Con esto de la vacunación contra la covid-19, se está levantando una gran polvareda, en toda Europa, a propósito de la pretendida obligatoriedad de que todo el mundo se tenga que vacunar. Vamos, que están surgiendo voces, en la vieja Europa, de Vive la Liberté…!, o Lang lebe die reiheit...! o (porque a pesar del Brexit, el inglés sigue siendo la actual 'lingua franca'…) hasta un Long live freedom…! . Porque el caso es que, invocando al santo nombre de la Libertad, hay muchas personas que practican el negacionismo hacia la obligatoriedad de inmunizarse a través de una vacuna, y hasta en paises pretendidamente civilizados llegan a manifestarse 'con grande algarada', al respecto.
Y no se si estamos ante una idiotez, o ante una hipocresía masiva. Porque a poco que tengamos las ideas claras, hay que decir que esto no es más que una ‘comida de coco‘, no se por quién, y para qué… pero el caso es que hay gente que, religiosamente, defiende su derecho a no querer vacunarse.
Bueno, religiosa… o fanáticamente, porque los argumentos que se oyen, que van desde que ‘la vacuna produce daños irreparables‘ hasta que ‘en mi cuerpo mando yo‘, defendidos con toda suerte de demagogias y tópicos ‘politizados‘… son de poner ojiplático a los que, como yo, nos consideramos gente de orden… respetuosa con el orden normal de las cosas.
Y el orden normal de las cosas es que las famosas vacunas, vale, si… habría mucho que decir sobre la especulación económica de las farmaceuticas, vale, si… habría mucho que decir sobre los déficits en la investigación del covid, incluso de sus orígenes… pero el caso es que todo hace indicar que los vacunados estamos más protegidos que los no vacunados… y que la protección ‘de rebaño’ parece que funciona.
Entonces, y por aquello (que muchas veces se olvida) de que la libertad de uno termina donde empieza la libertad de las demás personas… caramba, vacunémonos todos, que las vacunas no muerden, salvo, si se quiere, episódicamente, por raros procesos alérgicos. Pero esto es normal, pasa con todo, hasta con el marisco...
Voy más allá: incluso que el Estado obligue a vacunarnos. De hecho ya se está hablando de ello en Europa y creo que Italia lo implementará en breve. Y que no vengan con monsergas: ¿no es obligatorio vacunarse del cólera, o de sabe dios qué, cuando viajas a determinados paises? ¿O de la malaria, o la fiebre amarilla...?¿O tener que sacar un visado, para entrar en otros? Item mas... ¿Y no es obligatorio tener un carnet vigente para conducir coches? Y el no circular por direcciones prohibidas, y obedecer a las fuerzas del orden, y pagar impuestos, y respetar las normas, y permitir que Hacienda nos inspeccione, y usar el casco y/o el cinturón de seguridad…
Hay gente que alega que uno siempre debe de poseer el libre albedrío para actuar con libertad. Pero estamos en lo de siempre: ¿Y qué me dices del bien común? Porque... centremos ideas: si se prohiben cosas... si, asimismo, al santo nombre del bien común, se acepta que la policía puede investigar, o Hacienda intervenir, u obligarte a pagar mediante medios controlables, si Aduanas te puede prohibir introducir ciertas cosas, o incluso no permitirte el paso, si… y si… porque es lo mejor para el bien común de la sociedad… ¿Por qué no lo es también el obligar a vacunarte, no para que no enfermes tu, sino (básicamente) para evitar que, haciéndolo, propagues el virus infectando a los demás?
Creo que lo decía hace tiempo, en España, al principio de la pandemia, a los dueños de una empresa no se le permitía conseguir y comprar, por sus propios medios, vacunas para proteger a sus empleados necesariamente presenciales. ¿Y tenían que permitir trabajar, codo con codo, gente sana con potenciales infectantes…? ¿O que se las apañases para separarlos, o ventilar bien, etc, etc.
Así que la cuestión la veo muy clara: qué bien se tira con pólvora ajena (también se dice, quizás los republicanos…, ‘con pólvora del Rey’) , pero dejémonos de llenarnos la boca con lo de ¡Oh, la libertad…! Y practiquemos el civismo. Y el civismo, o sea el pensar en el bien común, dice que las vacunas ayudan , si no al 100%, si al menos en un significativo porcentaje, a pasar la pandemia con menos daños colaterales. Como, por cierto, el uso de la mascarilla en el interior de los bares.
Y dejémonos de marear la perdiz. O de más gaitas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario