jueves, 14 de enero de 2021

Cospiranoias californianas

En algunos (unos pocos) medios audiovisuales, se comenta, estas semanas, el complot que se ha montado contra el presidente de los EE.UU Donald Trump, al que yo no quiero juzgar ni por su gestión, ni por su modo de actuar, que para eso están sus paisanos. Pero que en lo que si quiero entrar es en analizar una serie de hechos acaecidos (y temo que algunos por acaecer)… cuyas consecuencias pueden llegar a ser muy preocupantes.

La cuestión se inicia en los habituales enfrentamientos de Trump con ‘el orden establecido’, y en la animadversación que, contra él, crece en algunos círculos internacionales de poder. Y empieza a tomar cuerpo a partir de una campaña presidencial donde se pensaba que Trump y el partido republicano, ‘de derechas’, en el poder, a pesar de sus modos chulescos y de su ‘America first’ (que, por cierto, es un slogan clásico de los partidos americanos… desde 1916) iba a arrasar en las elecciones a la presidencia de EE.UU, porque las encuestas daban que ‘la América profunda’, de donde sacó, en 2016, más de 60 millones de votos, le iba a seguir apoyando.

Pero (ya se conoce el resultado), venció el demócrata Biden con un 51% de votos populares (aquí, a Trump le votaron ‘solo’ casi 74 millones de ciudadanos americanos), y un mejor resultado en los ‘votos electorales’ asignados a cada estado de la Unión… pero con una importante denuncia de fraude por graves irregularidades (casos de votos fuera de plazo, censos hinchados, exceso de papeletas…) que llevaron a que 3-4 estados, habitualmente republicanos (de Trump), fuesen ganados por el partido demócrata de Biden.

Como he dicho, yo ni entro ni salgo en la cuestión, pero la historia sigue con la negativa de Trump a declararse perdedor, un lento camino de recursos, sobreseidos o perdidos… hasta llegar al ‘rodeo e invasión del Capitolio’ por parte de una masa de gente que, creyendo lo que, a pesar de todo, seguia diciendo Trump, que había habido un claro fraude, se sintieron estafados y vieron, en la protesta activa, su único camino.

Y acaba en la inmediata expulsión del (todavía) presidente de los EE.UU de todas las redes sociales ‘comunes’, y en el boicot para que pueda expresarse y comunicarse en otras. (Luego sigue lo del 'impeachment, etc)

Exactamente, se le han cerrado (unilateralmente, y en 24 horas) sus cuentas de Twitter, de Facebook, de WhatsApp, sus canales de Youtube, Tik-Tok, Pinterest, Instagram… y además, se ha boicoteado a otros medios libres, el más famoso es ‘Parler’, al que han retirado de las ’stores’ de Google y Apple, para que nadie pueda descargar esas aplicaciones y registrarse como nuevo usuario en ellas. Y Amazon, y Google, junto con otros que monopolizan el mercado de ‘servidores’, han prohibido el alojamiento en sus servidores a todos aquellos medios (ajenos al mecionado ‘nucleo duro’) que acepten que Trump y sus seguidores puedan hacer uso de ellos.

En una palabra… de un día para otro han expulsado y borrado a Trump, y a las iniciativas para permitir hacerle un seguimiento, de las ‘RR.SS’ (redes sociales), que son el vehículo actual de las comunicaciones mundiales, promoviendo su absoluto silenciamiento. Pero la pregunta es… ¿Y quienes han sido…? 

Pues, al parecer, han sido los que ya se ha bautizado como ‘la izquierda californiana’, al que pertenece la futura vicepresidenta, Kamala Harris, y un grupo de lideres ‘progretas’, dueños de las ‘tecnológicas’ que están cambiando el mundo con los ‘big data’, los ‘algoritmos mercadotécnicos’ y la ‘información orientada’ como base para la creación de tendencias de pensamiento.

Y la siguiente pregunta, como es lógico, ha de ser… ¿Y quienes son esos tipos para creerse dueños de la libertad de expresión, o de comunicación, de todo el mundo, y discriminar a su antojo?

Pues de momento, la única persona ‘influyente’ que parece que ha dicho, tímidamente, algo así como ‘¿A donde vamos a parar?’ ha sido la canciller alemana Angela Merker.

Porque esta gente, los Zuckenberg, dueño de Facebook y Whatsapp, Bezos, dueño de Amazon, Schmidt, presidente ejecutivo de Google, Jack Dorsey, de Twitter, y los de Apple, Instagram, etc. etc. apoyados por otras fuerzas vivas (se habla de Soros, Gates...) forman una ‘trilateral económica, ideológicamente progreta’ que está llevando al mundo ‘a comer de su mano’.

Bueno, progreta… y capitalistas puros, pero que ven en la progresía el becerro de oro con el que ‘comer el coco’ a gran parte de la población joven… por cierto muy escasa de ‘valores’, tanto morales como culturales.

Y claro, el viejo aforismo, que ya he repetido aquí más de una vez, y que asumo como ‘regla de oro’, de que ‘con la información se tiene el control’ (‘y con el control, se tiene el poder’) se usa para experimentar con las noticias falseadas (fakes), con los ‘trending topics’, los ‘posts víricos’ y con los idealismos de la gente, para mostrar lo que se quiera considerar como bueno, y ocultar lo que se considere como malo. Y, sobre todo, para sensibilizar a la gente sobre qué es lo bueno y qué es lo malo.

Esto es… reinventando las consignas ideológicas y la censura. No se si tratando de revivir ‘Un mundo feliz’, y su Gran Hermano… o el fascismo y la dictadura del pensamiento único.

¿Y qué consideran lo bueno…? Pues, por ejemplo, la globalización, el Black Lives Matters, el feminismo, los emigrantes… Y lo malo, los valores tradicionales, la derecha…
Por ello, el problema actual está, como he dicho, en que el Gran Hermano creado a partir de las RR.SS, siguiendo las instrucciones de ‘sus machos (y sus hembras, I suppose) alfa’, ha dado un gran paso al frente y, en su creída potestad de decidir unilateralmente quien tiene voz, y quien no puede tenerla, bloqueando sus posibilidades de comunicación, se ha atrevido a hacerlo ni más ni menos que con el actual presidente del más importante estado de la cultura occidental.

Así de sencillo. Por eso es muy clarificante la reacción de Angela Merkel. Por que a ver qué pasa, y si hay un debate para dar una salida razonable a esto, o si todo el mundo dice amen, como borregos… o si la gente que no lo acepta se tiene que ‘levantar’ para romper las cadenas…

Porque, en el fondo, este tipo de levantamiento es el que ocurrió, el otro día, en la toma del Capitolio americano por los partidarios, cierto que los más exaltados, de Donald Trump, descontentos porque aparentaba (y no se ha probado lo contrario) que había habido un ‘pucherazo’ en las urnas.

Y la cuestión es muy sencilla: estos poderes fácticos, las ‘tecnológicas’, no tienen el menor derecho a ejercer la censura, y menos justificándola como ‘automatismo de protección contra contenidos falsos, o de incitación al odio o a la revolución, etc…' cuando no es exactamente así y, sobre todo, cuando para ésto bastaría que evitasen (y está en su mano) el anonimato de sus usuarios, que la Justicia, y sus Tribunales, están para perseguir y juzgar a quien transgreda la ley… sin necesidad de que otros dicten su propia ley... y ‘a su imagen y semejanza’.

Porque me parece a mi que prefieren vender la noticia ‘como convenga’... ya que acciones violentas de grupos progres, o raciales, ha habido muchas, y desde hace mucho… y no se usaron para crear un estado de opinión contrario, o al menos crítico. Incluso se ha tratado de amortiguar su ruido, y todo ello por cuestiones que siempre se acomodan bajo el paraguas de ser ‘lo políticamente correcto’ (eufemismo para definir ‘lo interesado’). Y un ejemplo típico son las denuncias (anónimas) de ‘usuarios interesados’ de cuentas de twitter y youtube (y basta con unos pocos, si tienen ‘créditos apropiados’)… que hacen cerrar la cuenta personal de un político, o periodista o un simple usuario, que no vaya en la línea de lo ‘políticamente correcto’, y que se ve aquí, en España. O el pasar de puntillas en actos de vandalismo (o agresiones sexuales 'en manada') de grupos étnicos 'no blancos', e incluso de grupos de extrema izquierda.

Y es que la conspiranoia californiana, la de los 'Big Tech', que tiene conocidas réplicas en los ‘medios audiovisuales progretas’ de paises como el nuestro... llevan tiempo cabalgando a sus anchas. Y es hora de decir basta, y de exigir ecuanimidad en el tratamiento de la información pública gestada y recibida.

(Caramba, he escrito demasiado, y a ‘vuelapluma’. No se si tendré que restructurar y/o simplificar las ideas...)

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