lunes, 23 de julio de 2018

Imprecaciones

Se define la imprecación como la ‘expresión del deseo de que alguien sufra un mal’. No estoy totalmente de acuerdo con esta definición de la RAE: por ejemplo, la propia RAE, definiendo el vocablo ‘imprecar’, añade el importante matiz de ser 'un vivo deseo’… y esto ya me parece bastante mejor.

Porque la imprecación, a mi modo de ver, es precisamente eso: la vehemente expresión del vivo deseo de causar daño, o mal a alguien… invocando muchas veces al propio Dios, o a lo más sagrado, para reforzarlo.

Voy a poner un ejemplo: con eso de las agresiones nacionalistas, llegó a circular por las redes sociales una que escribió un tal Diego Hernando de Acuña, capitán de los Tercios de Flandes, y que dice así:
¡Por España…!
El que quiera defenderla, honrado muera.
Y el que, traidor, la abandone
no encuentre quien le perdone,
ni en Tierra Santa cobijo,
ni una Cruz en sus despojos
ni la mano de un buen hijo
para cerrarle los ojos.
Está claro ¿no?

En mi pueblo, Llanes, había hasta hace unos 60 o 70 años una cruz al pie de las murallas que dan a la playa del Sablón. A mi me suena haberla visto, u oído hablar de ella, e incluso tengo alguna foto antigua donde, quizás, ‘se adivina’. Por cierto, en 2023 encontré una foto clarísima de ella, que añado abajo...

Esta Cruz desapareció no se si durante la guerra civil, o cuando se urbanizó, trazando una carretera, ese entorno. Y contenía otra buena imprecación, que se ha perdido.

Pero ahí, en Llanes, que en verano frecuento, tengo un entrañable amigo, sacerdote ya casi nonagenario, pero que está como una moto, perteneciente a una muy conocida familia llanisca de toda la vida, con el que, siempre que me topo con él, me gusta charlar un rato, porque mantiene la cabeza muy bien amueblada, tiene una avanzada e interesante base religiosa y humanista, y una gran cultura. Él recogió esta imprecación en alguno de sus libros, y curiosamente siempre me comentó que se la había proporcionado mi propio padre. 

Y accedió a dármela. Digo ‘accedió’ porque en mi fuero interno pienso que quizás llegase a considerar que eso de invocar a Dios para desear el mal no era muy cristiano, ni muy de andar aireándolo.

Pues bien, la imprecación, adjunta a la Cruz, y datada, al parecer, ¡En 1273…! decía asi:
En yuso desta cruz aquí clavada
yace el noble e valeroso caballero
Alvar de Soberrón e Thomas Hevia.
Cualquiera que fuere el matador infame
en nombre de Dios
maldito sea.

Otra buena ‘perla’… Como se ve, las imprecaciones hacen inocentes expresiones a las contemporáneas maldiciones de ‘...go'n tus muertos’, ‘tu…utamadre’, etc.

Y no se por qué me da que como sigamos en España con estos politicuchos de mierda, y estos secesionistas supremacistas que se ríen del españolito de a pie, y que mienten, manipulan y tergiversan con el mayor descaro… vamos a tener que volver a la artillería pesada, e imprecar con ferocidad. 
Que se lo están mereciendo...

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