Hoy me topé con este ‘palabro’, que parece ser que está de moda entre la 'pijería intelectual', y que, echando mano de Google, para informarme, resulta que, a pesar de estar importado del inglés (to procrastinate), es ‘de rancio abolengo’, su origen es el latín, ‘procrastinare’, de 'pro' (adelante, o con preferencia) y 'cras-tinus', que sería 'en el (o referente al) mañana' (como 'vesper-tinus' es 'referente a la tarde'), y el DRAE, que recoge la palabreja, da, al verbo procrastinar, el significado de diferir, aplazar…
Así que la procrastinación viene a ser el ‘hábito a postergar o aplazar las cosas (tareas, deberes, responsabilidades) que hay que asumir o realizar’.
Y claro, en este postmodernismo que vivimos, se le tacha de ‘trastorno volitivo del comportamiento’ y hasta se le llega a asignar algún síndrome, para negocio de los psiquiatras, cuando me parece a mi que, en general, solo estamos delante de una vulgar holgazanería, o escaqueo 'de las de toda la vida'.
Pero el caso es que está tan en boga que hay libros, cursos y conferencias de ‘personal coachings’ con nombres tan sugestivos como ‘Estrategias para dejar de procrastinar’ ‘Cambia tus hábitos y mejora tu procrastinación’, ‘10 claves para evitar ser procrastinador’, etc, etc. Vamos, que hasta lo que contaba el otro día del 'Getting Things Done' se incluye entre las técnicas del ‘not procrastinate’.
Hombre, autoanalizándome, algo 'procrastineitor' si que puedo ser, porque dejo algunas cosas para última hora. Pero como todos, vamos, que tampoco es para tanto. Porque por ejemplo hoy (y no es la primera vez que lo hago) cuando, en mi habitual duerme-vela oyendo la radio desde las 6 de la mañana, oí esta palabra, y alguna estrategia para mejorar hábitos (que identifiqué, en parte, con lo que hacía durante el confinamiento), me interesó y, para no olvidarme de ello tras la siguiente cabezada, salí de mi agradable ‘arrebujamiento’, escribí unas cuantas notas en un folio… y volví para la cama.
O sea que, cuando me importa, no soy nada dado a la procrastinación. Y hace tiempo que lo se, porque, aún acostándome siempre muy tarde… no me cuesta nada despertar y prepararme con mucha holgura cuando hay que madrugar. Mi lema es que 'si hay que hacerlo, se hace, y punto'.
Bien el caso es que, anotados mis ‘apuntes madrugadores’ (hasta he pensado, alguna vez, en tener un dictáfono en mi mesilla de noche, que a mi, los ‘duerme-vela’, me son, intelectualmente, muy productivos), ahora, con calma, durante el día, desarrollo el tema, delante del ordenador. Que, en este caso, es muy sencillo, porque una buena estrategia para ‘desprocrastinarte’, y activarte, a diario, desde la mañana, es, sencillamente...
Primero, hacer efluir la ‘positividad’.
Es importante. Al levantarte, debes mirarte en el espejo y pensar en 5 cosas por las que tienes que estar agradecido. Connio… puede costar, pero te da un primer subidón de ánimo positivo... y es buenísimo empezar así el día.
Segundo: desperezar el cuerpo.
Con 20 minutos de ejercicio ligero. Vamos, los cerca de 2000 pasos que hacía yo, por el pasillo de casa, antes de desayunar, durante el confinamiento COVID.
Tercero: un desayuno activador.
Bueno, aquí discrepo un poco, yo soy (aquí...) más frugal, aunque si a mi habitual zumo, y café, le añado tres o cuatro nueces, para aportarme el omega 3 necesario, perfecto.
Cuarto: organizar el día.
Enumerar, y plantear, al menos 3 acciones, o tareas, específicas, que tienes que realizar. Tampoco muchas más. Pero comprometerte a hacerlas 'hoy'.
Quinto: ponerse en marcha.
En este estado de cosas, positivo y estimulado, dejar que fluya el día, haciendo lo planteado. Y autoexaminarse. Para, finalmente...
Sexto: reconocer el éxito.
Si has cumplido, apláudete, reconoce tus logros, y ponte un premio: una cerveza, un vaso de vino… o exprésate, claramente, la 'satisfacción por el deber cumplido'. Lo del dicho, del viejo libro Business is People ('Mi negocio es el prójimo') de M.K.Rustomji, que siempre repito: 'si está bien... hay que decirlo. Y enseguida.'
Y con esto dicen que se te quitan los hábitos de tumbarte a la bartola a ver pasar el tiempo. Vamos, que aprendes a no procrastinar.
Manda huevos, con el palabro... y con lo que idean los 'coachings' para vendernos la moto...
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