Esto del ‘rediós’ no es más que una interjección, admitida por la RAE, que aunque parezca malsonante se puede utilizar para denotar, simplemente, sorpresa. Vamos, como exclamar... '¡La madre que me parió…!'
Y, hablando de ‘sonar mal’, es curioso, sin embargo que nunca nos sonase mal (o, mejor, nunca nos ‘rechinó…’) esta frase que venimos oyendo desde críos: “Entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…”. Porque… ¿Dios no tendría que decir, más propiamente... “Haré al hombre a mi imagen y semejanza…”?
Pero digo más: la palabra (hebrea) que se utiliza para mentar a Dios, en la creación, es la muy conocida de ‘elohim’. ¡Pero, según los lingüistas, esta voz es plural… porque el singular es 'eloah'! Y por ello la traducción literal del famoso pasaje del Génesis debía ser... «En el principio, los dioses crearon los cielos y la tierra»…!
Bien, pues toca deshacer el nudo gordiano… y con una bomba: resulta que Dios, en realidad, tenía una mujer a su lado. Es decir que fue una pareja quien creó el mundo. Y además, para la civilización judeo-cristiana, hasta tienen nombre: Yahvé y Asherah.
Asímismo, hay que decir que en la Biblia, donde se habla muchas veces del ‘jefe’, de Yahvé… también se habla de la ‘jefa’, la diosa Asherah. Y añaden los estudiosos que se la menciona como mínimo en 40 ocasiones, siendo citada al menos en ocho de los libros de la Biblia hebrea: en Éxodo, Deuteronomio, Jueces, Reyes, Isaías, Jeremías, Samuel y Crónicas.
O sea, lo dicho: ¡La madre que me parió…! Porque la cosa parece que va en serio: hay una ‘deidad dual’ y, junto a la existencia del dios padre, el gran Yahvé, existe la diosa madre, Asherah… y seguramente ‘con mando en plaza’ (porque incluso tenía su culto)… para satisfacción de las progretas feministas de ahora.
Tanto es así que no solamente se habla de ella en la Biblia, sino que esta figura femenina 'asoma' en muchas antiguas civilizaciones: Los fenicios la llamaban Astarté, los asirios la adoraban como Ishtar, y los filisteos tenían un templo de Asera, la deidad principal de los cananeos era Astoret (Asera), diosa de la fertilidad. Y es, al parecer, la egipcia Hathor, la esposa de Ra. E incluso Isis, esposa de Osiris, no parece, tampoco, muy alejada del mito...
Entonces… ¿Qué es lo que pasó respecto a la religión judaica, de la que derivamos…? Pues parece ser que, ‘in illo tempore’, también era politeista, y aunque, tras las ‘intransigencias’ del profeta Elías, que era un ferviente partidario de Yahvé… aún se admitiera a Asherah (pero no a Baal, ver 1 Reyes, 18:19 y 18:40), definitivamente, hacia los siglos 8º y 7º a.d.C, con Ezequiel, y finalmente con el rey Josías, bajo el impulso del ‘patriarcado’ (incluso misógino) tan típicamente judío, y con la idea de unir políticamente al país en torno a un dios único, se acabaría definitivamente con aquel ancestral politeismo y nuestra diosa Asherah desapareció del culto judío… y de la Biblia, donde incluso pudo ser ‘censurada’.
Pero parece evidente que, ya desde el inicio de los tiempos, el ser humano ‘pensante’ tenía muy claro el concepto de un dios-padre, como ‘el creador’… y también el de una ‘diosa-madre’ o ‘reina de los cielos’. Así que siempre anduvo rondando una deidad femenina ya desde la época de las cavernas (las venus paleolíticas...), y la famosa dualidad era muy palpable por ejemplo desde el hinduismo, con Shiva y Parvati, o con Vishnu y Lakshmi, o con Amón y su esposa Mut en Egipto, Marduk y Sarpanitu en Sumeria, Zeus y Hera en Grecia, o Júpiter y Juno en Roma.
Y hasta se dice que, en sus inicios, el judeo-cristianismo incluyó algunas de las versiones de la diosa Asherah en su panteón de divinidades superiores. Incluso la mitología árabe, anterior a la codificación monoteísta del Islam en el 622 d.C., también incluía una miríada de dioses menores, genios, demonios y monstruos, entre los que destaca la figura femenina de Alat, una diosa mayor.
Bueno, pues tras este culto ‘copia y pega’ de mis incursiones por Google, la cosa está clara: todo hace indicar que, en tiempos muy lejanos, hombre y mujer ‘cabalgaron juntos’, desde luego en un plano de equidad bastante mayor que el que la civilización judeo-cristiana nos ha legado. Son distintos, pero son complementarios, como el Ying y el Yang, y eso se aceptaba… como también se aceptaba a Yahve y a Asherah.
Así que los hombres actuales (y, en particular, los hombres de la Iglesia) tendrán que ir desembarazándose de esa muy antigua herencia misógina, aceptar las cosas como son… y amén. Pero, por supuesto, esto no es, en absoluto, compatible con las ínclitas feministas radicales que, como viejas amazonas, quieren al macho como esclavo. Digamos que hay que dejar que sea la madre naturaleza (y no las ‘mentes retorcidas’) quien nos diga cual es el camino ideal del equilibrio.
Y por cierto, para terminar… ¿Y quienes serían estos ‘dioses’ tan ‘humanos’ que se emparejaban, creaban vida en nuestro planeta Tierra, tenían (según muchas mitologías ancestrales) una corte de dioses y semidioses a su alrededor… incluso ejércitos de seres angelicales de distintos grados, o especializaciones, y algunos hasta se rebelaban contra ellos y o bien eran destruidos, o se les expulsaba a las tinieblas… de los que hablan las viejas civilizaciones…?
Sin ir más lejos, a mi siempre me marcaron profundamente (las leí de joven) las historias de la Mitología griega, los dioses del Olimpo y su ‘humana divinidad…’
Así que me quedo con la exclamación de sorpresa con la que abría el 'curioso' tema de hoy: ¡Rediós…! (o, su versión más moderna… ¡’La madre que nos parió…’!)
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