N o podría imaginar que en la primera madrugada de este año (exactamente entre las 6 y las 7:00 del 1º de enero de 2023) me levantase varias veces a apuntar en un papel ideas que se me iban ocurriendo, en mi duerme-vela, oyendo el programa ‘Toma la pastilla roja’, que es un espacio radiofónico ‘de ciencia y ficción’ de Onda Cero… y que en mi mente (¡Lo juro…!) apareciese continuamente la figura de Pablo de Tarso cayendo del caballo, descubriendo el cristianismo y, dejando todo, ponerse a predicarlo por todo el mundo. Y eso que apenas tomé champán...
Y me apesadumbra reconocer mis muy limitadas capacidades retóricas para la prédica… o para la simple tertulia de amigos. Así que me limitaré a escribir aquí, en mi Blog, sobre este apasionante tema al que llegué por mis propias reflexiones.
O sea a través de mi famosa ‘creatividad mental’, de las que forman parte, por ejemplo, mi teoría del avatar, mi sentimiento de que al morir no nos vamos (lejos...), mi idea de que el cuerpo solo es un soporte físico perecedero (y reemplazable), la teoría del magma mental común y universal y sus ‘atajos’, etc… y resulta que veo que hay mucha gente pensando en el Transhumanismo, y que además hasta se ha creado una especie de religión en torno a ello, que llaman Humanity Plus, o H+.
Ya hace cuatro años describía yo, en una entrada que titulé ‘Pierre qui roule’, mis inquietudes sobre la creatividad mental y el tema de hoy, que fuí ‘aventando’ a lo largo de este Blog. Y ahora me apetece centrar ideas, y crear, para mi uso, un ‘corpus didáctico’ de sus conceptos ‘nucleares’. Como San Pablo, vamos…
Hay que empezar diciendo que se llama ‘Transhumanismo’ a una línea de pensamiento, o movimiento cultural, extendido internacionalmente, y cada vez más en boga, por el que se pretende “transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías que permitan mejorar las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual”.
Hablaba el otro día de las fases de Industria 4.0 e Industria 5.0, donde la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas, la banda ancha 6.0, la nanotecnología… cada vez eran una realidad más palpable, y cotidiana, y están cambiando muy radicalmente los esquemas históricos del desarrollo de la humanidad.
Pues bien… ya estamos en ello: y la ‘eugenesia’, otro concepto bastante viejo, que estuvo muy de moda, y que no es otra cosa que la ciencia que se ocupa del perfeccionamiento de la especie humana, mejorando las características de la especie (o sea, en el fondo, ‘la selección de la raza’) tiene un campo amplísimo para impulsar sus objetivos, amparándose en todas estas novedosas tecnologías hoy en boga… y en creciente desarrollo: implantes, chips, órganos y prótesis funcionales recreados por 3D, neurofármacos, potenciadores, etc, etc.
Así que, sin darnos cuenta, nos plantamos, como digo, ante una nueva religión, ‘el transhumanismo’, con el pensamiento clave de que el hombre no solo puede llegar a ser un ser cuasi-perfecto (en cuanto a sus capacidades) sino que también puede ser (perfectamente…) inmortal. Y hay quien apunta a un plazo cortísimo, entre 10 y 15 años, para llegar a este nivel de ‘Estado del Arte’.
Claro, a mi me surgen dos iniciales pensamientos, ambos inquietantes: uno, de base ‘cultural’, es que no se si no estaremos ante aquello que en la Biblia se contaba como ‘la adoración del Becerro de Oro’, y tal.
Y otro de base ‘social’, es que, en cualquier caso… esto solo se aplicaría (ya lo dije el otro día) a una selecta clase dominante, que la inmensidad de los individuos, que pertenecemos a los primeros niveles de la pirámide (y ya hablaba yo de mis teorías sobre la pirámide de Maslow, hace casi 9 años…) seremos los delta y epsilon de ‘Un mundo feliz’ del Huxley… que tendremos ‘fecha de caducidad’ y que (al tiempo…) nos alimentaremos de gusanos, insectos y larvas. De hecho, la Unión Europea acaba de aprobar el primer protocolo al respecto…
(Al hilo de esta idea, está por ver, no obstante, si en las recepciones oficiales de los políticos se sirven platos con gusanos de la harina, larvas de escarabajo y grillos y saltamontes a la parrilla… o si ellos se apiporran de ‘salade de canard à l’orange avec foie et pistaccios’, ‘niguiri de vieira con trufa de la Toscana’, ‘tartare de thon sobre tuétano du bœuf galicien’ y ‘crème brûlée asiática con helado de pimienta de Sichuan’… porque la Revolución francesa también debió empezar por alguna cosita así...)
Pero bueno, volviendo al tema de hoy, parece que lo del Transhumanismo ya está aquí y que las cosas van a ir por ahí. Con lo que llegaremos al otro concepto mencionado, la Posthumanidad… porque no sería otra cosa que la consecuencia final del Transhumanismo.
Y voy a poner una eventual ficción, y aquí lo dejo: imaginemos (como simple ejemplo de hacia donde vamos) que, a través de las tecnologías emergentes, con motivo de mejorar nuestras capacitaciones, se hace viable imitar (y reproducir) nuestra voz, nuestros gestos y costumbres, nuestro pensamiento, nuestros recuerdos, nuestras vivencias… y tenerlas en un gran disco duro de un gran PC (¿El Gran Hermano…?)
E imaginemos... (bueno, de hecho, ya existen las primeras experiencias) que se puede llegar a recrear un ‘gemelo digital’, o ‘sosías virtual’, que nos replique absolutamente. Enlacémoslo con nuestro avatar en la nube. Y ahora, en la comunicación digital (redes sociales...) ¿Alguien distinguiría el ‘Yo’ del ‘El’…?.
Y a lo mejor, en esos momentos, alguien se empezaría a preguntar...: ¿Qué utilidad tiene, entonces, el Yo físico, sujeto a ausencias, deterioros, averías…?
Pues… ¿Esto será la PostHumanidad? ¿Ideas, energía, ondas electromagnéticas… atemporales?
Pero lo dejo por hoy, que ya he llegado demasiado lejos…
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