El concepto del techo de cristal (en el original... ‘glass ceiling barriers’) apareció, por primera vez, en un artículo del Wall Street Journal en 1986, y expresa la existente velada limitación al ascenso laboral de las mujeres en el interior de las organizaciones. Y se ha convertido en uno de los ‘mantras’ del feminismo activo.
Así que como hoy, 8 de marzo, que se ha establecido como Día Internacional de la Mujer, en España se festeja, históricamente, con una huelga general convocada por movimientos feministas y partidos 'progresistas’ con el lema ‘si paramos nosotras se para el mundo’... me apetece lucubrar un poco sobre ello.
Y voy a empezar, declarando que, como ser humano, soy hombre, anti-machista, ferviente partidario de la igualdad en derechos y oportunidades… y ferviente partidario de la desigualdad de los géneros. Porque así es como está diseñado, en la Naturaleza. Y porque, en contra de los movimientos feministas ‘de izquierdas’, considero que las políticas derivadas de la ideología de género para romper este diseño natural, e incluso para tratar de romper unos 'naturales' (por ser una opción personal) techos de cristal son, en su inmensa mayoría, injustas, desproporcionadas… y técnicamente inviables.
Como enfoque personal del asunto, voy a empezar hablando (ya lo he hecho en más de una ocasión) de la especie humana, y de los roles que, como a cualquier especie animal. nos asigna la Madre Naturaleza.Porque entiendo que hay, en mi opinión, dos roles prevalentes: uno, el derivado de la exigencia de perpetuar la especie. Y otro, el segundo, el derivado de las exigencias de la organización social que hemos elegido, como especie.
Respecto al primero, una sola idea clave: la mujer (y solo la mujer, por diseño funcional) debe aportar, como promedio, al menos dos descendientes (exactamente 2,1). Y esto debe hacerlo en su edad normalmente fértil, entre los 16 y los 46 años. O, si afinamos un poco más, entre los 20 a los 40 años de edad... que coincide con el periodo más importante de desarrollo de las habilidades humanas y profesionales.
Y respecto al segundo, entendamos que hemos elegido organizarnos ‘en grupos personalizados’ (o sea… en ‘familias’, no en 'comunas'), lo que significa que cada pequeño núcleo debe de atender las necesarias obligaciones, primarias, de aportar alimentos al grupo, y las derivadas de la protección y crianza de su descendencia. En una palabra, que debemos interpretar, individualmente, en cada ‘familia’, el rol de cazador, y el de cuidador-educador. Pero voy a ser 'políticamente correcto': el de cazador/cazadora y el de cuidador/cuidadora.
A partir de aquí, la Sociedad humana nos ofrece tres elementos para facilitar estos roles: el Puesto de Trabajo, los Colegios y guarderías infantiles, y el Hogar familiar. Con el primero ‘cazamos’ (tenemos un sueldo), con el segundo podemos delegar el cuidado y educación de nuestros hijos (pero limitadamente, porque no es todos los días, y solo es a partir de una edad, y durante determinadas horas del día). Y con el tercero, disponemos de un refugio propio donde recogernos y donde, a partir de cierta edad, los padres puedes dejar solos a los hijos no emancipados (hombre, también pueden existir los abuelos… pero esa es otra historia).
Pero también hay que dejar claros estos otros conceptos...
Uno, que los ‘cotos de caza’ (Puestos de Trabajo) son de dos tipos: públicos… o privados. O sea, o eres funcionario (donde, como el dinero público ‘no es de nadie’, nadie se preocupa, excesivamente, de eventuales largos períodos de baja, de las excedencias, etc, etc), o trabajas, como hace la mayoría de las personas, en la empresa privada, donde ‘quien te contrata, y paga’, tiene pleno derecho a poner sus condiciones para la contratación (lo que espera del contratado), y a velar, lícitamente, por sus beneficios.
Y, por ejemplo, es difícil que una empresa privada pueda conciliar una larga ausencia del titular de un puesto de alta responsabilidad, y tener que ocuparlo por otra persona, con menor formación o experiencia.
Y otra que, presumiblemente entre los 25 y los 35-40 años, ‘alguien’ debe truncar su carrera profesional por atender a las obligaciones de la ‘perpetuación de la especie’ en su núcleo familiar.
Y que el embarazo, el parto, el postparto y el amamantamiento, son, de momento, privativos del sexo femenino. Pero, aunque se puede admitir que, a partir de aquí, el instinto (y el arte) maternal con los hijos puede ser sustituido por el varón… me parece claro que, de trabajar ambos cónyuges, quien tiene más papeletas para tener un techo de cristal, por las limitaciones indicadas, es, en general, y como promedio, la mujer.
Lo que no quita para que haya magníficas directoras, y jefes de equipo, que o no han tenido hijos, o los han tenido previamente al encumbramiento en su carrera profesional… o por cualquier otra razón.Pero la ley del fifty-fifty que se proclama (y algunas organizaciones ultra-feministas… como mínimo), va a ser difícil que se de. Y por tanto, por esta razón natural, siempre existirá por tanto una brecha salarial, entendiendo como tal que el promedio de retribución de todos los hombres sea superior al promedio de retribución de todas las mujeres.
Y no puede pedir que la empresa privada concilie, aceptando sus propios riesgos de ineficacia funcional, la conciliación asexuada de los roles. Ni, por supuesto, esa otra vieja historia de la 'cuota paritaria'... cuando el problema de ocupar los puestos de responsabilidad no debe ser cuestión de sexo... sino de 'seso'. Con igualdad de oportunidades, y de prestaciones, claro.
Hombre, otras especies (sociales, como la humana) han solucionado lo del agravio comparativo, y el famoso techo de cristal, con un enfoque distinto: Me refiero a las hormigas, las abejas… que lo abordan con la especialización de unos pocos especimenes para asignarles la perpetuación de la especie… y que así el resto de la colonia sea igualitario.
Por eso, usan vientres de alquiler (la ‘reina’) para parir la descendencia, ‘nodrizas’ para alimentar y cuidar integralmente a la descendencia, unos pocos machos fecundadores… y el resto, eximidos de estos roles, trabajan bien proporcionando alimentos a la comunidad, bien limpiando o reparando los hábitats comunes, o bien defendiendo la sociedad de amenazas externas.
Lo curioso es estudiamos profusamente estos modos de organización, precisamente por tener, estas especies, una convergencia de hábitos con la especie humana (¿serán ‘otros’ seres de procedencia extraterrestre…?)
Así que, en mi opinión, todos estos movimientos de teoría de género no pasarán de ofrecer reivindicaciones revolucionarias, y destructoras, si no se enfocan dentro de un orden, y una estrategia de especie. Porque es muy bonito eso del derecho a decidir (sobre el aborto), eso de las cuotas paritarias, y eso de la sobreprotección de la mujer, por serlo… pero los hombres también tenemos unos derechos, los puestos directivos se deben cubrir por capacitación y prestaciones… y no se puede consentir que la tasa de fecundidad, en naciones como España, pronto baje hasta del 1,0 o sea, la mitad del valor necesario… porque, como civilización occidental, estamos firmando nuestra desaparición.
Y ,a partir de ahí, por supuesto que se ha de perseguir la igualdad de derechos y de oportunidades, de trato y de respeto, entre hombres y mujeres. Y de ir eliminando las reminiscencias del machismo en una sociedad históricamente machista, y del lenguaje machista (zorro y zorra, gallo y gallina, público y pública... pero, no demos la nota aplicando lo del lenguaje inclusivo) etc, etc.
Pero todo dentro de un orden, no en plan revolucionario activista, revanchista… y politizado, que ya está bien del numerito de los jovenes y jóvenas, portavoces y portavozas... y hoy a punto estuvo, una ministra, de decir 'ustedes y ustedas'... porque se quedó en un 'ustedes... ellos y ellas...'
Y que los sentimientos del feminismo sean comunes tanto a la izquierda como a la derecha del arco político. Y terminemos, por ejemplo, con estos shows del ‘Día Internacional de la mujer’… que tiene que ser no un día al año… sino todos.
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