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oy me apetece reflexionar sobre las redes, o relaciones en las que nos apoyamos los humanos para intercomunicarnos. No me quiero referir solo a las hoy tan famosas redes sociales (o RR.SS), que solo sería una parte -novedosa- del sistema, sino al ámbito global de cómo el ser humano satisface su necesidad, aparentemente vital, de socializar con sus congéneres. Me temo que sea una lucubración larga, espesa… y muy propicia a ser mucho más extensiva, pero vamos a ello… siquiera a vuelapluma.
La soledad enriquecedora
Acabo de mencionar la idea de que las relaciones sociales son una necesidad ‘aparentemente vital’ porque esto de tener que ‘socializar’ digamos que pudiera ser ‘conveniente, pero no necesario’ ya que, de hecho, existieron desde siempre ermitaños, eremitas, anacoretas, cenobitas, ascetas, santones, penitentes, gurús, e incluso órdenes religiosas, y entre ellos gente realmente notoria, que, practicando la soledad, el recogimiento y la contemplación, enriquecieron su espíritu… y crearon huella.
Así que la soledad, o sea ‘la no socialización’ es un primer punto a considerar.
Las relaciones verbales
Pero, de toda la vida, el hombre (y la mujer... ésta - “¡Machigg_ta…!” - más) ha utilizado la conversación con sus semejantes, tanto en íntimos 'tête à têtes' como en foros, reuniones, tertulias… siendo soporte principal de socialización. De modo que la palabra, muy unida a la elocuencia, que es un arte, ha marcado pautas de la conducta. Tanto que, y de ello ya hablé en este Blog, Arthur Schopenhauer, en el siglo XIX, publicó su famoso tratado ‘Dialéctica Erística… o el Arte de tener razón’, donde se explican con gran esmero hasta 38 estratagemas retóricas para conseguirlo.
Y es que, en mi opinión, una componente significativa de la relación verbal entre personas está apoyada en un importante gen, el de macho (o hembra) alpha y, en el fondo, siempre se acaban percibiendo los liderazgos, o las ganas de ‘hacerse notar’, o dominar, en las reuniones sociales.
Y sobre este modo ‘común’ de relacionarnos, poco más se puede hablar. Bueno, si, que es muy cierto que hay gente ‘socializante’ por naturaleza, que, verdaderamente, necesita hablar con alguien. Se lo pide ‘el cuerpo’, como si fuese una dependencia.
Y yo diría que esta gente (por otro lado, muy común, o generalizada), sigue tres grandes perfiles de conducta: los que necesitan (como terapia) socializar todos los días con un grupo de personas de su entorno (sus amigos, o familiares) y, o bien en tertulia, o bien por teléfono, dedican varias horas al día... y sus dos extremos: los moderados, que lo practican eventualmente, con frecuencia, digamos, semanal y los excesivos, que dan palique a todo el mundo que se les ponga por delante (y si no encuentra a nadie… lo busca). Lo cual debo decir que, al menos a mi, me parece desmesurado.
Y doy fe que conozco personas de los tres perfiles señalados.
Las redes sociales
Pero en la Era de la Información y las Comunicaciones (o sea… con la llegada del Internet) han surgido las antes mencionadas ‘RR.SS’. Y, en este terreno rompedor (de lo tradicional, quizás estamos en un primer ejemplo de lo que ahora se promociona como ‘The New Reset’) hay gente que está sustituyendo la comunicación verbal (vis a vis, o por teléfono) con el WhatsApp, o el Facebook, o el Instagram, etc.. En realidad ya empezó hace unos años con los, hoy bastante obsoletos, ‘chats’.
Y de nuevo hay varias tipologías, yendo desde el que le interesa, y eventualmente lo usa, hasta el/la que está ‘poseido/a’ por esta fiebre cibernética y ya ni usa el teléfono, ni apenas charla… y solo ejercita sus pulgares para 'guasapear' compulsivamente. Su vida social está… ‘en la nube’.
Debo declarar que yo no soy muy experto en el tema, ni siquiera uso muchas de estas RR.SS, pero quiero destacar dos ‘especialidades’ más: una, la de los ‘tiktokers’, que se dedican a publicar, para su difusión, pequeños videos propios, en general simpáticos, y otra, la de los/las ‘influencers’ que socializan, en distintos medios… para marcar moda (tendencia).
Son, sin duda, nuevas versiones del perfil de macho/hembra alpha que antes mencionaba. Interés en ser reconocidos, vamos. O puro exhibicionismo, también atávico.
Y luego están los foreros, los youtubers y los blogueros. Los foreros (especie, como el chat, en extinción) nos relacionamos con otros foreros, calmadamente, es decir, sin exigencias de inmediatez, -‘¡Esto es un foro, no un puto chat…!’ - y es casi como escribir por carta… ya que se contesta cuando te asomas al foro, se usan, en general, para pedir o para prestar opinión, o ayuda. Y como 'divertimento' en las secciones 'off topic'.
Blogueros y Youtubers, por otro lado, poseen un claro perfil: tratan de exteriorizar su pensamiento, o su conocimiento bien a través de podcasts, o videos, que ‘suben’ a Youtube, o bien publicando directamente (como yo hago) en su/sus Blogs. Los ‘youtubers’ tienen un cierto componente exhibicionista, por un lado, o ‘profesional’ por otro, porque suelen pedir que seas 'follower' o sea, 'seguidor' (también comenté en este Blog que sigo a una serie de Youtubers con temáticas interesantísimas… y veo que algunos cobran por ello)
Los Blogueros, en cambio, solemos ser más intimistas, en general (siempre hay ‘versos sueltos’) nos limitamos a exteriorizar nuestras ideas, o criterios, meditadamente, por escrito, a través de un enlace de Internet, para quien quiera leerlo o, como siempre he dicho que es mi caso, por la simple razón de poder tener esas reflexiones, o criterios personales 'en la nube', es decir, muy fácilmente ‘a mano’.
La socialización mediante la escritura
Es que esto de escribir es otro importante y tradicional medio de comunicación, que es (y ha sido…) tan importante, o más, que la comunicación hablada. Que el mundo de los escritores es todo un mundo: es el mundo de los poetas, de los dramaturgos, de los novelistas… así como de los historiadores, ensayistas, biógrafos, críticos, periodistas, articulistas, investigadores… y el de los blogueros. Y un mundo donde se practica el culto arte de escribir (bien...).
Claro, el tema de los blogueros es bastante singular, porque es ‘gratis et amore’. Porque nos apetece escribir, vamos. Quizás con el mismo espíritu, libre, de algunos poetas. Antes se liberaba esta necesidad de escribir tus propias ideas a través de un ‘Querido Diario, dos puntos…’ o a través de las frecuentes relaciones epistolares entre novios, familia, amigos… que en mis años mozos tanto practiqué.
Pero en fin, creo que ya es hora de terminar mi ‘a vuelpluma’ de hoy. Que, como por aquella vieja historia de que ‘si te conoces a ti mismo, y conoces a tus enemigos, no has de temer por el resultado de 100 batallas’ soy muy amigo de autoanalizarme (y si es caso, corregirme), lo acabaré con el típico ‘Bueno... ¿Y donde estaría yo en esta historia...?’
Y tengo claras dos cosas: la primera, la del bendito mestizaje: nadie es nada al 100%. Y eso es bueno (hasta en política… odio el 'visceralismo')
Y la segunda que, actualmente mi relación social preferida es ‘ser bloguero’. Me atraen muy poco las relaciones sociales verbales y no practico ‘activamente’ las demás modernas RR.SS. O sea, socializo ‘lo justo’, hablo poco con terceros, me trato 'muy' mínimamente con mis 'amigos de toda la vida' y mis actos sociales se limitan a encuentros puntuales donde, además, soy todo menos parlanchín. Vamos que (al contrario de lo que me pasa escribiendo) no me gusta enrollarme, sino ser conciso y concreto… y si acaso, escuchar. Quien lo diría de quien en su día, por motivos profesionales (Consulting), ejercía bastante de instructor e incluso de conferenciante...
En una palabra, dentro de estas tipologías de las relaciones sociales, yo diría que ahora soy, en un 75%, un perfecto eremita, que me enriquezco intelectual (y espiritualmente) sobre las bases de la información que recibo de internet y otros medios, de mi importante inquietud en mejorar mi conocimiento… y de mi cabecita para analizar íntimamente, con el espíritu muy abierto, el fondo de las cosas. Y que expreso mis ideas a través de mis Blogs.
Pero si, un anacoreta. O un pensador nato… Nada perfecto, ciertamente… pero soy como he querido ser, y no reniego a ser como soy. Pensaré qué puedo hacer si algún día me falla la vista y no pueda estar enfrente de mi ordenador…
A lo mejor solo me quedaría subirme a una columna… como Simón, o Simeón, el Estilita. Que, al parecer, llegaron a ser hasta cuatro: el Viejo, el Joven, el Estilita III y Simeón, el Estilita de Lesbos). Pero seguro que lo asumo de buen grado, e intento sacar partido de ello.
Por ejemplo, podría tratar de enriquecer mi conocimiento aprendiendo a hacer títeres sobre la mencionada columna…
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