Y así me topé con un documento que había preparado, hace unos años, para mi hijo, cuando se iba a hacer cargo de la gestión de calidad de su empresa, que me pidió que le plantease los objetivos que, a mi juicio, tendría que alcanzar. Y di una alegría a mis neuronas recordando aquellos tiempos de consulting, cuando sacabas ‘el dedo de pontificar’ para exponer ideas ‘conceptuales’.
El documento empezaba diciendo esto:
Entendemos como Política de Calidad de nuestra Empresa...
- El hacer las cosas bien... y a la primera.
- Involucrándose, solidaria y responsablemente, todas las personas y Departamentos de la Empresa.
- Haciendo igualmente partícipes, y beneficiarios, de estas Políticas de Calidad a nuestros Clientes y Suministradores.
- En el Marco de una gestión del Negocio rentable y sostenible
- Observando las Normas y Directrices para la Protección Medioambiental
- Para, a través de todo, y en Mejora Continua, aspirar a la Excelencia.
Una pequeña ‘obra de arte’ conceptual, vamos.
El caso es que releyéndolo, aparte de que me entró un subidón de autoestima, me dió por reflexionar sobre mis propios objetivos vitales. Y llegué a la conclusión de que vale, soy un jubileta, me encanta practicar ‘il dolce far niente’, ya nunca uso corbata (que, de alguna manera, era parte de la imagen -el 'mono' de trabajo, vamos...- de los consultores de dirección)… pero mira, mentalmente me considero aún bastante activo.
Auto-examinándome, veo que, aparte de que, periódicamente, me esfuerzo en alimentar un par de Blogs personales, y frecuento activamente algunos foros de Linux, en general me mantengo muy permeable a las nuevas ideas, tengo, aún, una gran inquietud por aprender cosas nuevas o por perfeccionar el conocimiento (gran herramienta, internet y Google…), conservo un espíritu abierto a nuevas experiencias, o sensaciones… o sea que diría que, mentalmente, me considero aún muy 'joven'. O, al menos, con 'cerebro esponja'
Y estos son mis objetivos. Que no son mancos, ahora que ya voy camino de los 75 años. Solo diría que puedo parecer ‘políticamente incorrecto’ por dos cuestiones: una, porque no me gustan las tertulias de amigos y otra, porque he perdido la afición a la lectura de libros. Y es que ambas cosas me resultan muy cansinas, la gran mayoría de las veces acaban hastiándome… y tiendo a querer ir, sin más circunloquios, a las conclusiones del asunto. A lo mejor es deformación profesional... o comienzo de alzheimer, claro.
Así, respecto a las conversaciones con amigos… odio enrollarme (y que se enrollen), yo las cosas que quiero decir las digo en un par de minutos… Y lo mismo digo del uso del teléfono, claro...
Y respecto a los libros, lo dije alguna vez: yo estoy firmemente convencido de que una buena idea se tiene que poder expresar en muy pocas páginas. Hay que intentar ser ‘conceptual’. Pero claro, el editor de libros querrá un tocho de 500 páginas, para poder ponerle un precio interesante… y el autor se ve obligado a introducir rollos patateros para cumplirlo. Así que para ellos…
Además, esto también lo tengo claro: Gutemberg creó la imprenta a mediados del siglo XV… y caramba, ya es hora de pensar en sustituir los libros, como paradigma de cultura, por los medios audiovisuales… evidentemente sin llegar a los extremismos de la película Fahrenheit 451.
En fin, acabo, que me parece que me estoy liando. Remato el tema: yo también tengo mis objetivos… y entre ellos está, prioritariamente, el aferrarme a que, (claro que, como todo el mundo, con mis defectos y mis virtudes), aún me conservo... ‘vivo’.
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