Hace unos pocos días, zapeando en la tele, me topé con una de las pelis de la serie ‘Torrente, el brazo tonto de la Ley’ y me quedé con una frase del sin par protagonista, que se me antojó una premonición: decía que los americanos 'eran más bien rarillos, ahora tenían un presidente negro… y solo les faltaba que el siguiente fuese una mujer.
Y, verdaderamente, casi resultó ser premonitoria. Porque la victoria de Donald Trump, sobre ‘Hilaria’ Clinton, en las elecciones presidenciales de EE.UU de ayer (‘el martes, entre el 2 y el 8 de noviembre, de los años bisiestos’) fue contra todo pronóstico. O, al menos, en contra de lo que decían todas las encuestas (que, como casi siempre, se lucieron) y todos los augurios de quienes criticaban ferozmente los malos modos del candidato republicano.
Por cierto, qué distintos son los americanos: ahí, la derechona resulta que es el partido rojo, y republicano.
El caso es que, quizás por ser derechona, y sobre todo por ser ‘políticamente incorrecto’ en sus discursos, Trump ha aparecido en los medios españoles como un populista trasnochado, xenófobo, machista, ineducado y arribista, que hundiría no ya su pais, sino la economía mundial, dado el liderazgo de esa nación. Poco menos que ‘el anticristo’, vamos.
Pero, al parecer, esto no es lo que piensa el pueblo americano....
Ahora pongámonos serios: ¿Por qué ha ganado Trump? Pues para mi, en primer lugar, porque los americanos han desconfiado mucho de Hilary Clinton. Hilaria es una persona lista, incluso brillante, pero con muchos claroscuros: de entrada, es genuina representante del stablishment, de la ‘casta’ política. De la que el pueblo llano, emergiendo de una gran crisis, está harta. Y es maniobrera, al parecer bastante ‘caprichosa’, poco simpática, y débil, incluso físicamente (tuvo que ralentizar varios días su campaña por problemas de salud). Y con algún escándalo de difusión, o poca salvaguarda, de secretos de estado (los famosos emails). Y, el lobbie Clinton, acusado de enriquecerse mediante corruptelas. Poco fiable, en suma. Un ejemplo final que quizás la retrata: leo en un titular de la prensa... ‘Clinton no da la cara y no reconoce públicamente su derrota’.
En cambio Donald Trump es un típico ‘macho alfa’. Emprendedor, no político, es populista, extrovertido y sin pelos en la lengua. Fué muy criticado... pero a los machos alfa se les perdona bastante fácilmente sus excesos en las formas. Y además (y esto debe ser motivo de análisis psicológico) el ser humano (que para eso somos animales, aunque (decimos que…) racionales) tiene clara tendencia a dejarse ser conducidos por un macho alfa, o lider de la manada. Típico macho alfa fue, por ejemplo, el mítico (para los americanos) presidente J.F. Kennedy.
Y, además, supo tocar las cuerdas sensibles de la 'mass media', y la ‘américa profunda’. O sea, del americano blanco, currante, y de clase media. Que durante la época de Barack Obama sí que salió de una crisis, pero sacrificándose, y también percibiendo que su orgullo nacional (que los americanos, y ello les honra, lo tienen muy exacerbado) quedaba en entredicho, por decisiones geopolíticas poco brillantes, o quizás con más ganas de 'contemporizar' que de imponer su criterio. Cosa que suele ser síntoma de bajo liderazgo.
Y aquí esta Donald como 45º Presidente de los EE.UU de América. De momento, como entiendo no debía ser menos, ha bajado el listón de sus peroratas y su primer discurso ha sido ‘de estado’, apelando a la conciliación, etc. Ahora será investido (en enero) y le tocará pelearse con el mundo: con otros machos alfa, como Putin, o hembras alfa, como Angela Merkel, con el problema del integrismo en el mundo occidental, con la propia Unión Europea, y su economía, con sus problemas internos de inmigración, con sus promesas electorales, con la OTAN, etc, etc. A ver por donde sale… y lo que le dejan.
Porque yo tengo una cosa clara: que no se va a desmadrar, como propugnaba electoreramente estos días atrás. Porque los intereses del mundo occidental, de Israel y los lobbies judíos, de las grandes corporaciones económicas y financieras, de grupos sociales de peso, etc, etc no van a peligrar. Creo que los Servicios Secretos tienen medios suficientes como para ‘ahormar’ al más pintado.
Lo que sí le quedará es empezar a marcar y ganar su territorio: porque en un entorno de ‘machos alfa’ se le enseñarán los dientes al novato que irrumpa… para tratar de colocarlo en un sitio donde no moleste. Así que nos esperan unos primeros meses de escaramuzas con los Putin, los chinos, los europeos, etc, etc. Y a ver si pronto se aposentan y el mundo sigue avanzando… en paz.
Que así sea ¿no?
(Aunque, como dice Alfonso Ussía, se ha perdido la oportunidad de ver instaurarse la figura del 'First Man' en sustitución de la tradicional 'First Lady' que tanto 'secundario protagonismo' tiene en los EE.UU. Ahí es nada, ver a un ex-Presidente, Bill Clinton, actuando en un discreto segundo término y visitando instituciones benéficas mientras su esposa, la Señora Presidenta, despacha con el mandatario de turno. Hubiese sido una sutil venganza, tras el 'affaire' Mónica Lewinsky...)
Pero quiero añadir un apunte final: la frase de aceptación de la derrota por parte de Barack Obama... que dignifica a un pueblo: "ya no es hora de pensar si somos demócratas, o somos republicanos: es hora de pensar que somos americanos"
Como en España, vamos...
(Post Scriptum: pues, al parecer, como en España: al final, el traspaso de poderes está siendo todo menos modélico: manifestaciones de la 'izquierda' rechazando la presidencia de Trump (o sea, negando la legitimidad de los votos de sus partidarios), guerra sucia de espionaje y escándalos, no cortada por el 'Presidente en funciones'... Me temo que el radicalismo se ha enseñoreado del mundo...)
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