Desde luego, actitudes negativas (el cerrazón de lo 'políticamente correcto') ha habido algunas, desde la infumable coreografía de la inauguración, con detalles no solo ‘chauvinistas’ (que podrían perdonarse, ya conocemos ‘la grandeur’ de los franceses) sino también ‘woke’, de culto a lo LGTBI...XYZ, y de ofensas al cristianismo, hasta hacer nadar a los tri-atletas por un Sena contaminado, admitir atletas ‘transexuales’ (¿quizás porque eran moros…? , etc, etc. Y hasta de culto a la Agenda 20-30, que leo que los atletas se quejaban de la falta de proteínas animales en los comedores de la villa olímpica.
Pero vayamos a lo positivo: aunque, anticipo, y siendo realista, es muy probable que ‘no todo el monte sea orégano’, y haya otros intereses (u otras motivaciones) en estos gestos tan deportivos, que tanto nos emociona a los ‘románticos del fair play’.
Y lo primero que quiero destacar es que hoy, en las Olimpiadas (en varios deportes pero, curiosamente, no en el fútbol, ni en boxeo) compiten deportistas profesionales de primer nivel. Y compiten (al menos oficialmente) sin ningún ánimo de lucro, no hay ('teóricamente') premios económicos, solo tres medallas conmemorativas. Y es impresionante verles, emocionados, luchar ‘por su país’, llorar de alegría por un triunfo, o llorar por una derrota (‘no jugaba por mi, jugaba por España’, declaró, tras perder la final, Carlos Alcaraz).
O nuestro golfista Jon Rahm, que gana al año más de 200 millones de euros, profundamente afectado por perder una medalla en los tres últimos hoyos.
O la gimnasta Simone Biles que, perdiendo un perseguido ‘oro’ en suelo, su especialidad más destacada, homenajea, en el podio, a la brasileña Andrade, que la superó.
O, el caso más señero, el de una china, He Bing Jiao: Carolina Martín, nuestra representante en badminton, la estaba ganando muy claramente en su semifinal, cuando un mal movimiento le destrozó la rodilla (el famoso ligamento cruzado) y tuvo que retirarse. Su contraria, la china, no solo le ayudó, y se interesó cariñosamente por ella, sino que, al recoger las medalla de plata (que luego obtuvo, en la final) tuvo el precioso gesto de fotografiarse en el podio exhibiendo un ‘pin’ con la bandera de España.
Este es el espíritu olímpico, los valores que deben promoverse. Y de hecho pienso que ‘casi todos’ los atletas van a las Olimpiadas con ese espíritu, de tal forma que luchan por las medallas para su país, y estoy por decir que festejan de igual forma ya sea de oro, de plata, o de bronce. Lo importante es subirse al podio.
E incluso el público se vuelve ‘fan’ de su país, no importa que no conozcas para nada (ni te interese lo más mínimo) la especialidad deportiva que estés viendo: el caso es que si juega España, tu vas a muerte con España… y punto. Hasta si, zapeando en la tele, ves la competición de ping-pong... y la representante de España es una china.
Claro está (y volvemos a lo negativo) que todavía hay países que llevan, para tener ventaja, a atletas trans. Mira, mi aplauso a la boxeadora italiana que, enfrentándose a un ‘tío/tia’ marroquí, se retiró a los 40 segundos, diciendo que aquello era un hombre, y no podía competir así.
Pero me quedo con lo positivo: los atletas deberían tener un reconocimiento especial, por su espíritu deportivo y fair play. Como la amiga He Bing Jiao
Y, ya, acabo por hoy. Volviendo al principio, nos movemos, como el ying y el yang, entre lo positivo y lo negativo. Porque ahora comienzan los Juegos Paralímpicos. Y, para mi, eso del Para-Olimpismo me parece penoso, otra burla ‘oficialista’, el señuelo de los gestos ‘políticamente correctos’ a los que se dedicará cientos de horas en todos los noticieros.
Vamos, que considero ridículo ver y admirar al cojo que más corre, al manco que nada más rápido… o a unos ciegos jugando al fútbol con un balón con cascabeles. Que una cosa es la superación, siempre plausible, y otra, muy distinta, montar un espectáculo mediático (y económicamente muy rentable) a costa de los lisiados.
Así que me temo que pronto habrá ‘Olimpiadas LGTBI’ (mira, una buena solución para encajar a los atletas transgénero). Y porque no tiene tirón mediático, ni políticos (de momento…) que lo promuevan, que si no se podrían crear, también, por ejemplo, unas ‘Olimpiadas para Enanos y Acondroplásicos’.
Por cierto, un apunte final que no debo pasar por alto: una parte importante del espectáculo de clausura, retransmitido a todo el mundo, tuvo, como 'leit motiv', la llegada de un extraterrestre, a quien se le explicaba la historia de los Juegos Olímpicos, etc. Lo dicho: un nuevo guiño a la cultura globalista ‘oficial’ que se está incubando entre 2020 y 2030 (‘the Great Reset’, Agenda 20-30...)… y una corroboración, como dije en su día, del gran cambio que se avecina en los esquemas culturales tradicionales.
O sea, una nueva 'Caída del Imperio Romano'...
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