Hace unos años, el escritor, y periodista, Juan José Armas Marcelo acuñó este término de ‘mestizaje’ (él se refería, básicamente, al mestizaje cultural) para exponer la idea raiz de que el purismo puede no ser la mejor solución, y que la mezcla de ideas, o de culturas, o de componentes, etc. produce, muchas veces, mejores resultados, en la unión, que cuando se mantienen separados. Vamos, como lo de mezclar ginebra con una tónica schweppes.
El caso es que yo, que nunca he leido nada de Armas Marcelo (si que le oía como tertuliano, en algunos programas de radio y TV) me quedé con el concepto, lo he hecho mío, naturalmente ‘explotándolo’ a mi manera… y hoy me apetece hablar de ello.
Como siempre, empiezo enrollándome: y es que el decir de que no he leido nada de Armas Marcelo me trajo a la mente eso de que hay mucha gente, y tengo algunos casos muy cercanos, que son verdaderos devoradores/as de libros. Y sospecho que me miran con desprecio cuando digo que yo no leo nada.
Bueno, yo leí mucho en mi época juvenil, pero luego ya empecé a seleccionar, primero el humor inglés (un desconocido Joan Buttler (es un pseudónimo) que me me puso, verdaderamente, 'ojiplático', y luego las obras completas de P.G Wodehouse...). Más tarde, en los 70, me apasioné con Erich Von Däniker, Peter Kolosimo, etc. y luego, poco más, que si El mono desnudo, que si Forges, El código Da Vinci, y siguientes… y últimamente José Javier Esparza y su saga (de lectura obligada, yo lo tengo hasta en audio) de La gran aventura del Reino de Asturias, Moros y Cristianos, etc. Y, en recuerdos a botepronto… poquita cosa más.
Y es que el leer ‘literalmente’, o sea línea a línea, me agota, porque yo leo con excesiva ansiedad, saltándome párrafos en busca del ‘concepto’. Debe ser deformación profesional. Y me pasa lo mismo con la prensa: leo los titulares. Y así, aunque mantengo, y enriquezco, mi propia colección de libros (en formato digital, off course), la verdad es que me da una enorme pereza ponerme a leer algo. Tengo descargados, por ejemplo, un montón de libros de Alfonso Ussía, que me encanta, porque me identifico mucho con él, pero soy incapaz de echarles mano. U ojo, y fíjate que es ameno.
Pero no me enrollo más, así que conecto, ya, con ‘mi’ teoría del mestizaje: a ver, al respecto, no seamos tan puristas, Gutemberg inventó la imprenta en el siglo XV y, tras más de 500 años de hegemonía monopolística, ya es hora de que nos planteemos alternativas al papel impreso, existen los audiovisuales, las radios, las televisiones, internet… para absorber cultura e información. Así que yo, entre mi cansada vista, mi idiosincrasia, y mi modo de ser, echo mano, para mantener mi nivel cultural, no solo de los libros, y la prensa escrita, sino que principalmente exploto los recursos que nos ofrecen las tecnologías actuales. Mestizaje, en suma.
Pero básicamente esta teoría del mestizaje la aplico en mi pensamiento. Que soy ‘conservador’ parece evidente. Pero soy también muy liberal, en el sentido de que admito las (buenas) teorías contrarias. A ver, hablemos de política: ¿Hay algún partido con una ideología tan perfecta que sea, justamente, lo que precisamos…? Pues no, porque si resultase cierto, la gente (bueno, gran parte de la gente) no es idiota, y todo el mundo estaría de acuerdo. Entonces… ¿Se puede ser tan ‘partidista’ como para rechazar las ideas ajenas… incluso rayando, a veces, con el ‘hooliganismo’... o buscamos un mestizaje de ideas?
Vale, se dice que es que predomina la ‘visceralidad’. Pero si nos consideramos inteligentes... lo que debería privar es la racionalidad ¿no?.
Y, en todo caso, de admitirse el voto visceral, que sea el del corazón, que es una víscera noble, y respetable, y que además yo creo que tiene cierta relación con la mente, o la educación (siempre se ha dicho que hay gente ‘de buen corazón’). Pero lo malo es que se vota, muy a menudo, con el estómago, que también es una víscera, y evidentemente si te dan de comer ‘hasta te puedes poner ciego’… o con el hígado o el páncreas que, mira, a mi me parece que son vísceras generadoras de bilis y ‘mala leche’.
A lo que iba: que no es malo mezclar. Y ya que hemos hablado de ‘panem’, hablemos de los ‘circenses’: del fútbol. Porque… ¿Cómo se puede despreciar el mestizaje, y aplaudir ‘borreguilmente’ las acciones buenas, y también las malas, de tu equipo, y dejar de apreciar, incluso abuchear, alguna magnífica jugada de tu contrario… porque es tu contrario? Vamos, que es la historia de siempre, que me ha producido más de un disgusto en mi ‘peña’: que no se entiende eso de que ser ‘disyuntivo’ es malo, y que es mucho mejor ser ‘copulativo’. Vamos, que se puede ser del R.Madrid, y apreciar a Messi… como se puede desear que suban a Primera el Oviedo… y también el Sporting de Gijón.
Asi que yo soy firme partidario de la teoría del mestizaje. Y así, en política me parecen respetables todas las ideas adversarias que no estén en clara oposición con mis principios. En debates, acepto la controversia racional y razonada. Y en el fútbol… aplaudo el espectáculo, venga de donde venga.
Curiosamente, lo único que no me cuadra de la teoría del mestizaje es en la ‘comunión’ de razas. Pero claro, esto no es por las personas, en si, sino por el puñetero Mendel, que dice que en próximas generaciones no hay unificación en una raza mestiza, sino que (dicho como ejemplo) unos salen blancos, otros negros, y otros chocolate. Y podrían volver los conflictos. Curiosamente, los criadores de perros y gatos parecen haber resuelto el tema y, planificando cruces, crean nuevas razas ‘puras’ que son capaces de reproducirse manteniendo sus características.
Y de aquí se me ocurre pensar si a ver si el futuro de la Humanidad (o del soporte corporal de nuestro ente) pasará por la manipulación genética para crear una raza única, y perfecta, mestizando los genes más adecuados…
Pero bueno, aquí lo dejo, que me parece que entraría en ‘lucubraciones’ que se salen del tema...
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