Osea, 'estos romanos
están locos', frase típica de las aventuras de Asterix y Obelix
que, parece mentira cómo pasa el tiempo, se empezaron a publicar en ¡1961…! Y como uno era,
entonces, un joven seguidor de estos 'comics' (o 'cultos comics', por matizarlo) que incluso se los compraba, antes de que
saliese la versión en español, en la vecina Francia, se me quedó grabada la frase.
Y es que hoy me apetece hablar del legado de los romanos y en particular, como estamos iniciando un año bisiesto (lagarto, lagarto... dicen que son gafes), voy a hacerlo sobre el origen del concepto de 'bisiesto', y del
calendario... que tiene su miga.
Para empezar, calendario viene de 'calenda' o 'kalenda'. Los romanos
llamaban calendas a los primeros días de cada mes. Y, por cierto, los
mediados de mes eran los 'idus', de los cuales, particularmente, los días 15 de marzo,
mayo, julio y octubre eran días 'de buenos
augurios'. No para Julio Cesar, claro.
Y hablando de Gaius Iulius Caesar, fue quien impuso el calendario juliano (en el 46 a.C) sobre el viejo calendario 'romano', que comenzaba en primavera, o sea que el primer mes era marzo.
Esto era porque el 1º de marzo coincidía con el día en que Sirius asomaba, anualmente, en la línea del horizonte egipcio. De aquí se podría derivar hacia aspectos muy interesantes, pero no es momento de tocar temas esotéricos. El caso es que, como los romanos eran muy conquistadores, el primer mes lo dedicaron a Mars (Marte), su dios de la guerra, abril ('aprilis') era cuando empezaba a abrirse la
Naturaleza, mayo (maius) estaba dedicado a Maia, diosa de la
fertilidad, etc, etc. Bonito ¡no?
Nosotros nos regimos, ahora, por el calendario 'gregoriano', y el año empieza en enero, como ya había instaurado Julio Cesar que, curiosamente, mantuvo los nombres de los meses e incluso conservó los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre con el nombre de los antiguos meses 'séptimo, octavo, noveno y décimo'... cuando corresponden del 9 al 12. El calendario gregoriano solo fue un ajuste de fechas, por ejemplo, en el año del cambio (en España en 1582) el día siguiente al juliano 4 de octubre fue el gregoriano viernes 15 de octubre. Por cierto, su incorporación fue paulatina y, por ejemplo, en Francia se instauró casi un siglo más tarde y en Inglaterra (y sus colonias)... en 1752.
Nosotros nos regimos, ahora, por el calendario 'gregoriano', y el año empieza en enero, como ya había instaurado Julio Cesar que, curiosamente, mantuvo los nombres de los meses e incluso conservó los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre con el nombre de los antiguos meses 'séptimo, octavo, noveno y décimo'... cuando corresponden del 9 al 12. El calendario gregoriano solo fue un ajuste de fechas, por ejemplo, en el año del cambio (en España en 1582) el día siguiente al juliano 4 de octubre fue el gregoriano viernes 15 de octubre. Por cierto, su incorporación fue paulatina y, por ejemplo, en Francia se instauró casi un siglo más tarde y en Inglaterra (y sus colonias)... en 1752.
Y ahora hablemos del 'invento del bisiesto'. No de lo de la sincronía con el Sol (porque pronto se supo que, cada 4 años, Sirius aparecía un día más tarde en el horizonte egipcio), sino de lo de la palabra 'bisiesto'. Por eso decía que los romanos estaban algo locos. Porque,
conocido que cada cuatro años debía añadirse un día más (al
último mes, o sea, a febrero, que tenía 28 días), su primera ocurrencia fue añadirlo
no a fin de mes, sino al día 24.
Pero, y esta es otra,
nuestros amigos romanos contaban los días finales del mes por su
distancia a la próxima kalenda, ésta incluida, y el 24 era… el
'ante diem sextum kalendas martias'. Y
entonces, cada 4 años, al añadir un día para ajustar el calendario, lo repetían, y ese día era el 'ante diem bis sextum kalendas
martias'. O sea, el 6º bis, o 'bis
sextum'… y de ahí 'bisiesto'.
Curioso... pero un poco de locos ¿no?
(Por
cierto, yo creo que sería mucha menos locura el usar
años de 13 meses, iguales,
de 4 semanas cada uno (364 días) y dejar un día
(o dos, los bisiestos) 'pour les employés' o
sea, festivos, como Día/s
de Fin de Año, o de
Bienvenida al Año Nuevo… y nos dejábamos de líos de meses de 30,
31 y 28 o 29 días).
Así
se podría definir que todo
el mundo dispusiese de ¡6
semanas…! Al año de
vacaciones, a repartir durante el
mismo (por ejemplo, una en Navidad, otra en primavera, tres en verano
y una en otoño, se mejoraría
la productividad al trabajarse 11,5 meses (46 semanas, o sea 1.840
horas al año), se cobrarían 13 pagas (más las extras…), etc.,
etc
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