lunes, 8 de enero de 2018

Joie de vivre

O sea, alegría de vivir, que en francés queda más fino, o más poético. Porque (hoy me da por filosofar un poco) eso del ‘shua de vivr’ tiene una interesante trastienda poética… y mira, hoy me apetece hablar de ello y, además, es un bonito tema para iniciar un nuevo año.

Yo entiendo que lo de la alegria de vivir no tiene nada que ver con el ser feliz, o con la sonrisa, o la simpatía, o con pasarlo bien con tu familia, tener buenos amigos, llevarte bien con la gente, ni nada de eso. Es más bien, un sentimiento íntimo. Es como si tu mente (connio… ¿el avatar…?) vibrase en sintonía con las energías positivas y expresases (y no necesariamente ‘comunicases’) un estado de paz interior.

Porque la alegría de vivir no hace falta que se note, la llevas dentro, es tu patrimonio y solo si eres comunicativo por naturaleza podrás exteriorizarla a tus amigos, pero muy bien puedes ‘conservar tu tesoro’. En una palabra: se puede vivir solo, con tus pensamientos y tus sentimientos sobre lo que te rodea, en un estado de conciencia ‘en plenitud’: con alegría de vivir.

Hay muchos aspectos cuya potenciación se puede entender mejor desde la óptica de la alegría de vivir, como la autoestima, la salud y el bienestar emocional, la empatía, el control mental, el perfeccionamiento, etc, etc, pero yo me quedo con algo tan simple como el ‘estar en paz consigo mismo… y con el mundo’
Hombre, acabo de leer una definición 'canónica' interesante, que transcribo: «el término 'joie de vivre' se usa para expresar la pasión de vivir, sentir y experimentar. Es lo que nos motiva a levantarnos de la cama por las mañanas... y dicen que uno empieza a morir cuando pierde el joie de vivre.»

Me vale... Yo creo en la alegría de vivir. E intento practicarla. Y no perderla, pase lo que me pase, o tenga la edad que tenga. Mi receta es simple: procuro olvidar lo malo, y procuro dar un sentido positivo a todo lo que hago, pensando que puede servir para algo, o para alguien. O que, simplemente, esa ‘onda positiva’ que debe producir mi deseo pueda enriquecer el ‘plasma vital’ que nos rodea, donde se mueven nuestros avatares… y eso es bueno, y me alegra vivir pensando en ello.

O sea que, en resumen: o soy gilipollas, o soy demasiado bueno para este mundo. O a lo mejor es que en alguna reencarnación anterior fui instructor de boy scouts, y hoy me sale la vena del ‘buenismo’...

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