No se si será porque el ‘dolce far niente’ me hace volar la imaginación, o porque, con la edad, me he vuelto más pensador, y más crítico, o quizás sea por la suma de ambas cosas, el caso es que hoy me apetece lucubrar sobre un tema polémico: el de los perjuicios que produce el apasionamiento futbolero (o sea, sobre los perjuicios del ‘forofismo a ultranza’)
Que seguro que, a nivel personal, son muchos, y muchos de ellos rayanos con tendencias hacia el aborregamiento y/o al afloramiento de instintos de origen animal, y la transformación en seres irracionales de los que lo practican. Y uno de estos perjuicios es, sin duda, el de considerarse por encima del bien y el mal, con derechos supremacistas… despreciando, erróneamente, al resto de interlocutores. Y eso deteriora la sociedad. Y es que, como decía Machado, ‘Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus harapos... desprecia cuanto ignora’
Viene esto a cuenta de que, como en política, el supremacismo produce rechazo. Y este rechazo trae consecuencias anímicas. Por ejemplo yo, que, como librepensador, nunca he sido forofo 'al cien por cien' de nada, ahora estoy empezando a sentir más simpatías por el Sporting de Gijón que por el Real Oviedo… y ello se debe a mi reacción en contra del supremacismo que se destila en mi ‘peña futbolera’, en la cafetería de debajo de casa, acérrimos ovetenses (‘carbayones’) y ciegos enemigos de todo lo que tenga que ver con Gijón.
Y es que, a ver, yo me considero asturiano, y me gusta que todo lo asturiano prospere. Por ello, me gustaría que subiesen a Primera División ambos equipos asturianos (hombre y, si fuese posible, el Caudal de Mieres y el Unión Popular de Langreo, caramba). Y esto significa que 'los supremacistas ovetenses' me consideran 'un alma impura' por desear también algo bueno para los de Gijón. No me entienden, ya lo dije más de una vez, que es mejor ser ‘copulativo’, que ‘disyuntivo’. Y me cabrea que te cuelguen sambenitos o que, discutiendo jugadas, o lances, se vaya a argumentaciones ‘ad hominem’ más que al fondo de la cuestión, para querer llevarse el gato al agua.
Sobre todo cuando el argumento principal no tiene más base que el desprecio, por el mencionado ‘complejo supremacista’, a los argumentos de los demás. Y yo que, como digo, la edad me ha vuelto más analista, y más crítico, a la vez que menos apegado a ‘los compromisos de la sociedad’, no puedo sino torcer el gesto, porque, sencillamente, ni me gusta, ni lo comparto.
Y el caso es que, evidentemente, en estos tiempos que corren, el supremacismo, como está tan de moda, es un valor en alza… y me temo que va a enfrentar y a dividir, aún más, a la sociedad. Y no solo a la futbolera...
Pero, como siempre, quiero ser positivo, y acabar con una sonrisa. Así que hablando de fútbol, y de Asturias, ya he dicho en alguna ocasión, lo paleto que resulta que, en los partidos retransmitidos ‘en asturianu’, a los centrocampistas les llamen… ‘centrupradistas’. Pues más anécdotas: hombre, al hilo de lo del 'prau', parece ser que es leyenda urbana aquello de que, en bable, al campo magnético se le llame ‘prau qu’atrapa’ … pero lo que sigue lo he visto yo con mis propios ojos, y ayer mismo: todos sabemos que, en Asturias, no decimos que las cosas nos gustan, decimos que las cosas ‘nos prestan’ (o 'préstanos…'). Bien pues ayer un titular de La Nueva España anunciaba esto…
no comment...
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