viernes, 18 de junio de 2021

Señora Ministra de Educación...

Siempre se dijo, Doña Isabel Celaá, señora ministra, que ‘la letra con sangre entra’. Pero esto, hoy en día, no significa violencia, y menos violencia de género (porque siempre se habla del ‘maestro’, aunque también hubo excelentes maestras), sino que, para aprender o para avanzar en el conocimiento, o para alcanzar una meta, puede ser  necesario un duro esfuerzo personal en el trabajo y/o la dedicación al estudio.

Señora ministra, ha conseguido usted que se sancione, tras ser publicado en el BOE, una Ley de Educación, La LOMLOE (‘Ley Orgánica de Modificación de la LOE’), más conocida como ‘Ley Celaa’ que obvia el principio del mérito, y el del esfuerzo de superación, y entre otras lindezas, permite pasar de curso habiéndose aprobado, o no, las asignaturas. E incluso, gran paradoja, obtener el Título Oficial de Bachiller ‘aún no habiendo aprobado todas las asignaturas’.

Lo cual conduce a la devaluación de los estudios, y de los títulos… porque solo falta que, siguiento esta tendencia, avance esa laxitud a otros niveles.

Y es curiosa la reflexión/excusa social conexa: se argumenta que ‘el maestro no está para exigir esfuerzos en pos de la excelencia, eso debe depender del propio alumno, y de sus padres’. O, lo que es lo mismo, el funcionario docente debe limitarse a impartir una formación ‘básica’, como únicas responsabilidades… y luego allá cada cual.

O sea que, presumiblemente, muchos padres (o madres), o tutores, agobiados por su propio trabajo u obligaciones, o por simple egoismo, que nadie es perfecto (ni culturalmente 'avanzado') estarán muy tentados a decir a sus hijos… «nada, hombre, pues no te hernies, que vas a pasar el curso como el mejor…»

Las conclusiones son muy claras: la primera, que ‘descafeinando’ los estudios formaremos una juventud en unos niveles educacionales mínimos (base desde donde luego, cada cual, se deberá buscar la vida).

Cierto que habrá algunos que, efectivamente, podrán llegar a ser ‘excelentes’. Siempre hay ‘superdotados’ (o padres responsabilizados que les exijan la excelencia). Pero una gran mayoría tendrán un escaso bagaje cultural y unos criterios en ‘humanidades’ muy limitados (y, sobre todo, muy poco homogéneos, dependerán de los ambientes familiares y sociales en los que, respectivamente, se muevan… donde deberían completar su aprendizaje).

Dicho de otro modo, es una buena forma de criar ‘borregos’. Vamos que, en el fondo, estamos en la conocida historia del ‘yo te apruebo y tu me apruebas’ (y así, luego, me votas, claro). Y no puedo menos que acordarme de lo que ya comentaba en aquella vieja entrada de este Blog, sobre como domesticar cerdos salvajes.

La siguiente conclusión a la que llegaríamos es a la de que puede ocurrir que los títulos universitarios, o serán más inaccesibles, con gran propensión al abandono de los estudios, por fracaso, si la universidad quiere mantener un nivel cultural razonablemente exigente (empezando por lo más sencillo, como sería no admitir, en la Universidad, escribir con faltas de ortografía)… o quedarían muy devaluados, si cunde lo de la laxitud en las exigencias.

Y este segundo caso, que es el más probable, llevará (de hecho, está empezando a llevar ya) a que lo importante no va a ser el título, en si… sino los Estudios Postgrado de especialización, los ‘Campus de Excelencia’, los Masters... donde naturalmente se prima el afan de superación, y el esfuerzo personal. Estudios complementarios, diferenciadores, en general muy caros y elitistas, a los que acceden cuatro becados… y los hijos de los ricos.

Denunciaba ayer, con gran razón, el estupendo periodista Luis del Val, que ‘el Bachillerato de Franco era más socialista’. Y claro que tiene razón, porque ahí encontrabas vocación por enseñar y aprender, e igualdad de oportunidades (los educados en colegios privados, con ‘notas’ privadas, teníamos que revalidar, en el instituto oficial, nuestros ‘reales’ conocimientos) y, además, se potenciaba a estos jóvenes, que en su día darían el relevo generacional, a través de un abanico de conocimientos impensables para hoy en día. 

Vamos que yo, que soy ingeniero, estudié 3 o 4 años de Latin, y de Historia de España, y de la Religión, y de Geografía, y de Lengua y Literatura… y hasta de Filosofía, que todavía me acuerdo de los aristotélicos modos del silogismo: barbara, celarent, darii, ferio, baralipton, cesare, camestres, festino, baroco…, etc, etc)… con los que, en principio, te tenías que ‘escornar’, con momentos en los que, ciertamente, se sudaba no se si tinta o sangre… pero que los tenías que superar)

Y, sobre todo, se destacaba, incluso premiaba, a los que sobresalían en los estudios, y se competía por ser el mejor.

Pero ahora, señora ministra, que se pretende estudiar sin exigencias, con ‘barra libre’ (en un ‘todo vale’)... ¿Podrían dejar de ser necesarios, incluso, los exámenes…? Y, sobre todo, solo podrían destacar aquellos que busquen la competitividad en conocimientos (y en ‘mundo’) por sus estudios complementarios ‘postgrado’. 

En resumen, el hijo de un obrero, o de un campesino, los hijos, en suma, de la gente con bajo nivel de rentas, podrá alcanzar (incluso sin estudiar excesivamente, si tuviese que ayudar en las tareas de su casa) el título de Bachiller, incluso el de alguna carrera universitaria de grado Medio, o Superior… pero difícilmente podrá cursar un Master que refuerce y aumente su conocimiento y le favorezca escalar en su vida profesional. Eso solo lo podrán hacer, en general, los hijos de los ricos, o de las elites.
¿Como la suya, señora ministra socialista… de Neguri... y que cursó sus estudios, varios años, en Irlanda?

No hay comentarios:

Publicar un comentario