Y la ciudad recibió la mejor promoción que podría imaginarse porque se tradujo a todos los idiomas, creó impronta y San Sebastián atrajo a un gran número de visitantes, convertida en la ‘smiling city’ por excelencia. Eran tiempos de la famosa Quincena Musical, los inicios del Festival de Cine, la Semana Grande Donostiarra y los toros en el Chofre, Nicolasa y Juanito Kojúa, etc, etc...
Hace un par de días recibí una llamada telefónica de Sanse, de un antiguo compañero de los Jesuitas, invitándome a asistir a una comida de hermandad entre nuestra promoción de antiguos alumnos.
Al poco recibí un email de otro, Miguel Martinez de Marañón, con el que me había tratado hace unos años, y le contesté cariñosamente excusando mi asistencia, en razón a que vivía en Oviedo, hacía cuatro años que había fallecido mi madre, y dos del fallecimiento de mi hermano pequeño, por lo que ya habíamos levantado la casa de San Sebastián. Y ahora, en Oviedo, solo me queda, de aquella época, una ‘txapela’.
De inmediato me contestó otro de los organizadores, Javier (‘Hugo’) Barcaíztegui, gran amigo, en un mail entrañable, comentándome la alegría de saber que aún andaba por aquí, porque había perdido mi pista, que él acababa de pasar por un trance importante (tres by-pass), que tiene 5 hijas y 8 nietos, que espera reponerse y volver a sus hábitos seteros, trucheros y de caza de palomas, etc.
Y me entró un subidón del viejo ‘Sonría por favor’ al recordar al gran ‘Hugo’, con el que me llevaba fenomenalmente desde… los 9 años. Yo creo que fué quien una vez me comentó lo raro que yo hablaba (con deje ‘asturianu’) el primer año que fuí a los Jesuitas, en Sanse… y que debió ser hacia el 52.
Y sigo sonriendo cuando recuerdo que su mote (hoy, ‘nick’) se debió a que, en clase de historia, en segundo o tercero de Bachiller (entonces si que se estudiaba en serio, caramba...) no se si con el Padre Doussinague, o con el P. Van der Meerch, decía ‘hugotones’ en vez de ‘hugonotes’… y con ‘Hugo’ se quedó ya para siempre.
Recuerdo perfectamente la última vez que estuve con ‘Hugo-Javier’ (caramba, ahora diríamos que es nombre de protagonista de culebrón): fué en San Sebastián, junto al puente (‘el puente’ siempre fue ‘el de Miracruz’, los otros, tradicionales, eran ‘el del Kursaal’ y ‘el de la Estación del Norte’), próximos a los jardines del Hotel María Cristina. Nos dimos un abrazo, empezamos a charlar, y me dijo: 'mira Julio, si no te importa, vamos caminando, la policía me recomienda no permanecer parado en la calle', que me impresionó. Hugo pertenecía al comité del Partido Popular, y en aquellos tiempos ‘heroicos’ temían claramente sufrir algún atentado.
En fin, que, como digo, no he podido menos que esbozar una amplia sonrisa, rememorando entrañables vivencias. Sin duda nos pasa a todos y esa comida de hermandad tendrá que ver con que, en nuestra generación, hemos llegado a los 75… los que llegamos, me contaba Hugo que varios de nuestros compañeros ya habían fallecido.
Y como este ‘sonría por favor’ tiene también un punto de nostalgia, y tristeza… bueno es acabar con una sonrisa, con el cariñoso recuerdo a aquellos viejos compañeros donostiarras, a Miguel y, en especial, a 'Hugo' que, al hilo de que agradecía ‘al de Arriba’ haber superado su episodio cardiaco, me recordó el viejo chiste vasco que decía...
Iba un vasco por el campo (quizás buscando setas…), se tropieza y va deslizándose por un profundo terraplén, hasta que consigue agarrarse a un arbusto…
Y le dice un amigo...
¡Ené, Joshe Mari, grasias a Dios que no te has caido…!
A lo que contesta…
¿Grasias a Dios…? Será grasias al rama, que intensión de Dios bien klara que estaba…
Lo dicho:
No hay comentarios:
Publicar un comentario