Hoy me llegó un artículo, de un tal Javier Jové Sandoval, abogado y ‘comunicador social’, que preside un movimiento de perfil liberal dedicado a promover libertades civiles, que se llama ‘El Club de los Viernes’, en el que ponía los puntos sobre las ies sobre la pretendida cooficialidad, en Asturias, del bable.
Y como comulgo absolutamente con sus ideas, y además además me gusta que salte a la palestra gente ‘liberal de orden’ (que no ‘progreta’)… le voy a rendir un homenaje, resumiéndolo aquí.
Porque… ¿qué nubes amenazadoras se ciernen sobre la cabeza de los asturianos, si se lleva a cabo, como se propugna en ciertos círculos políticos (estos si, ‘progretas’… o interesados y, lo que es peor, en el poder), esta co-oficialidad del bable…?
Pues el amigo Javier Jové las concreta, resumidamente, así:
Y como comulgo absolutamente con sus ideas, y además además me gusta que salte a la palestra gente ‘liberal de orden’ (que no ‘progreta’)… le voy a rendir un homenaje, resumiéndolo aquí.
Porque… ¿qué nubes amenazadoras se ciernen sobre la cabeza de los asturianos, si se lleva a cabo, como se propugna en ciertos círculos políticos (estos si, ‘progretas’… o interesados y, lo que es peor, en el poder), esta co-oficialidad del bable…?
Pues el amigo Javier Jové las concreta, resumidamente, así:
1- Perderemos libertad lingüistica, una cosa es que tengamos la libertad de poder expresarnos en bable (o mejor, en ‘asturianu’) y otra el que se nos obligue a estudiarlo, e incluso a hablarlo forzadamente.
2- El bable perderá su identidad natural, y peculiar de cada zona, se destruirán las distintas modalidades y se crearía un ‘bable de laboratorio’ (como pasó con los distintos vascuences, respecto al 'euskera batúa' actual)
3- Es una decisión meramente política, y los políticos son especialistas en crear nuevas, e inútiles, necesidades, basándose en querer ‘pasar a la historia’, o en obtener algún rédito electoral. Aquí todos hablamos español y no hay ningún déficil de comunicación social, ni necesitamos tener que aprender otra lengua propia.
2- El bable perderá su identidad natural, y peculiar de cada zona, se destruirán las distintas modalidades y se crearía un ‘bable de laboratorio’ (como pasó con los distintos vascuences, respecto al 'euskera batúa' actual)
3- Es una decisión meramente política, y los políticos son especialistas en crear nuevas, e inútiles, necesidades, basándose en querer ‘pasar a la historia’, o en obtener algún rédito electoral. Aquí todos hablamos español y no hay ningún déficil de comunicación social, ni necesitamos tener que aprender otra lengua propia.
Es más, favorecerá la incomunicación, más que la comunicación.
4- Es una zancadilla para el futuro laboral de nuestros hijos, que tendrán que dedicar parte de su tiempo a potenciar competencias irrelevantes.
5- Se incrementará, por supuesto, el gasto público (profesores especializados, traductores, cursillos de adaptación del funcionariado, publicaciones bilingües…) lo que, indefectiblemente, conducirá a una nueva subida de impuestos.
6- Los servicios públicos tenderán a deteriorarse, porque el que el conocimiento del bable llegue a ser un mérito valorable y, sobre todo, el que llegue a ser una exigencia para ocupar un puesto de trabajo, puede limitar la captación de buenos profesionales. En el fondo, tenderíamos a la ‘autarquía’ o, lo que es lo mismo, a tener que conformarnos con lo que nos ofrezca el propio ‘mercado doméstico’.
7- También será malo, en general, para la economía regional: cada vez es más necesario atraer talentos e inversiones a Asturias… pero no pocos buenos profesionales podrían dudar venir a Asturias si, por ejemplo, sus hijos han de integrarse a unos planes de estudios que les obliguen a incorporarse al bable, ya avanzada su escolarización.
8- Y puede ser fuente de tensiones sociales: a partir de la co-oficialidad, puede haber asturianos de primera, y de segunda: los que saben, y los que no. Los que acceden a determinados puestos, y los que no. Solo faltaría que a los excluidos se les empezase a llamar el equivalente a ‘maketos’ o ‘charnergos’.
9- Es radicalmente contrario a la esencia de ‘la asturianía’, que se sustenta en un profundo amor a nuestra patria común y en el sentimiento de ser “la cuna de España”. Porque (concluye Javier Jové) la petición de co-oficialidad acoge a grupos radicales de extrema izquierda y nacionalistas de clara inclinación xenófoba que tienen el mismo proyecto político que los filoetarras de Bildu, los anticapitalistas de las CUP y los secesionistas de ERC.
Pero... lo tantas veces dicho: Asturias es España, y lo demás tierra conquistada.
4- Es una zancadilla para el futuro laboral de nuestros hijos, que tendrán que dedicar parte de su tiempo a potenciar competencias irrelevantes.
5- Se incrementará, por supuesto, el gasto público (profesores especializados, traductores, cursillos de adaptación del funcionariado, publicaciones bilingües…) lo que, indefectiblemente, conducirá a una nueva subida de impuestos.
6- Los servicios públicos tenderán a deteriorarse, porque el que el conocimiento del bable llegue a ser un mérito valorable y, sobre todo, el que llegue a ser una exigencia para ocupar un puesto de trabajo, puede limitar la captación de buenos profesionales. En el fondo, tenderíamos a la ‘autarquía’ o, lo que es lo mismo, a tener que conformarnos con lo que nos ofrezca el propio ‘mercado doméstico’.
7- También será malo, en general, para la economía regional: cada vez es más necesario atraer talentos e inversiones a Asturias… pero no pocos buenos profesionales podrían dudar venir a Asturias si, por ejemplo, sus hijos han de integrarse a unos planes de estudios que les obliguen a incorporarse al bable, ya avanzada su escolarización.
8- Y puede ser fuente de tensiones sociales: a partir de la co-oficialidad, puede haber asturianos de primera, y de segunda: los que saben, y los que no. Los que acceden a determinados puestos, y los que no. Solo faltaría que a los excluidos se les empezase a llamar el equivalente a ‘maketos’ o ‘charnergos’.
9- Es radicalmente contrario a la esencia de ‘la asturianía’, que se sustenta en un profundo amor a nuestra patria común y en el sentimiento de ser “la cuna de España”. Porque (concluye Javier Jové) la petición de co-oficialidad acoge a grupos radicales de extrema izquierda y nacionalistas de clara inclinación xenófoba que tienen el mismo proyecto político que los filoetarras de Bildu, los anticapitalistas de las CUP y los secesionistas de ERC.
Pero... lo tantas veces dicho: Asturias es España, y lo demás tierra conquistada.
Total, que nos van a tocar las narices. Con lo bonito que es entendernos en ese ‘asturianu’ entrañable, que todos conocemos, cuyos giros usamos coloquialmente, aquello de un simple ¿Visti, ho…? o un ‘paeces fatu’… sin mayores historias.
Y sobre todo, sin caer en lo patéticamente paleto. No puedo dejar de mencionarlo: a veces, en la TV autonómica, nos transmiten los partidos de fútbol ‘en bable’. Y, para ser ‘politicamente correctos’, a los centrocampistas les llaman… ‘centrupradistas’... muy en la línea de aquello de que 'campo magnético' en bable, sería 'prau qu'atrapa'.
Menudo ‘beibol’ se nos avecina...
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