Hoy leí una idea que por tonta, y simple, suele pasar muy desapercibida. Vamos, que es otro ‘huevo de Colón’, o un ejemplo más del principio de la navaja de Ockham. Y es la siguiente: ¿Quien es el ‘accionista’ de las inversiones del Estado, y de las empresas públicas…? En una palabra… ¿Quien es el que pone la ‘pasta’…?
Y la respuesta es evidente: el inversor privado. Centremos ideas... hay dos tipos de negocios: los públicos… y los privados. En los negocios privados unos señores (particulares) ponen su dinero, y son ellos mismos los que gestionan el sistema, y controlan su gasto, buscando, básicamente, una rentabilidad sostenida.
Pero es que en los negocios públicos hay, también, unos señores (particulares) que ponen su dinero, son los ‘contribuyentes’… con el importante matiz de que estos ‘paganinis’ no participan (no participamos) ni en la gestión ni en el control del gasto de lo que tendría que ser también ‘nuestro negocio’. Solo… ‘contribuimos’
Porque el control y la gestión lo asumen los políticos de turno. Y claro, ya sabemos lo que es tirar con pólvora ajena… que es la cuestión de fondo: si el dinero no es mío, y si además ‘blindo’ mi cargo para que no se me puedan exigir responsabilidades… ¿Cuántos ‘honrados José’ puede haber entre los gestores de dinero ajeno (el dinero público) que no se echen una cana al aire bien sea con Putifar, o bien con el despilfarro, el gasto supérfluo, sin tino, y el amiguismo, o electoralismo, el mantenimiento de 'redes clientelares'... para seguir disfrutando del bien ajeno…?
Un ejemplo muy claro lo tenemos en las famosas viejas Cajas de Ahorro (‘y Montes de Piedad’), en su día dependientes de las Diputaciones, cuya red bancaria igualó (al menos) a la de la tradicional banca privada, y que tantos créditos concedieron a los españolitos, para comprar su primer piso… y que en cuanto vino la democracia y se dejaron en manos de los políticos de turno, y de los sindicatos… produjeron tales pufos, y tal quiebra… que aún tenemos en la Deuda española (o sea, en el ‘Debe’ de los contribuyentes) el correspondiente ‘rescate’.
Y vamos a peor porque en estos tiempos pandémicos actuales, la Deuda española está aún más disparada… y disparatada, porque la baja calidad de los políticos actuales, sus intereses bastardos y su falta de ética, convierte el pais (y sus autonomias) en un verdadero mercado persa de chanchullos, favoritismos, copiosos gastos y subvenciones interesadas, sin el menor control. Y, como sería (como mínimo) de desear, sin la menor gestión ordenada del gasto, para tratar de priorizar, al menos, el uso del dinero sacado (debo repetirlo) de los particulares.
Con una segunda (y tercera) lectura: que este gobierno actual está aumentando la presión fiscal, para sacar más ‘dinerito’ a los particulares… y que sus fechorías van a quedar, una vez más, impunes. Porque a ver qué pasa, el cierre forzado en negocios, por esto del estado de alarma y el coronavirus es, simplemente, una expropiación… y debe de ser compensada en su justiprecio. Pero no, no solo no lo hacen ‘de motu proprio’ sino que, si se les lleva a juicio (e, hipotéticamente, se gana, que esa es otra, con las injerencias que hay en el Poder Judicial…), resulta que la compensación no sale del bolsillo de los políticos… sino del dinero público.
O sea, los malos gestores se van de rositas… y los particulares tendremos que poner más dinero para rellenar las arcas públicas.
Y eso apliquémoslo a la Sanidad Pública, a la Educación Pública, a las empresas públicas… y hasta a las actividades sociales públicas. Porque acabo de leer que se calcula que el coste de un ‘MENA’ (’Menor Extranjero No Acompañado’) acogido por el Estado español nos cuesta, al mes, la frioleta de unos 4.000 euros (y en la Andalucia socialista de hace unos años, el coste estimado por menor acogido y mes superaba los 9.000 euros)
Que digo yo que debe de haber pocas familias de españolitos que se permitan gastar de su bolsillo 4.000 euros por hijo ¿no...? Pero claro, entramos en el tema de lo que los progretas consideran lo políticamente correcto… y me parece bien que ser acoja a menores desamparados. Pero para darles una educación e integrarles, y no (como se ve) para mantener pandillas de menores, dedicados muy a menudo a la delincuencia.
Y la pregunta del millón es… ¿Cuantas familias españolas, de la clase media, aceptarían acoger, integrar y educar, convenientemente, a un MENA, como si fuese su hijo… con una subvención del Estado de, digamos, 2.500 o 3.000 euros al mes…? O sea, un negocio ‘privatizado’, de ‘gestión concertada’.
Así que volvemos al principio: basta de tonterías de que el dinero público ‘no es de nadie’, como afirmaba, muy seriamente, la ‘vicepresidenta’ Calvo. El dinero público es, también, de inversores particulares… y ya es hora de exigir que se gaste bien, e incluso que ofrezca rentabilidad para los accionistas que lo pagamos… antes de ofrecérsela solamente ‘para otros’.
Que, en el ejemplo de los MENAS, y en tantos otros donde se despilfarra, todos tendríamos que estar de acuerdo en que no hay que ser ni racista, ni xenófobo, ni todo lo que se dice para justificar muchos gastos... pero es claro que tampoco debemos ser idiotas. Y que se dejen de historias, que esta 'lógica aplastante' bien que la practican hasta los comunistas. Y es que, como se decía en aquel viejo chiste sobre el comunismo y la socialización de la propiedad privada… ‘¡Ah, no, camarada... las bicicletas no… que yo tengo una…!’
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