C
uando, en la olimpiada de México de 1968, Boby Beamon hizo un salto de 8,90 metros, batiendo el récord de longitud, que estaba en unos 8,35 m…
¡En más de medio metro…!, no cabe duda de que traspasó una línea roja, porque los récords se baten casi centímetro a centímetro. Tanto es así
que su récord tardó en superarse… casi 23 años. Y Beamon alcanzó la fama por esa hazaña... aunque es menos conocido que el nuevo recordman, Mike
Powell, que registró un salto de 8,95 m. en agosto de 1991, aún mantiene esa marca como récord actual, con lo es claro que se volvió a traspasar la famosa linea roja, porque su marca lleva ahora vigente... ¡casi 33 años…!
(Y lo que queda, porque los mejores saltadores están alcanzando, como mucho, en estos más de 50 años, marcas entre 8.50 y 8,75 m…. aún bastante lejos de esos ‘viejos marcones’).
Aquí, en esta España mía, España nuestra, también se están traspasando muchas lineas rojas, pero no por aquellos valores del ‘citius, altius, fortius…’ sino por el interés espurio, bastardo… del ‘sanchismo’ que, tratando de aferrarse al poder sin importarle ni los medios, ni las consecuencias de su ‘compulsiva compra de votos’, está destruyendo muchos cimientos de la convivencia… que a ver qué consecuencias conlleva.
La última linea roja traspasada ha sido, para contentar al nacionalismo catalán, la de incluir en la Ley de Amnistía hasta los delitos de terrorismo… con lo que exoneran y ‘blindan’ a Puigdemont y sus prófugos, a los extremistas de ‘tsunami democratic’ y a las CDR (‘Comités de Defensa de la República') que sembraron de terror Barcelona por ejemplo en los amotinamientos secesionistas de 2017 y 2019, apedrearon a las fuerzas públicas, incendiaron las calles.... Porque (alegan ahora los socialistas) resulta que el de los catalanes (y, me imagino, dentro de poco, el de los vascos), 'es un terrorismo humanitario, que no atenta contra los Derechos Humanos'. Y luego hay otro terrorismo... 'el malo'. Vamos, como el colesterol bueno y malo. Y eso si que es cruzar una línea roja, que a ver qué consecuencias conlleva.
Líneas rojas que también se traspasaron, recordemos, cuando lo de la ley del ‘Si es Si’, de Irene Montero, que se tradujo en una reducción de penas, incluso excarcelación, de un montón de violadores. Y es que hace falta tener un mínimo de cabeza, y de formación… para gobernar bien.
O como ahora el nuevo (y extremista) ministro de Cultura, que ha tenido la ‘ocurrencia’ de querer desmantelar los museos nacionales retirando, incluso devolviendo, todo lo que aparente ‘colonialismo’, ‘desigualdad’ o ‘inercias de género’.
O las ocurrencias de la ministra de trabajo, Yo-Yolanda, que decreta subidas salariales, reducciones de jornada, tratamiento del paro… al más puro estilo comunista, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, y creado un profundo malestar en los empresarios y gran inestabilidad en los mercados y en las inversiones de capital exterior.
O la persecución ‘ad personam’ al poder judicial cuando algún juez no se aviene a ‘lo que interesa al gobierno’. O las maniobras torticeras del Tribunal Constitucional, completamente paniaguado y fiel al gobierno, extralimitándose al anular decisiones del Supremo y ‘amnistiando’, también, a políticos ‘pateadores de policias’, defraudadores, etc. como pago, supongo, a ‘servicios prestados’ por su partido.
O las ‘ocurrencias’ de género, que parece ser que, en Cataluña, con la nueva 'ley trans', van a instaurar, en los formularios oficiales, una casilla adicional para poder marcar (y por tanto reconocer) un tercer sexo: el de los ‘no binarios’ .
O las concesiones al nacionalismo vasco en la (hoy por hoy…) vecina Comunidad de Navarra.
O los desequilibrios de trato entre ‘comunidades asociadas’ y/o ‘comunidades afines’ y las ‘comunidades de la derecha’.
O el soterrado objetivo de prescindir de la monarquía e instaurar una república de izquierdas. O, lo que es peor, bananera, bajo los auspicios del Foro de Sao Paulo, que promociona Zapatero.
Bueno, y sin duda hay muchas cosas más, que nunca he sido muy preciso en memoria, que están socavando nuestra nación, y nuestros valores tradicionales como país. Y todo se debe a un (dicen que…) psicópata que se aferra al poder ‘a cualquier coste’ que (vete tu a saber...) quizás esté dirigido o protegido por algún ‘lobby internacional’ de los que manejan los hilos del mundo. Al menos se le ve muy feliz y seguro (a él, y a alguna de sus ministras) en ciertos foros implicados en la ‘Agenda 2030’.
Vamos, que a lo mejor entra todo en una ‘maquinación superior’ que ‘los de a pie’ ignoramos.
Que, por cierto, hablando de maquinación, ya hay algún periodista que insinúa un tufillo conspiranoico en relación al intento de asesinato, el noviembre pasado, del político (de derechas) Alejo Vidal Cuadras, del que se libró milagrosamente.
Y es que no avanzan (ni, al parecer, preocupan) las investigaciones sobre el caso, solo hay unas raras historias inconexas, que si un hippy granadino, que si una moto quemada, que si un tunecino que apareció con esa moto en la barrera de la Moncloa, como para dejarse ver, y registrar su presencia, que si un iraní fichado que salió impunemente del país, por Barajas… y que parecen que solo son una serie de ‘montajes de cobertura’ que no conducen a nada más que a crear falsas expectativas, pero el caso es que, trascurridos cerca de tres meses del atentado, se desconoce tanto el autor como, sobre todo, el móvil o los inductores del mismo.
En realidad, se desconoce todo. Y está empezando a oler a cloacas de servicios secretos, y a recordar otros actos singulares que desencadenaron acontecimientos.
Pero, en fin, no quiero seguir por estos derroteros. Leo que la medalla de Bob Beamon de la olimpiada de México se acaba de poner en venta en una casa de subastas. Puede ser un buen ejemplo de cómo pueden terminar las cosas, en quedar a merced del mejor postor, cuando se pierde el sentido de cuidar, y conservar, determinados ‘valores’. O, lo que es peor, a venderse por lo que te den, o por cuatro perras.
Con lo bien que estábamos en España antes de los despropósitos progresistas y las ocurrencias de Zapatero, y Sánchez, y el pasotismo de Rajoy...
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