Hace muchos años, en los primeros tiempos de ‘la Transición’, y dirigiendo yo San Claudio, sufrimos ‘sensibles’ huelgas laborales.
Algunas, dañinas y desproporcionadas. Cierto que nuestros salarios (incluido el mío…) tampoco eran muy proporcionados… y que además, en aquellos primeros tiempos ‘constitucionales’, las reivindicaciones obreras estaban muy de moda. El caso es que, como aparecieron en la prensa, y el relato era muy inexacto, se nos ocurrió contestar al periódico corrigiendo sus apreciaciones.
Craso error, porque a partir de entonces tuvimos que soportar una campaña (local) de prensa muy despiadada. Tanto es así que la lección aprendida fue la de que no merecía la pena enfrentarse a ese -llamado- ‘quinto poder’… porque tenían la sartén por el mango y siempre saldríamos perdiendo cuando se tratase de transmitir a la opinión pública nuestra discrepante versión de los hechos que relaten. Así que vale más hacer oidos sordos y ‘dejar que escampe’.
En una palabra, que muchos periodistas son unos cabrones y, entiendo que por ego personal (o por motivos ideológicos), anteponen el ‘vender su moto’, a su obligación de ofrecer a la opinión pública un relato ecuánime y ponderado. Abusan de su poder, en suma. Y, al parecer, les gusta...
Estos días se ha celebrado en nuestro Congreso de Diputados la moción de censura al gobierno actual, promovida por VOX, que presentó al casi nonagenario Profesor Ramón Tamames como candidato alternativo… hasta que se celebrasen nuevas elecciones (y que hablase el pueblo español, claro).
Es de todos conocido el resultado del episodio y como a mi estas cosas (supongo que por interés sociológico) me gustan mucho, lo seguí en directo… por lo que ahora quiero exponer aquí mi relato.
De entrada, Santiago Abascal presentó la moción diciendo que ya sabían que los titulares de la prensa ya estaban hechos, las editoriales ya escritas, y precocinados los artículos de opinión… y eso sentó muy mal ‘al Quinto Poder’, que enseguida quisieron 'pasar factura'. O, escudándose en ello, aprovechar para pasarla.
Y es que se les vió el plumero ya que, efectivamente, en los prolegómenos, e incluso en el propio comienzo de la sesión, se dedicaron a criticar severamente tanto al partido proponente como a todo lo que decía Abascal: que si solo era un show, que si era un favor para el lucimiento de Sánchez, que si desviaba la atención y solo perjudicaba al PP, etc, etc. Y, por supuesto, que la extrema derecha no tenía ninguna autoridad para censurar… Vamos, que hay hasta quien publicó que había que crear un cordón sanitario para aislarles.
Pero la moción empezó a desarrollarse y se fue descubriendo (al menos, bajo mi percepción) que...
a) Ramón Tamames tiene todavía la cabeza muy bien amueblada y, siendo una autoridad muy competente, decía verdades como puños. Lo que pasa es que es claro que no había ido a ejercer de eventual candidato a la Presidencia del Gobierno, sino a dar un repaso a las cosas que este Gobierno está haciendo muy mal. A censurarlo, vamos. Y yo estoy muy de acuerdo con toda la batería de ideas críticas que expuso el Profesor.
Pero, desgraciadamente, aunque su nombre no lo aventure, la ‘Moción de Censura’ ha de ser, según nuestro ordenamiento legal, ‘constructiva’ y debe de servir no solo para criticar, sino también para nombrar (si prosperase) un nuevo Gobierno.
b) Pedro Sánchez estuvo francamente mal: mitinero y plomizo (intervenciones de más de hora y media…), reiterativo y de ideas fijas, particularmente demagogo, y faltando a la verdad en mucha de la información que, en su ‘autobombo’, vertía. Por supuesto, todo leído, traía preparadas hasta las réplicas… y a veces replicaba (ridículamente) sobre cosas que ni se habían mencionado.
c) Otro tanto se puede decir de muchos de sus socios y colaboradores. Algunos, en particular su portavoz ‘Patxi’ López, profundamente criticables tanto por vociferar como energúmenos como por su contenido exclusivista, incluso ‘guerracivilista’. O Balldoví, de Compromis, o la vice Yolanda Diaz…
c) Santiago Abascal, de Vox, presentador de la Moción, estuvo muy bien. Tranquilo, pausado, desgranó con serenidad sus críticas al gobierno y ‘le puso pinto’ en las réplicas. Y como buen parlamentario… sin papeles. Lo mismo se puede decir de su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros. Discursos serios, exponiendo aguda y educadamente sus ideas en intervenciones parlamentarias bien preparadas.
d) Me gustó Inés Arrimadas. Lástima que, con su voto, se auto-descalificó. Y lástima que su partido, Ciudadanos, apunta a desaparecer… Ya dije más de una vez que me parece una gran pérdida.
e) Y en cuanto al PP… pues insulso. Fenoy… (perdón, Feijoó…), ausente. Haciéndose el sueco, vamos. Y permitiéndose, posteriormente, tachar de ‘esperpento impropio e improductivo’ un debate crítico a la gestión del Gobierno que él ni se atrevió a plantear… ni siquiera a presenciar.
Pero lo poco ejemplar, volviendo al relato, fue ver que muchos de los periodistas, y/o tertulianos de emisoras de radio, siguieron a su bola: alguno hasta dijo que Vox (‘la extrema derecha’) era un partido gamberro, que no tenía derecho a usar así ‘la sede de la soberanía nacional’. A ver, señores, un poco de sentido común, y de justicia, que los de Bildu, CUP, Podemos, Ezquerra... si pueden, y se permiten hasta (por ejemplo) retirar la bandera española, y además estos si que son (aunque sea políticamente incorrecto decirlo) de tendencias ‘extremas’.
Resumiendo, que ‘lasciate ogni speranza’, con la Prensa hemos topado, y no hay nada que hacer: seguirán vertiendo todos los fakes, bulos, versiones torticeras, etc para criticar a la ‘extrema derecha’ y continuarán con la baba caida viendo u oyendo a todo la ‘extrema izquierda’. De ahí que, como actitud, ya que los medios ciertamente influyen en la opinión pública, me parezca repugnante.
Pero, curiosamente, algunos medios digitales han publicado encuestas, ‘en caliente’, de las redes sociales… y van en el sentido contrario, la gente 'de a pie' dice que Tamames y Abascal estuvieron bien, Sánchez y sus adláteres, mal…. Y el Partido Popular… insignificante. Y al día siguiente, por más que las editoriales, incluso pretendidas encuestas, sigan insistiendo en lo nefasto de esta moción de censura, los resúmenes de las opiniones por SMS de final de las tertulias siguen diciendo lo mismo: que, mayoritariamente, ganaron, con claridad, Tamames y Abascal.
Y yo creo que es porque Tamames (y Abascal) se limitaron a defender, por ejemplo, la unidad de España, a denunciar la necesidad de rebajar ‘el peso’ de los partidos separatistas, a criticar la permisividad e indulgencia con los golpistas, a criticar la ‘memoria democrática selectiva’ y el seguir hablando de vencedores y vencidos de la guerra civil, a desmitificar la Segunda República (la del 34 y el 36), a defender la monarquía constitucional, a defender la división de poderes, a desear que se rebaje la influencia de los sindicatos en las políticas económicas, en detrimento de los criterios de los empresarios, a conciliar el feminismo con la maternidad, el reto demográfico y la inmigración controlada… etc., etc.
Y, sobre todo, a defender la Constitución del 78, y el espíritu de concordia.
Personalmente, yo también lo firmo. Como firmo los divertidos ‘zascas’ que, imprevistamente, iba propinando Ramón Tamames a sus oponentes: ‘le rogaría que fuese conciso, no venga aquí con un tocho de papeles a soltar su rollo’ ‘Señora Presidenta, debería tasar los tiempos de las respuestas’, ‘diga las cosas sin gritar, se le oye perfectamente’. ‘Voy a sugerir a la Presidencia que se tenga a mano cafinitrina, que se exaltan mucho y pueden sufrir un infarto’, etc, etc.
Y sus ‘estruendosos silencios’ cuando el interlocutor no merecía más… así como su respeto a las opiniones discrepantes, dichas educadamente.
Acabo. Sigan, sigan los nefastos miembros del Quinto Poder tratando de imponer su influencia, abusando de su capacidad para ‘sostenella y no enmendalla’ y de su potencial para transmitir al público su visión personal. Aceptemos que la guerra del relato la tienen ganada. Pero lo he visto en varios medios: si, después de decir lo que el cuerpo les pida decir, recaban la opinión personal de sus lectores (o oyentes), la mayoría dicen lo mismo: que ellos están de acuerdo con lo que dijeron Tamames y Abascal.
Y esto es así. Así que solo les queda o el dejarlo decaer… o insistir en un gran ‘lavado de cerebro’ para que las elecciones no sean particularmente nefastas (respecto a sus intereses personales).
Aunque creo que se notaría mucho. En fin, al tiempo…
(Pero yo también tengo algo que censurar: el que, apenas pasadas 48 horas del evento, apareciese a la venta, al módico precio de unos 5 euros por ejemplar, un documento impreso con el discurso pronunciado por el Profesor Tamames. Y esto… también es repugnante).
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