Un pequeño apunte, a vuelapluma, que prometo que será corto: hoy, 1 de febrero de 2020, es el día D. El día del Brexit. El día en que el Reino Unido (oficialmente 'United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland', que comprende Inglaterra, Escocia y Gales, ubicadas en la isla de Gran Bretaña, e Irlanda del Norte, que se encuentra en la isla de Irlanda, junto con un pais independiente (desde 1922) que se llama la República de Irlanda, abreviadamente Irlanda, cuya capital es Dublín, y que pertenece a la Comunidad Económica Europea, CEE, y ahí continúa) se separan, tras 47 años de permanencia, de la Unión Europea que rige nuestros destinos.
Menuda pereza empezar a lucubrar sobre lo que puede pasar ahora. Vale, lo que tenga que suceder... que pase. Incluso me da pereza pensar en cual va ser, a partir de ahora, el idioma oficial en la Unión Europea.
Pero por ahora solo tengo una idea clara: que hemos perdido los europeos.
Y mi razonamiento es muy simple: es la constatación de que estamos en manos de burócratas que viven de nosotros, y solo se preocupan de lo suyo. Porque, vamos, a ver, si el Parlamento Europeo pierde un pais, y un pais muy importante, con 73 eurodiputados, y sus correspondientes asistentes, oficinas, personal auxiliar, gastos de representación etc, etc, ¿Que razones hay para no ahorrar ese gasto?
Pues al parecer, no se va a ahorrar, porque lo que han decidido sus señorías es que hay que repartir, entre los paises que quedan, los escaños (y, por supuesto, sus gastos presupuestados) abandonados por los ingleses. A España, por ejemplo, nos toca ahora tener 59 escaños (5 más).
O sea que, sin más justificación que la de que, como 'estos' dejan sitio libre… pueden ocuparlo más amiguetes apuntados a vivir como dios, con buenos suelos y mejores dietas y jubilaciones a cargo de la Unión Europea. O sea, a cargo de los impuestos que pagamos los ciudadanos de a pie.
Menuda caradura. Deberíamos marcharnos todos.
Menuda pereza empezar a lucubrar sobre lo que puede pasar ahora. Vale, lo que tenga que suceder... que pase. Incluso me da pereza pensar en cual va ser, a partir de ahora, el idioma oficial en la Unión Europea.
Pero por ahora solo tengo una idea clara: que hemos perdido los europeos.
Y mi razonamiento es muy simple: es la constatación de que estamos en manos de burócratas que viven de nosotros, y solo se preocupan de lo suyo. Porque, vamos, a ver, si el Parlamento Europeo pierde un pais, y un pais muy importante, con 73 eurodiputados, y sus correspondientes asistentes, oficinas, personal auxiliar, gastos de representación etc, etc, ¿Que razones hay para no ahorrar ese gasto?
Pues al parecer, no se va a ahorrar, porque lo que han decidido sus señorías es que hay que repartir, entre los paises que quedan, los escaños (y, por supuesto, sus gastos presupuestados) abandonados por los ingleses. A España, por ejemplo, nos toca ahora tener 59 escaños (5 más).
O sea que, sin más justificación que la de que, como 'estos' dejan sitio libre… pueden ocuparlo más amiguetes apuntados a vivir como dios, con buenos suelos y mejores dietas y jubilaciones a cargo de la Unión Europea. O sea, a cargo de los impuestos que pagamos los ciudadanos de a pie.
Menuda caradura. Deberíamos marcharnos todos.
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