sábado, 2 de febrero de 2019

Domesticar cerdos salvajes

Hace un tiempo leí una sorprendente historia que contenía una interesante reflexión filosófica. Como comentaba, al mencionarla en mi anterior entrada del Blog, la historia es bastante vieja, porque, buceando por Google, encuentras referencias de ella datadas de hace más de 10 años. Pero, sin duda, es una historia atemporal.

Y esta historia describe la técnica para cazar y domesticar cerdos salvajes, viniendo a decir, más o menos, lo siguiente...

"Para capturar cerdos salvajes, decía un joven a varios interlocutores, lo primero que hay que hacer es localizar un lugar en el bosque que los cerdos salvajes, buscando comida, suelan frecuentar. Y allí se coloca, diariamente, un poco de maíz en el suelo. El caso es que (continúo con el relato del joven), se observará que los cerdos salvajes volverán todos los días a comer el maíz que tan cómodamente encuentran.

Bien, pues ahora pones una empalizada a lo largo de un costado del área donde acostumbran a venir a comer, que es donde está el maíz. Cuando se acostumbran a la cerca, volverán para comer, tranquilamente, el maiz.
Entonces completas el cercado de otro costado del área frecuentada. Y pasará lo mismo, nuevamente acabarán volviendo a venir a comer maíz.

Así, poco a poco, se va construyendo un recinto cercando los cuatro lados, y dejando una puerta en el último de ellos. Los cerdos ya están habituados al maíz fácil y a las cercas, y seguirán viniendo a comer, tranquilamente, entrando por la puerta. Y es entonces cuando usted cierra el portón y captura a todo el grupo. 

Por tanto, es así de simple: se les va acostumbrando a entrar en la cerca para alimentarse con un mínimo esfuerzo, y solo en el último segundo los cerdos perciben que pierden su libertad.

Entonces comenzarán a correr en círculos dentro de la cerca. Pero ya están presos, y ahora no podrán comer más nada, salvo que tú les des de comer. Ya no pueden salir a campo abierto a buscar su propia comida, dependen de tí para alimentarse, o se morirán de hambre".

Y lo que sigue es terrible porque, continuó en joven…

"Ya no son los cerdos salvajes que correteaban por el bosque: ahora están encerrados y son ‘tus’ cerdos. Y ya ni siquiera hace falta echarles maiz, se pueden alimentar con cualquier cosa, incluso desperdicios, y no tendrán más opción que comérselo si quieren sobrevivir.
Incluso se muestran agradecidos con sus captores, que les dan de comer, y ni siquiera desconfían de que la mano que les alimenta es la misma que les puede llevar al matadero.

Los cerdos que nazcan en este encierro ya no serán salvajes, serán cerdos domésticos que no conocen la libertad y hasta temen salir de las rejas donde se les proporciona diariamente la comida. Se acostumbran tanto a eso que se olvidan de cómo cazar por sí mismos, y por eso aceptan vivir dentro de la cerca".

En este punto, el joven que contaba la historia dió un brusco salto conceptual, diciendo...

"Vereis, los gobiernos populistas, en sus proyectos dictatoriales que esconden bajo un manto 'democrático', se dedican a lanzar maíz gratuito durante tiempo suficiente para alcanzar la mansedumbre sistemática. En su papel de ‘Gobierno protector’,  subvencionan, subsidian, expropian y reparten bienes, crean programas de 'bienestar social', ofrecen transporte gratis, fiestas, ferias o festivales gratis, pan y circo… ¡Todo Gratis…!

Pero el dinero para mantener ese plan, en el fondo, se obtiene del sacrificio (actual o futuro) del propio ciudadano. Toda esa 'gratuidad' llena de felicidad a un pueblo mal acostumbrado con las migajas del maíz fácil y gratuito. Y nos roban la capacidad de ser críticos, de pensar... y de convertirnos en personas emprendedoras que deben ingeniarse para buscar su propia comida. Pero claro, nada sale 'gratis', y de la nada. Y algún día, y de alguna manera, tendrán que regularizarse las cuentas pendientes.

Así que si ustedes se dan cuenta de que toda esa maravillosa 'ayuda' trata de apesebrarles y hacerles dependientes de su sistema… plánteles cara, exigiendo que no atenten contra sus capacidades personales y su libre albedrío. Y que no hipotequen su futuro.

O, bueno, crúcese de brazos, olvídese del viejo bosque, y coma también el maíz, o lo que le den… y espere la matanza".

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