Me encanta la etimología, la sintaxis, la semántica… y todas estas historias ‘de letras’. Por cierto que no soy tan ‘rara avis’, hay muchos ‘tecnócratas’ amantes de las letras, el gran escritor Juan Benet era ingeniero de Caminos (y, como se sabe, de Canales y Puertos...), Luis
Buñuel era ingeniero agrónomo, el poeta Joan Margarit, arquitecto, el autor teatral Albert Espinosa ingeniero industrial quimico y, si nos vamos al extranjero, sin ir más lejos, Dostoievki, don Fiodor, era ingeniero militar, y Sthendal, matemático y escritor. Así que hoy me apetece ser didáctico...
Uno de los foros, dedicado al buen uso del lenguaje español, que suelo visitar prácticamente a diario, es este, sobre lenguaje español, en WordReference. En él hay muy buenos lingüistas, y se aprende mucho del tema. Hace unos dias alguien preguntaba…
Uno de los foros, dedicado al buen uso del lenguaje español, que suelo visitar prácticamente a diario, es este, sobre lenguaje español, en WordReference. En él hay muy buenos lingüistas, y se aprende mucho del tema. Hace unos dias alguien preguntaba…
«la expresión "la tierra está viva" ¿sería una metáfora o una metonimia?»
y las respuestas me aclararon conceptos, sobre todo cuando otro forero empezó diciendo… Vamos a ver si ordenamos ideas: Metonimia, sinécdoque y metáfora son tres tipos de tropo...
Y aquí empieza mi ‘apunte didáctico para la posteridad’ (para mi posteridad, claro). Según el DRAE: un tropo, de τρόπος (trópos) es el 'uso de una palabra con un sentido diferente del que le es propio’. Así que el tropo, en general, es un cambio del sentido semántico (o sea, del significado) original de una palabra, que pasa a ser otro. Es de uso muy habitual en poesía (‘El puñal de tu boca / se hunde en mis entrañas…’), aunque también es común encontrarlos en el lenguaje coloquial (‘ponte las pilas…’).
Son tropos muy habituales la alegoría, la hipérbole, la metonimia, la sinécdoque, la metáfora, la antonomasia, el énfasis, la ironía, la prosopopeya… y en Retórica aún se estudian muchos más. Así que toca aclarar ideas sobre estos recursos retóricos… aunque, eso si, en plan ‘conceptual’, que el desarrollo ‘a fondo’ queda para los lingüistas...
La alegoría pretende asignar una imagen a lo que no tiene imagen, para intentar que se entienda mejor. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir…” es la muy conocida y clásica alegoría debida a Jorge Manrique.
La hipérbole es un recurso que consiste en la exageración de cantidades, cualidades y características. «me duele el alma», 'con una sonrisa de oreja a oreja', ‘con los ojos como platos’, son ejemplos de hipérboles.
La sinécdoque es un ‘tropo de alteración de límite’… pero manteniéndose dentro del campo conceptual de la palabra que sustituye. Se califican ‘de largo alcance’ cuando alteran el límite por generalización (hablar de ‘los mortales’ para referirse a ‘los hombres’, de ‘ejército’ por batallón, o regimiento, de ‘hierro’ para referirse a una espada… pero también hay sinécdoques (estas ‘de corto alcance’) cuando, en sentido inverso, se sustituye lo genérico por un concepto más concreto. Por ejemplo, utilizar ‘pan’ para referirse a ‘los alimentos’, ‘techo’, refiriéndose a ‘la casa’, la expresión en singular de lo que tendría que ser plural (‘el asturiano suele ser muy amable’), etc.
La metonimia, muy parecida, es también un tropo de alteración de límite, pero en este caso el recurso usado se sale del ámbito conceptual. Es una típica metonimia sustituir la causa por el efecto como por ejemplo una obra, por su autor (Virgilio por Eneida), o la función por su prescriptor (la musa por su arte), o la propiedad por el propietario, el invento por el inventor (Renault por automóvil fabricado por Renault) o bien el contenido por el continente (copa por licor, teatro por espectadores, vecindad por los vecinos, corona por rey). Y, en todos los casos, también su viceversa.
La metáfora es un ‘tropo de salto’ (que no de alteración de límite), porque sustituye una palabra por otra con la que no tiene relación alguna, sino que solo es una ‘semejanza figurada’. A veces está próxima a ciertas metonimias. Actúa a menudo como una comparación abreviada: 'los leones de San Mamés', 'estar hecho una fiera', 'ser un zorro para los negocios', ser una perla, u oro puro…son ejemplos de metáforas muy ‘coloquiales’. Se les califica como simples (o impuras) cuando se identifican expresamente los dos conceptos (‘el tiempo es oro’, ‘eres como un sueño’) mientras que serían implícitas (o puras) cuando hay una sustitución directa (‘las perlas de tu boca…’, 'el cielo llora', ‘el ocaso de la vida…’). Las hay también ‘negativas’ que suelen ayudar a enfatizar (‘no me robes más el tiempo…’)
La antonomasia (en su origen griego, “nombrar diferente”) es tipo especial de sinécdoque (o metonimia) que consiste en sustituir la palabra (o nombre) propio por el apelativo o calificativo que lo define’ (o viceversa). Ejemplos típicos, ‘dice el filósofo…’ (por Aristóteles), ‘visitar la Ciudad Eterna…’. Ser algo ‘por antonomasia’ se ha convertido en una expresión que denota ser lo mejor, o más destacado.
El énfasis es un tropo (también de la familia de los alteradores de limite) que quiere remarcar (o, a veces, atenuar) lo que realmente se expresa. ‘lo vi con mis propios ojos’, ‘las ataduras del consumo’, ‘azotados por la tormenta’...
La ironía (también, del griego, 'disimulo o ignorancia fingida') es, en retórica, un tropo mediante el que se da a entender algo muy distinto o incluso contrario, de lo que se dice o escribe. Sin duda, decir a un buen amigo '¡Qué hijoputa eres, cacho cabrón...! podría ser un ejemplo de coloquial ironía.
La prosopopeya, finalmente, es una figura literaria (que no un tropo) cuyo significado se vincula a la voz griega prósopon, “lo que va delante de la cara”, es decir, “la máscara”. En el fondo la prosopopeya es eso, enmascarar un término por atribuirle otras cualidades. Hasta la RAE incluye la acepción de ‘afectación de gravedad y pompa’ (‘gastar mucha prosopopeya’). Es un recurso muy utilizado en literatura, singularmente en las fábulas, o fabulaciones. A menudo se confunde con la metáfora, aunque esta es más individualizada, o ‘puntual’ (la metáfora se orienta a una sola palabra, o concepto).
Hay muchos tipos de prosopopeya, pero ya me meto en el terreno genérico de las ‘figuras retóricas, o literarias’ (campo que, evidentemente, incluye a los ‘tropos’), y que es todo un mundo: habría que hablar de asindeton y polisindeton (‘blando, tierno, suave, delicado…’ / ‘blanco, y tierno, y suave, y delicado...)’ de oxímoron (silencio atronador, muerto viviente), onomatopeyas (ñaca-ñaca), pleonasmos (o redundancias): ‘lo vi con mis propios ojos’), antítesis (mas vale honra sin barcos que barcos sin honra, péinate despacio, que tengo prisa), perífrasis (‘el cielo se está encapotando’)…
Y, por cerrar el tema, de una con nombre curioso, pero muy conocida: el calambur, que es la agrupación o separación de sílabas o palabras para alterar un significado, con ejemplos tan conocidos como ‘entre el clavel y la rosa, su majestad… escoja’, que se atribuye a Quevedo, o ‘a ese Lopico, lo pico’ que decía Góngora refiriendose a Lope de Vega, o el no menos clásico, ‘su señoría es conde… y disimula muy bien’
Así que, como me he metido en un buen ‘jardín’ (por cierto… ¿metáfora o prosopopeya…?), y para terminar, sobre la pregunta con la que inicié el tema, sobre si la frase ‘la Tierra está viva’ era una metáfora o una metonimia… pues no, más bien podría tratarse de una prosopopeya.
Claro que, si eres partidario de la teoría de la Pachamama, o la Madre Gea, o Gaia… solo sería una simple aseveración.
Y aquí empieza mi ‘apunte didáctico para la posteridad’ (para mi posteridad, claro). Según el DRAE: un tropo, de τρόπος (trópos) es el 'uso de una palabra con un sentido diferente del que le es propio’. Así que el tropo, en general, es un cambio del sentido semántico (o sea, del significado) original de una palabra, que pasa a ser otro. Es de uso muy habitual en poesía (‘El puñal de tu boca / se hunde en mis entrañas…’), aunque también es común encontrarlos en el lenguaje coloquial (‘ponte las pilas…’).
Son tropos muy habituales la alegoría, la hipérbole, la metonimia, la sinécdoque, la metáfora, la antonomasia, el énfasis, la ironía, la prosopopeya… y en Retórica aún se estudian muchos más. Así que toca aclarar ideas sobre estos recursos retóricos… aunque, eso si, en plan ‘conceptual’, que el desarrollo ‘a fondo’ queda para los lingüistas...
La alegoría pretende asignar una imagen a lo que no tiene imagen, para intentar que se entienda mejor. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir…” es la muy conocida y clásica alegoría debida a Jorge Manrique.
La hipérbole es un recurso que consiste en la exageración de cantidades, cualidades y características. «me duele el alma», 'con una sonrisa de oreja a oreja', ‘con los ojos como platos’, son ejemplos de hipérboles.
La sinécdoque es un ‘tropo de alteración de límite’… pero manteniéndose dentro del campo conceptual de la palabra que sustituye. Se califican ‘de largo alcance’ cuando alteran el límite por generalización (hablar de ‘los mortales’ para referirse a ‘los hombres’, de ‘ejército’ por batallón, o regimiento, de ‘hierro’ para referirse a una espada… pero también hay sinécdoques (estas ‘de corto alcance’) cuando, en sentido inverso, se sustituye lo genérico por un concepto más concreto. Por ejemplo, utilizar ‘pan’ para referirse a ‘los alimentos’, ‘techo’, refiriéndose a ‘la casa’, la expresión en singular de lo que tendría que ser plural (‘el asturiano suele ser muy amable’), etc.
La metonimia, muy parecida, es también un tropo de alteración de límite, pero en este caso el recurso usado se sale del ámbito conceptual. Es una típica metonimia sustituir la causa por el efecto como por ejemplo una obra, por su autor (Virgilio por Eneida), o la función por su prescriptor (la musa por su arte), o la propiedad por el propietario, el invento por el inventor (Renault por automóvil fabricado por Renault) o bien el contenido por el continente (copa por licor, teatro por espectadores, vecindad por los vecinos, corona por rey). Y, en todos los casos, también su viceversa.
La metáfora es un ‘tropo de salto’ (que no de alteración de límite), porque sustituye una palabra por otra con la que no tiene relación alguna, sino que solo es una ‘semejanza figurada’. A veces está próxima a ciertas metonimias. Actúa a menudo como una comparación abreviada: 'los leones de San Mamés', 'estar hecho una fiera', 'ser un zorro para los negocios', ser una perla, u oro puro…son ejemplos de metáforas muy ‘coloquiales’. Se les califica como simples (o impuras) cuando se identifican expresamente los dos conceptos (‘el tiempo es oro’, ‘eres como un sueño’) mientras que serían implícitas (o puras) cuando hay una sustitución directa (‘las perlas de tu boca…’, 'el cielo llora', ‘el ocaso de la vida…’). Las hay también ‘negativas’ que suelen ayudar a enfatizar (‘no me robes más el tiempo…’)
La antonomasia (en su origen griego, “nombrar diferente”) es tipo especial de sinécdoque (o metonimia) que consiste en sustituir la palabra (o nombre) propio por el apelativo o calificativo que lo define’ (o viceversa). Ejemplos típicos, ‘dice el filósofo…’ (por Aristóteles), ‘visitar la Ciudad Eterna…’. Ser algo ‘por antonomasia’ se ha convertido en una expresión que denota ser lo mejor, o más destacado.
El énfasis es un tropo (también de la familia de los alteradores de limite) que quiere remarcar (o, a veces, atenuar) lo que realmente se expresa. ‘lo vi con mis propios ojos’, ‘las ataduras del consumo’, ‘azotados por la tormenta’...
La ironía (también, del griego, 'disimulo o ignorancia fingida') es, en retórica, un tropo mediante el que se da a entender algo muy distinto o incluso contrario, de lo que se dice o escribe. Sin duda, decir a un buen amigo '¡Qué hijoputa eres, cacho cabrón...! podría ser un ejemplo de coloquial ironía.
La prosopopeya, finalmente, es una figura literaria (que no un tropo) cuyo significado se vincula a la voz griega prósopon, “lo que va delante de la cara”, es decir, “la máscara”. En el fondo la prosopopeya es eso, enmascarar un término por atribuirle otras cualidades. Hasta la RAE incluye la acepción de ‘afectación de gravedad y pompa’ (‘gastar mucha prosopopeya’). Es un recurso muy utilizado en literatura, singularmente en las fábulas, o fabulaciones. A menudo se confunde con la metáfora, aunque esta es más individualizada, o ‘puntual’ (la metáfora se orienta a una sola palabra, o concepto).
Hay muchos tipos de prosopopeya, pero ya me meto en el terreno genérico de las ‘figuras retóricas, o literarias’ (campo que, evidentemente, incluye a los ‘tropos’), y que es todo un mundo: habría que hablar de asindeton y polisindeton (‘blando, tierno, suave, delicado…’ / ‘blanco, y tierno, y suave, y delicado...)’ de oxímoron (silencio atronador, muerto viviente), onomatopeyas (ñaca-ñaca), pleonasmos (o redundancias): ‘lo vi con mis propios ojos’), antítesis (mas vale honra sin barcos que barcos sin honra, péinate despacio, que tengo prisa), perífrasis (‘el cielo se está encapotando’)…
Y, por cerrar el tema, de una con nombre curioso, pero muy conocida: el calambur, que es la agrupación o separación de sílabas o palabras para alterar un significado, con ejemplos tan conocidos como ‘entre el clavel y la rosa, su majestad… escoja’, que se atribuye a Quevedo, o ‘a ese Lopico, lo pico’ que decía Góngora refiriendose a Lope de Vega, o el no menos clásico, ‘su señoría es conde… y disimula muy bien’
Así que, como me he metido en un buen ‘jardín’ (por cierto… ¿metáfora o prosopopeya…?), y para terminar, sobre la pregunta con la que inicié el tema, sobre si la frase ‘la Tierra está viva’ era una metáfora o una metonimia… pues no, más bien podría tratarse de una prosopopeya.
Claro que, si eres partidario de la teoría de la Pachamama, o la Madre Gea, o Gaia… solo sería una simple aseveración.
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