lunes, 25 de junio de 2018

Floridos pensiles...

Esta curiosa (o cursi) frase que recuerdo haber oido, de joven, en mi casa, tiene, según veo en la Wikipedia, reminiscencias franquistas, e incluso es parte de una letra del himno nacional que corría por los años 50 (‘Fuiste de glorias/florido pensil/.’) pero yo la identifico con 'algo bonito que se desliza entre mis ideas (y ‘pensil’, según la RAE, es ‘algo pendiente, o colgado del aire’) produciéndote la placentera sensación de los buenos, o agradables, recuerdos'.

Y hoy, al hilo de haberlo oido mencionar, por radio, me ha sobrevenido el interés por rememorar una vieja obra del florilegio de la literatura castellana ('florilegio' es otra palabra 'de las de antes', hoy bastante en desuso...) el ‘Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio’ escrita por el infante Don Juan Manuel en 1300 y pico.

Para empezar, el Infante Don Juan Manuel era un personaje singular: duque y príncipe de Villena, señor de Escalona, Peñafiel, Cuéllar, Lorca, Elche, Cartagena, Alcocer, etc, etc. su padre, Manuel de Castilla, era hermano de Alfonso X el Sabio e hijo (menor) de Fernando III el Santo.

Nuestro Infante era un señorito de muy buena familia, con una educación privilegiada, que él aprovechó bien, siendo notables sus conocimientos en caza y cetrería, en esgrima, en derecho… y siendo también un estudioso del latin, del castellano (su abuelo Fernando III fundó la famosísima Escuela de Traductores de Toledo), de la historia y de las Humanidades. Vamos, todo un 'chico 10'.

Y así, a pesar de llevar una vida civil muy activa, casado tres veces ‘en matrimonios de conveniencia política’, ser tutor de reyes, esforzado paladín en la Reconquista, hombre importante en el Reino de Castilla… nunca olvidó su afición por escribir. Y, ya cansado de la política, se retiró a su castillo de Garcimuñoz para pasar los últimos años de su vida practicando su viejo ‘hobby’ (por el que era, incluso, criticado en la Corte): dedicarse de lleno a la literatura.

Y aparte de otros libros, una muy famoso fue el mencionado Libro del Conde Lucanor, que recuerdo haber estudiado en mi bachiller.

Libro apreciadísimo por sus sabios consejos, fue un verdadero ‘best seller’ de la época, que compilaba historias extraidas de fuentes populares, o árabes, o clásicas griegas o romanas, etc... en más de 50 ‘enxiemplos’, que siempre acababan igual: el fiel y educado criado y consejero Patronio abocaba, muy respetuosamente, a su amo, el conde Lucanor, a extraer sus propias conclusiones, y éste anotaba la oportuna lección moral para la pregunta inicial que le proponía.

Y estas moralejas, en algunos aspectos, me recuerdan los consejos de El Arte de la Guerra, de Sun Tzu. Por poner algunos ejemplos...
No penséis ni creáis que por un amigo/ hacen algo los hombres que les sea un peligro
Quien te encuentra bellezas que no tienes/ siempre busca quitarte algunos bienes.
Los males al comienzo debemos arrancar/ porque una vez crecidos, ¿quién los atajará?
En realidades ciertas os podéis confiar/ mas de las fantasías os debéis alejar.
Si no te piensas bien a quién debes prestar/ sólo muy graves daños te podrán aguardar.
Jamás aventures o arriesgues tu riqueza/ por consejo de hombre que vive en la pobreza
Por quien no agradece tus favores/ no abandones nunca tus labores
Nunca dejes de hacer lo que es debido/ aunque algunos no se porten bien contigo
Bueno, y etc, etc, que son 51 'einxemplos' y, al menos, otras tantas moralejas.

Así que me quedo con su lectura. Pero no puedo dejar de recordar que, en bachiller, lo leíamos en su versión original, así que, como homenaje a esta interesantísima pieza de la literatura medieval española, acabo como acaba la obra...
… Agora, señor conde Lucanor, demás de los enxiemplos et proverbios que son en este libro, vos he dicho assaz a mi cuidar para poder guardar el alma et aun el cuerpo et la onra et la fazienda et el estado, et, loado a Dios, segund el mio flaco entendimiento, tengo que vos he complido et acabado todo lo que vos dixe.
Et pues assí es, en esto fago fin a este libro.
Et acabólo don Johan en Salmerón, lunes, XII días de junio, era de mil et CCC et LXX et tres año. 

(por cierto, que hay algo raro en esto, según los estudiosos Don Juan Manuel vivió entre 1282 y 1348, y el libro fue escrito entre 1331 y 1335). Y no hay tanta diferencia como para achacarla a la adopción, en 1852, del calendario gregoriano, en sustitución del antiguo calendario Juliano, que ya dije en alguna ocasión, aquí, que provenía de Egipto y se basaba en la aparición de Sirius, allá por el mes de marzo...)

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