Ayer noche me llegó la triste noticia de que había fallecido mi buen amigo Luis Ignacio Sordo. Luis Ignacio, a quien todos llamábamos ‘Petio’, era un amigo ‘de los de toda la vida’, de aquellos con los que compartimos las primeras vivencias y que, alejados por nuestras divergentes vidas profesionales, nos reencontrábamos todos los veranos en Llanes y ello nos permitía aflorar nuestros recuerdos de infancia y juventud. Y este nombre, Petio, con el que le apodábamos, le quedó de por vida, todo el mundo le llamaba así.
Lo que no creo que sepa todo el mundo es que el mote proviene de que, en nuestro Llanes natal, los amigos le llamábamos ‘doctor Petiot’, por supuesto más porque era un nombre que, en aquellos lejanos tiempos de mediados del siglo pasado, ‘nos sonaba’ porque se puso, tristemente, de moda, que por dar el perfil del genuino, y malvado, doctor Petiot.
Porque Petio, que era hijo de médico (y de un médico, José Sordo Álvarez, tan buena persona que, hace algún tiempo, medio Llanes se movilizó para solicitar al Vaticano la iniciación de un proceso de beatificación), estudió medicina (como su padre) en Santiago de Compostela, ejerció, durante muchísimos años, en Ciudad Real, llegando a ser un eminente psiquiatra infantil, y un gran 'humanista', y vivió, luego, en Madrid, no faltando ningún agosto a Llanes, a sus fiestas de San Roque y a su playa del Sablón.
Se agolpan en mi mente recuerdos muy cariñosos, que van desde cuando, de adolescentes, jugábamos al ‘Alto la lleva’ en la Plaza de las Barqueras, él con sus inconfundibles pantalones bombachos, tipo los de 'Tintín' (Petio era 3 o 4 años mayor que yo), hasta nuestras aventuras playeras en el Sablón, como miembros de ‘los Tritones’, pandilla de buenos nadadores que mostrábamos tanto grandes proezas náuticas, como habilidades en el deporte estrella del Sablón, los ‘cebes’ de olas (a ver quien cogía la ola más larga, o se atrevía con la más grande, quien llegaba, con la ‘txampa’, más hasta la arena…), habilidades hechas ‘a pelo’, no como ahora, con los ‘paipos’ y el ‘prone-bodyboarding’… y hasta tomando las olas (ahí, yo era un especialista) de espalda.
Bueno, qué decir, si yo, ayer mismo, por la mañana, que me bañé en el Sablón, todavía cogí un buen ‘cebe’ a una ola (la gente supongo que me mira como pensando que qué hace ese paisano, a su edad…).
Petio siempre fue una persona encantadora, muy simpático, y con un finísimo humor. Con el paso del tiempo (y la pérdida de arena, que afloró muchas rocas e impedía el deporte) la playa se convirtió, para nosotros, en un lugar de tertulia de amigos. Suya era la frase, cuando nos veíamos, de un año a otro, que habíamos engordado, de que no era tripa, era que, en verano, en el Sablón, nos crecía nuestra ‘vejiga natatoria’. Por cierto que, ahora que se ha digitalizado ‘El Oriente de Asturias’, rescaté un artículo suyo, sobre la playa del Sablón, que, aparte de mencionarnos, está lleno de anécdotas y personajes muy queridos y recordados de aquel ‘Sablonín’ de toda la vida, y que quiero traer aquí. Este…
Un día, a finales del verano pasado, tomando el aperitivo en mesas contiguas, recordábamos, con otros viejos amigos presentes, entrañables anécdotas personales del Llanes que habíamos vivido. Y Petio (que había dejado de ir a la playa) nos contó, entonces, que no se encontraba 'muy cristiano', que le habían detectado un cáncer, y estaba preocupado.
Pobre, no llegó a ver este nuevo verano. Ayer la primera noticia de su fallecimiento llegó de una vieja común amiga, médica como él, que comentó en las redes sociales ’Adiós, Petio, ya estarás con tu San Roquín…’ y de una nota oficial del Presidente del Bando de San Roque.
Descansa en paz, Petiotín, viejo y querido amigo, aunque nos veíamos muy poco, tengo intimado, y ahora a flor de piel, tu cara, tu voz, tu entonación especial contando anécdotas llaniscas… En fin, que la vida pasa, ya estamos todos en primera línea de fuego y va a haber que ponerse el casco, y atrincherarse...
(Por cierto, al final del día, otra amiga de toda la vida me mandó una foto, que no conocía, donde estamos muchos entrañables amigos 'sanrocudos' (y 'sablonistas') de aquellos 'años 60' (Sergio Pelaez, Manolo Galguera, Toño Espolita, Victor, Francis, Joaquinín, Rogelio Menéndez, Lito, Petio, Juan Angel, Julio Pelaez y yo mismo...), y que me apetece añadir aquí.
(Y se dice pronto... pero 'acohona': de los doce de la foto solo quedamos... la mitad).
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