aunque algunos sean ‘fronterizos’ (la tele, la bici…) la mayoría tienen muy distinta génesis (‘cuanto chorizo había en la pachanga del finde...’)

Y todo tiene su nombre técnico. Empecemos…
Se llama ‘prótesis’ al metaplasmo creado por adición al principio de la palabra. Un vulgarismo puede ser… ‘apatrullar’ (la ciudad, que cantaba El Fari)) y, en plan culto, dice el poeta... ‘y a mi majada arribarás primero/cuando el cielo nos amuestre su lucero...’

Luego tenemos la ‘epéntesis’ (adición dentro de la palabra), de cuyo caso particular, y muy habitual, la anaptixis, muy usado en retórica, ya hablé, aquí mismo, hace tiempo.

Y, finalmente, se llama ‘paragoge’ a la adición al final de la palabra. Como siempre, un par de ejemplos: ¡saca el carnete! (de identidad) o, en plan poético… ‘mire al halcón, veloce y atrevido…”

Y en el grupo de la supresión de fonermas o sílabas tenemos, igualmente (o sea antes, en y tras...), la aféresis, la síncopa y el apócope. Son aféresis chelo (por violoncelo), sicología, seudónimo, y hasta amá (por mamá). Síncopas son, por ejemplo, pesao, sétimo, ‘toavía no ha venío’… Y los habituales muy, buen, recien, san, cuán… etc, etc son ejemplos típicos de apócopes léxicos.

Pero el mundo de los vulgarismos es, como dije, muy feraz, e incluso proceloso. O de rechinar las meninges, vamos…
¿Más ejemplos….?, hala, califica, porque hay…

a) Metaplasmos (vulgarismos) fonéticos, que pueden ser por indecisión vocálica (entestino, antiojos, endeviduo, tualla...), por incremento de una vocal (amoto, arradio…) o por supresión de diptongos (Uropa, uforia, trentidos (o el más aceptado ‘ventidos’) y, si hablamos de consonantes, se amplia enormemente el campo para el vulgarismo...: las muy frecuentes pérdidas de la ‘d’ intervocálica (mercao, soldao…), la pérdida de consonante final (madrí, paré…), transposición (técnicamente se llama ‘metátesis’), como en la famosa cocreta, cambio de consonante (casa en arquiler, ponerse una ‘indición’...), simplificación (ojeto, poblema…), nuestra querida aspiración de la ‘h’ o ‘f’ (juí, fame, jelechu…) y no digamos nada de la contracción de palabras… (m’han suspendío n’el insti…)

b) Vulgarismos morfosintácticos, producto, por ejemplo, de la mala utilización de los verbos como (aparte del ‘haiga’, o del ‘conducieses’), el dijistes, el ves tu, el habemos…, de los pronombres (detrás mío, me se escapó… y los famosos laismos (‘la dije que viniera’), loismos (lo dió un tortazo) y (aunque, para mi, razonables) ‘leismos’, de la mala utilización de los nexos (el para mi muy odiado ‘dequeismo’, el ‘contra más…’, etc) y, finalmente, los defectos sintácticos (’la’ Carmen, el Pedro, las malas concordancias (hay gente que piensan…) o, simplemente, la mala construcción de la frase.

c) Y, hombre, también se podría hablar de la diéresis y la sinéresis, incluso de la sinalefa que, aunque son recursos poéticos, también producen metaplasmos (Marielen, Mariantonia, pueden ser sinalefas).

Y, sobre todo, habrá que mencionar los graciosos ‘vulgarismos paletos’ como los que proceden de muchas anécdotas médicas (colon cabreado, travestismo de ojos, almorroides, claúsulas para la tos, aspirinas fluorescentes, bolia cerebral, cólico frenético, infausto de corazón, extradiccion de sangre…) y de la vida misma (ser un desecho de virtudes, ser drogadito, darle a la drogaina, ser un escombrio, ser un lugar apestado de gente, enderezar la ensalada, mesa de fornica, olmóndigas y cocretas, carretera bien enfaltrada, rotondrias...)
Y mejor no me meto a hablar de los vulgarismos del 'lenguaje inclusivo', y feminista, y sus 'portavoces y portavozas...' que bueeeno...

Así que, en fin, tengo que parar ya esta entrada al Blog que nació a las 3 o 4 de la madrugada y que, a lo tonto, he pergeñado en un plis plas, como explicaba Lope de Vega…
Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

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