En mis años juveniles (mejor... de 'cadete'. De adolescente, vamos) leí mucho a Emilio Salgari. Que, por cierto, él y Julio Verne debían ser los Steve Spielberg de la primera mitad del siglo pasado, sus libros estaban en todas las casas, y eran verdaderos betsellers. Y se mantuvieron durante muchos años, después de todo Salgari murió en 1911 y Verne, aún antes, en 1905.
Bien, pues han quedado grabados en mi memoria una serie de conceptos adquiridos tras la lectura de aquellas exóticas novelas de Salgari, aquello de Sandokan y los tigres de Mompracem, etc. Y los piratas malayos debieron impresionarme mucho porque, aunque nunca los he visto, siempre he mantenido el recuerdo de, por ejemplo, su arma favorita, el kriss malayo, sus barcos (los ‘praos’)… y del tormento de ‘la gota malaya’.
Hoy traigo a colación esto de la gota malaya para hablar de política: de los partidos políticos. Si, porque los ‘nacionalistas’ actúan como una gota malaya. Y es que los malayos se aprovechaban del efecto acumulativo de una simple gota de agua cayendo siempre en el mismo sitio porque se convertía, después de unas horas, en el mayor de los tormentos. (Estos orientales son muy retorcidos, aquí hablariamos de las estalactitas y las estalagmitas…)
Pues bien, en política, yo distingo dos grandes líneas de pensamiento: la línea ideológica, por un lado, y la coyuntural-especulativa, por otro. La primera es clara, priva siempre una idea final, y todo se enfoca para conseguirla. La segunda también es clara, si explico lo que quiero decir: en ella priva prioritariamente el deseo de poder, la ambición… y los enfoques pueden ser cambiantes, según las circunstancias. Es decir, se busca acomodarse, sin una idea final fija.
Es decir, la diferencia es que el enfoque ideológico mantiene siempre su ‘hoja de ruta’, como la gotita esa de marras, mientras que el segundo, que es el que practican los partidos que, podemos llamar, ‘nacionales’, se acomoda al sol que más calienta y algunos, desgraciadamente, hacen lo que sea por su ambición al poder... incluso actuar como un pollo descabezado.
Un clarísimo ejemplo es lo que está sucediendo ahora, donde el ‘gobierno Frankenstein’ del sociata Pedro Sanchez (y sus mediocres ‘ministros y ministras’), está dando palos de ciego y cagándola, continuamente, con sus demagogias populistas y su ‘no saber estar’, obligado (se supone... salvo que sea, simplemente, un inconsciente) por los partidos que condicionan su permanecia en el poder, y cuyos ayatolas ideológicos siguen en sus trece, unos exigiendo pasarse la ley por el arco del triunfo, en busca de la soberanía, y otros, los podemitas, forzando presupuestos irracionales y ruinosos para convertir el estado en un estado populista, o forzando a que insultar a las instituciones no sea penado (es...‘libertad de expresión’), etc.
Y todos los días nos desayunamos con pequeñas
‘cesiones’, o petición de cesiones, que una a una parecen de poco peso,
pero que, en conjunto, es el tormento malayo. Como, por supuesto, se
practica el continuo chalaneo, arrimando el ascua a su sardina, con los
votos que se necesiten para aprobar algo en el Congreso y que 'el que está al mando' pueda seguir disfrutando de su status.... a costa de que lo que da de más a unos sale, naturalmente, de reducírselo a otros.
Así que creo firmemente en que va siendo hora de ser serios, de apelar a actuar con responsabilidad y sentido de estado y de que, en definitiva, los españolitos de a pie exijamos como fondo de la cuestión, atajar ‘el tormento’. Hoy leí un titular que me pareció muy certero: ‘no (hay que) acostumbrarse a lo intolerable’. Porque me parece que hemos perdido el norte. Y habrá que empezar a pensar en cómo recuperarlo.
Y yo pienso que a estas gotas malayas que, individualmente, aparentan significar poco pero que, en conjunto, van minando todo, solo se les puede vencer de dos formas: o destruyendo definitivamente el grifo… o con una clara hoja de ruta que vaya reconduciendo (o reconstruyendo) las situaciones ‘adquiridas’. O sea, como aquello de que no hay mejor cuña que la de la misma madera... con otra gota malaya. Y para esto último se necesita un gobierno fuerte e ‘ideológico’, con ideas muy claras, sin tentaciones de oportunismos coyuntural-especulativos que ponga palos en las ruedas, ... y que el problema es que habrá que sacar de alguna parte.
Porque, dando por no aconsejable, de entrada, el mazo para destruir los grifos, convengamos que habría que ‘re-ideologicalizar’ la política nacional, y empezar a recuperar el terreno perdido. (pero, desde luego, a los tíos que se desmadren habría que juzgarlos y, al amparo de la Ley, encarcelarlos, claro). Y la mejor estrategia es crear pactos de gobierno capaces de ir creando otras gotas malayas, e irlas aplicando.
Por ejemplo, los partidos ‘nacionales’ se deberán poner de acuerdo en que hay que devolver al Estado algunas competencias. Como la referente a la Educación de los ciudadanos, que evitaría 'felices ideas' de mindundis regionales. Y, por supuesto, las de Seguridad.
Y devolver al castellano su valor de ‘idioma nacional’, por lo que se acabó eso de aceptar las toponimias regionales, y diremos La Coruña, Gerona, Vitoria… y, claro está, Oviedo, que no Uvieu.
Y los funcionarios deberán tener la obligación de atender en castellano. Incluso prioritariamente. Y nada de publicaciones oficiales bilingües. Que estas cosas no son incompatibles con la protección de las lenguas vernáculas, y ‘los españoles’ tenemos pleno derecho a nuestra lengua común.
Y además, hay que pensar en que los partidos que no sean de ámbito nacional solo puedan participar en la política nacional desde una Cámara de Regiones, que podría ser el Senado.
Y, por supuesto, hay que aplicar de una puñetera vez estrictas leyes que nos defiendan de los desprecios públicos, y de las ofensas a los símbolos o instituciones que nos marca la Constitución, que la libertad de expresión debe terminar (en este caso…) donde empieza la libertad de los ciudadanos a que se honren convenientemente los símbolos que nos representan a todos.
Y a ver qué pasa con la gestión económica en cada región.
Y así, gota a gota… volveremos a crear una sólida estalagmita, y no depender de unas estalactitas colgadas del techo, que son los reinos de Taifas en que se quiere convertir nuestra nación… que acabarán rompiéndose... y rompiendo España.
Porque ya es hora de recuperar el ‘nacionalismo español’ pero como ideología racional y solidaria, respetuosa y protectora de las peculiaridades regionales, pero exigente en temas de interés general.
Y de tapar la boca, devolviéndoles sus mismas palabras, a quienes llaman, a esto, ‘ser facha’… por no aceptar sus principios excluyentes… que esto de que repitiendo una falsedad se llega a elevarla a dogma asumible por la opinión pública es otra de las gotas malayas de los ‘ideólogos a sueldo’.
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