Se ha reiniciado el fútbol, y ahora tendremos 40 días de ‘deporte-rey’ hasta en la sopa, que hay que meter 11 jornadas de Liga en poco más de 5 semanas. Y, de momento, sin espectadores en los campos, por el famoso COVID (o famosa, que dicen los entendidos que es el acrónimo de ‘COronaVIrus Disease’, o sea, ‘enfermedad infecciosa del coronavirus’).
Por cierto, ya se advierten dos simpáticos postureos: uno el ya comentado de las medidas ‘políticamente correctas’, como desplazarse en dos autobuses, que los jugadores reservas no estén en el banquillo, sino en la grada, muy separados entre si y con mascarilla… y mientras tanto los titulares, en el campo, se abrazan, parlotean cara a cara, marcan al hombre, etc, etc.
Y otro, el numerito de las transmisiones de TV, que nos maquillan digitalmente las gradas vacías, para que parezcan con gente… y ponen, como sonido ambiental, una grabación ‘con campo lleno’, para que no oigamos a los jugadores. Incluso personalizada, el otro día hasta se oía el ‘hala Madrid’.
Pero, al asunto, el título de esta entrada se refiere a que, después de 3 meses sin jugar, y con un final de competición (jugándose descensos) muy concentrado, y exigente, se ven bastantes empates y parece ser que la mayor preocupación de muchos entrenadores es de que no les metan gol. Practican el cerocerismo.
En mis años mozos, aquellos viejos tiempos de la táctica de la WM (hoy diríamos 3-2-2-3), la Real Sociedad del famoso Benito Diaz practicaba ‘el cerrojo’, o sea, ponía un buen portero y un ‘autobús’ de 10 jugadores defendiendo. Esto, y la fama de que regaban los campos, hasta embarrarlos, para favorecer defender, originó el vocablo de ‘antifútbol’.
Luego los italianos, con Helenio Herrera a la cabeza, practicaron ‘el catenaccio’ (o sea, el cerrojazo) pero como son más listos, o más artistas, la gente se lo tomó mejor, ya era una ‘bella tattica difensiva’ que, como el empate valía un punto menos que la victoria, resultaba tentador, para el equipo visitante, practicarla.
Ahora, como digo, lo que más preocupa a los entrenadores es ‘mantener su portería a cero’ y el fútbol se ha vuelto un verdadero coñazo, porque se especula con la posesión del balón a base de sobarlo, de no mirar a la portería contraria, de practicar el juego horizontal, e incluso atrasándolo, desde medio campo, hasta el portero... Decía Javi Clemente que una posesión del 75% significa que el equipo contrario solo dispone del balón, para intentar llegar a tu portería y meterte un gol, durante poco más de 20 minutos por partido... y matemáticamente, es así.
Claro, mantener tu portería a cero no es mal objetivo… si atacas frecuentemente la contraria, porque eso de que en el minuto 70 (por poner un ejemplo), poseyendo el balón, aun no hayas creado una sola ocasión de peligro… es, como digo, un tostón de fútbol. Volver al antifútbol, vamos.
Y además siempre pasa lo que pasa: cuando, producto de un desgraciado fallo defensivo, de una jugada fortuita, o de un rebote (o de una falta directa 'tonta' cerca de tu área), el contrario te mete un gol, y hay que ponerse ‘a remar’… a lo mejor te coge ‘desenchufado’, o sin tiempo, y acabas 'palmando'.
Esto le sucede, por ejemplo, a mi ‘Oviedín’ del alma, que, claramente, no tiene gol, juegan al cerocerismo pero, si les meten un gol... es difícil que remonten.
Y no, no, no es eso, hay que tenerlo claro: vale, puedes jugar a la defensiva, pero no hay que jugar al 'cerocerismo', sino al ‘unocerismo’. O sea, tu tienes que salir a meter un gol, y luego defenderlo. Que, conseguido, por lo menos...
a) podrás jugar a la contra y a lo mejor vuelves a marcar
b) Si, eventualmente, te cuelan un gol en el minuto 80… te será relativamente fácil salvar un punto, que incluso puede ser bueno, porque siempre suma.
Así que, como en todo orden de la vida, seamos valientes: nada de cero-cerismos. Seamos 'jugones', y como norma (positiva) de conducta... apuntémonos al uno-cerismo.
Con do cohone...
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