W hatever will be, will be/ The future's not ours to see/ Qué se_rrá, se_rrá… / What will be, will be… cantaba Doris Day ¡En 1956…! y quien iba a decir que, casi 70 años después, su reflexión (‘lo que sea, será/ el futuro no es nuestro, para (poder) verlo/ Qué será, será…”) aún tiene plena validez… sobre todo si nos referimos a dónde iremos a parar tras estas historias montadas por Pedro Sánchez, cara a sus pactos de legislatura (amnistía, concierto económico) con los partidos secesionistas catalanes (y vascos… e incluso algunos regionalistas más).
Estos días ha salido a la palestra la ministra de Hacienda, la sin par María Jesús (‘Petisú’) Montero, a propósito de concretar los pactos (de momento secretos) con ERC (Ezquerra) sobre la independencia económica catalana (Hacienda propia, manejo de la totalidad de lo recaudado…), negando la mayor: es decir, desdiciendo las declaraciones del Gobierno, ya que no se trata de un ‘concierto económico’ (copia del concierto (o cupo) foral vasco…) sino solo de una ‘financiación singularizada’.
Porque, evidentemente, y eso se lo están diciendo sus asesores legales, el único concierto económico que (por desgracia...) ha permitido (y permite) la Constitución Española es el (anómalo) régimen foral vasco, aceptado gracias a la habilidad pactista de los vascos y a la flojera de Adolfo Suárez. Y/O por la presión social de la ETA de entonces, claro.
Y cualquier nueva excepción al ‘trato de igualdad entre todos los españoles’ ha de refrendarse a través de un cambio en la Constitución, que deberá ser aprobado, mediante su voto, por todo el pueblo español, a lo que seguirá la consecuente disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas Elecciones legislativas. Bueno, salvo que el Presidente del Tribunal Constitucional, Conde Pumpido, claro servidor de Sánchez, saque de su chistera algún invento.
Pero, dicho ésto, la reacción de los partidos catalanes no se ha hecho esperar: unos, amenazando con no apoyar a Sánchez si no cumple lo acordado y otros (Junts per Cat) no solo esgrimiendo la misma amenaza (para reclamando la amnistía para Puigdemont) sino, también, atacando ferozmente a Ezquerra, su ‘rival’ local, y exigiendo nuevas elecciones catalanas, por engañar al ‘poble català’.
Bueno supongo que todo esto será una tormenta de verano, porque los más interesados en mantener a Sánchez en el poder son ellos mismos, que saben que así le acabarán pudiendo sacar hasta los higadillos (los higadillos de todos los españoles, claro) con tal de mantenerse en su poltrona.
Así que hasta septiembre, que es cuando verán luz pública estos pactos, con las leyes que tengan que aprobarse en el Congreso, seguiremos con declaraciones en Prensa de una cosa… y su contraria, que estamos, en los últimos tiempos, con unos políticos que mienten más que hablan, con el único objetivo que lanzar titulares para ‘conservar la iniciativa en el relato’ y hablar solo de lo que les interese, y tapar lo que no… en un montaje de trilerismo político nunca visto.
Y nosotros (los españolitos de a pie) a verlas venir, muchos (desgraciadamente) contentos con su dosis de ‘panem et circenses’, otros realmente preocupados por los derroteros a donde nos llevan una generación de políticos que han aprendido a vivir (y vivir muy bien) del erario público y que anteponen, sobre todo, sus propios intereses.
Por cierto que Pedro Sánchez, que hoy ser incorpora tras sus realmente largas vacaciones veraniegas, se va a encontrar con más de media docena de ‘morlacos’ que tendrá que saber torear muy bien...o le van a llevar directamente a la enfermeria. O se tendrá que escapar por la puerta de atrás, que es otra de las posibilidades. Así que seguiremos entonando el qué será, será...
Pero, volviendo a los cambios en la Constitución Española, debo decir que yo no le hago ascos a que se apruebe el cambio de algunos principios básicos… como el de la (aún vigente, y obsoleta), ‘ley sálica’, porque resulta que, si ahora apareciese un hijo varón de Felipe VI...sería el heredero.
Pero abordaría, igualmente, cuestiones lesivas para el interés general, como la anulación del concierto foral vasco, para que TODOS los españoles fuésemos, realmente, ‘iguales ante la ley… y el fisco’.
Y otro cambio necesario se referiría a crear las disposiciones conducentes a poner freno a los desmanes de los regímenes autonómicos, centralizando muchas cosas y evitando que se formen verdaderos reinos de Taifas.
Y, por supuesto, un tercero sería legislar claramente que, quien no quiera ser español, allá él, aquí no se obliga a nadie, así que que se le habilite un pasaporte internacional (y un estatus) y aquí paz y después gloria. Pero que, por supuesto, un ‘no español’ (o quien no jure asumir la Constitución), no podrá tener ni voz, ni voto, en las Cortes Españolas. Y, también, que se exija a los ‘no españoles’ que residan en España el famoso refrán de ‘donde fueres, haz (y respeta) lo que vieres’.
Pero no va a haber huevos...
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