domingo, 14 de enero de 2018

¿Y por qué no...?

Evidentemente no soy nada sospechoso de defender a los catalanes secesionistas, pero me hace gracia su enorme (y muy a menudo calenturienta) imaginación para intentar acceder al poder. Hay, en el fondo, una guerra de ocurrencias que sería un juego divertido, y de hecho te hace esbozar la sonrisa… si no fuera porque se está jugando con el futuro de nuestra nación.

Me recuerda, en cierto modo, lo atractivas que resultaban a la vista (por frescas e imaginativas) las campañas de Herri Batasuna… que supongo que las diseñarían así para enganchar a la juventud.

Porque qué son, sino ocurrencias pintorescas, algunas realmente surrealistas, los encajes de bolillos que se pretende hacer para conseguir que Puigdemont pueda ser erigido como presidente de la Generalidad catalana. Como en el fondo lo son, 'sensu contrario', el invento del concepto de Tabarnia, o el nombrar a Albert Boadella como su presidente en el exilio. O la broma esa de que lo que tenemos que hacer es que 45 millones de españoles declaremos la guerra a 2 millones de catalanes, al día siguiente rendirnos… y que, si tienen huevos, nos invadan.

Y ahora se están haciendo muchas cábalas (y muchas risas) sobre las posibilidades de la toma de posesión cibernética, incluso se habla de la holografía para el discurso programático, de debates en multiconferencia, de cómo no conculcar los derechos para la toma de posesión de sus prerrogativas de los parlamentarios encarcelados, o huidos, etc, etc.

Pero caramba, estamos en el siglo XXI, en la Era de las Comunicaciones, podría haber soluciones novedosas, porque a nadie le debería extrañar eso tan bonito de que ‘es hora de dejar de asfaltar los viejos caminos’. 

Y hay muchos ejemplos: hace tiempo que existen las comparecencias, en los juicios, por videoconferencia, es sabido que, en circunstancias especiales, se puedan tomar las decisiones más importantes desde la burbuja volante de un Air Force One o, por no alargarme, en una guerra el Alto Mando desarrolla sus estrategias no como (hasta Napoleón), desde una colina próxima, sino a miles y miles de kilómetros de distancia del teatro de operaciones… basados en un buen flujo de comunicaciones.
O bueno, sin ir más lejos, está reconocido, desde hace muchísimo, el matrimonio celebrado ‘por poderes’ ¿no?

Pero es que voy más allá: ¿Realmente nos creemos el paripé de los debates parlamentarios... incluso del propio Parlamento, donde se vota a la voz de mando del portavoz/jefe del Grupo de turno? Porque, en mi opinión, no son más que un juego que consiste en agudizar la dialéctica para quedar mejor que el contrincante… en el fondo para que el pueblo llano pueda pensar quien la tiene más larga. Y no digamos nada sobre lo de gobernar un pais ‘desde los despachos’ y lo de comunicarse ‘mediante el plasma’.

Y los argumentos para demostrar que Puigdemont solo puede ser investido si está presente ‘físicamente’ me parecen muy pobres: que hay que debatir y rebatir cara a cara (¿por aquello de ‘Míreme a los ojos’…?), que el candidato debe ‘presentarse’ en el hemiciclo, que el Reglamento no habla, en ningún caso, de poder intervenir por videoconferencia, que a la hora de votar solo está explicitamente aceptada la delegación en caso de baja por enfermedad grave o por maternidad/paternidad debidamente justificada, etc, etc.

Puras tonterías, en la Era de las Comunicaciones.

Yo le dejaría. Pero ojo, para mi lo importante no es esta anécdota, sino el hecho de haber dejado que se llegase a esta situación tan esperpéntica. Porque el imperio de la Ley debe prevalecer sobre todo interés partidista y, desde luego, sobre toda componenda, movimiento político estratégico, miedo escénico a aplicar estricta y justamente la ley ‘en el momento que se precise’, etc., etc. En las democracias avanzadas se tiene muy claro que los ciudadanos tienen derechos… y obligaciones. Y si pueden exigir los primeros… no es menos cierto que deben cumplir, y se les debe exigir cumplir estrictamente, las segundas. Vamos, lo de 'la letra con sangre entra', que se decía hace medio siglo...

Y que lo importante es que el Estado de Derecho vaya por delante, es decir que se anticipe y no vaya a remolque, y poniendo paños calientes para salir al paso de las incidencias y de las ‘ocurrencias’ de los ciudadanos o los partidos políticos opuestos. Y, en todo caso, que esos ‘paños calientes’, si tienen que quemar… quemen.

Entretanto, para acabar con una sonrisa, un bonito ‘meme’ de los que andan circulando estos días con motivo de la pretendida investidura del ínclito Puigdemont.

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