miércoles, 1 de mayo de 2019

Con la Iglesia hemos topado...

Y a dije en alguna ocasión que me eduqué en un colegio religioso (los jesuitas) y que estoy muy satisfecho de la formación y de los principios (valores) que me inculcaron… aunque hace mucho que dejé de ser practicante de los mandamientos de la Iglesia. No obstante, respeto absolutamente tanto a quienes eligen llevar una vida dentro de los cánones cristianos (bueno, menos a los ‘sepulcros blanqueados’) como a toda la liturgia eclesiástica que acompaña a dichos cánones.

Aclaremos: a toda la liturgia… menos a eso de que en las misas te propongan cantar, y levantarte y sentarte varias veces, y cosas así, que uno es muy suyo y se supone que se va a la iglesia a comunicarse más íntimamente con Dios, no a una ‘perfomance’.

Pero la semana pasada desfilaron por mi mente viejos conceptos, como el pecado de la simonía, y lo de las antiguas malas costumbres de la Iglesia… porque sospecho que aún están ‘fuera de bolos’ en muchas cosas y, lo que es peor (para la Iglesia), están haciendo perder la afición. Por ejemplo, por aquello de percibirse que algunos siguen actuando a su interés personal, incluso mercantilista, y pretenden sacar ‘diezmos y primicias’ hasta de debajo de las piedras.

Y mi cabreo se debe a esta historia, que es anecdótica… pero que me hizo reflexionar sobre el fondo de la cuestión:
 
Resulta que tengo un sobrino que vive en Madrid, y se va a casar en Almería… pero se bautizó en Asturias. Como quiere casarse por la Iglesia, ésta exige que exhiba la ‘Fe de Bautismo’ (e incluso el certificado de la Confirmación) porque, al parecer, la iglesia quiere asegurarse de que solo matrimonia a los ‘cristianados’. O sea que, al parecer, para poder entrar tienes que ser socio del club.

Mi hermana pide ese documento a la parroquia de Llanes (y paga 20 euracos por ello)… pero cuando lo presenta le dicen que como su hijo se casa en otra jurisdicción episcopal, el documento ha de estar autorizado por el Vicario en Asturias.

Bien, pues ahí intervengo yo: me lo manda (mi hermana) para que vaya al Arzobispado a hacer la oportuna gestión...
... y ya empiezo a torcer el gesto. Primero porque si ‘casa Dios’ es 'estar lejos'… la casa de su Arzobispo no puede ser menos y está en el quinto carajo, tengo que atravesar todo Oviedo para llegar a ella. Y segundo porque, en la ventanilla correspondiente, me dicen (eso si, amablemente) que no está quien lo tiene que sellar, que deje el documento y que vuelva a los dos días. Rancio funcionarismo...

Así que a los dos días, qué remedio, vuelvo a atravesar todo Oviedo, lo recojo y… ‘mire, son 7 euros, pase por aquella ventanilla para pagarlo’. O sea... ¿Siete euracos adicionales por poner un sello y, supongo, dejar registrado, en sus archivos, esta partida de Bautismo? Me sentó a cuerno quemado. Vamos, fue la gota que colmó el vaso. Y por cuestión de fuero, que no de huevo. ¿Tantas molestias para una cosa que solamente es para el Régimen Interno de la Iglesia, para seguir ‘controlando’ a ‘sus ovejas’? ¿Y encima tener que pagar por eso…?

Profundizando en el tema, mira, lo del Párroco de Llanes hasta podría no parecerme mal, si lo entendemos como un dinero para atender a su parroquia, y después de todo el documento, muy prolijo en datos, estaba hecho a mano.

Pero… ¿Dos mañanas perdidas, y 7 euracos, por enterarse el Arzobispado de Oviedo que una persona bautizada en Asturias se casa fuera de esta Provincia… y dar su Visto Bueno? ¿Y por facilitarle que lo anoten en los ‘servicios centrales’ de la diócesis que cristianó a mi sobrino?. ¿No es mucho más sencillo, en estos tiempos, que la iglesia de Almería lo comunique directamente… o que, si quieren seguir manteniendo el control de lo que hacen los cristianados, mantengan sincronizadas sus bases de datos?

Pero no, la cosa es no esforzarse, y pretender hacerlo como siempre, rememorando el antiguo poder que quería tener la Iglesia (y su antigua costumbre de meter la mano en el bolso de todos los fieles). Ya digo que excuso al párroco (aunque sería menos mercantilista aquello de ‘la voluntad’) pero, viendo el casoplón donde fuí (el Palacio del Arzobispo de Oviedo que por cierto, y por Ley, también ostenta el título de conde de Noreña) lo de los 7 euros me pareció absoluta simonía, ganas de meter el cazo, por la cara , en el puchero de todos los fieles. Vamos, lo de tener que hacerles las cosas… y encima cobrarte por ello.

Ya dije al principio que soy muy respetuoso pero, visto esto, e imaginándome que, además, a mi sobrino, para poder casarse por la Iglesia, también le habrán exigido, y cobrado, ‘los cursillos prematrimoniales’, que otra forma de meterse donde no les llaman… pienso que es dar carnaza a los progretas anticlericales. Porque yo preguntaría al señor Arzobispo de Oviedo… y/o al Prelado Mayor del Reino: ¿Les parece que estas cosas propician que la gente se siga queriendo casar por la Iglesia?
(Por cierto, acabo de leer la noticia de que, en 2018, de cada 100 bodas, 80 no pasan por la iglesia, prefiriendo, solamente, el matrimonio civil).

Y me parece que no se enteran de la fiesta, y que en muchas cosas las nuevas sensibilidades (no necesariamente progretas) topan con el inmovilismo (¿O mantenimiento del status? de la Iglesia.

Por cierto, no recuerdo nada parecido cuando se casaron mis hijos, es más, si que recuerdo al párroco de San Sebastián que, a la típica pregunta de ¿Le debo algo…? contestó, con marcado acento vasco, que no, pero que dejásemos una limosna a vuestra ‘virguenshita’ de Covadonga.
Mucho más razonable ¿no?

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