Todavía recuerdo los tiempos (tampoco tan alejados) en que, por estas fechas, todo el mundo al llegar la Navidad, nos escribíamos Christmas (en cristiano, ‘felicitaciones navideñas’) que incluso, en ocasiones, se mandaban imprimir personalizados, con alguna singular foto familiar. Luego se ponían en los estantes de la librería, o en el árbol de navidad… y hasta nos preocupábamos en contestar, con otro, a quien nos lo había mandado.
O tempora, o mores… yo creo que estas cosas pasaron a mejor vida, sustituidos primero por la llamada telefónica ‘oficial’, luego cada uno llamando por su móvil a quien quería… y ahora con el WhatsApp… aunque éste pronto ha derivado a ser, casi exclusivamente, el vehículo de muchos pesadísimos ‘guasapazos’ con el chistecito o la gracieta de moda, que ha originado la necesidad de tener que silenciar a alguno/a de nuestros contactos, que parece que esto de los whatsapps crea una gran adicción, muchas veces inoportuna e impertinente, porque en mi casa se han recibido whatsapps desde las 7:40 de la mañana hasta las 12 y pico de la noche y hombre, un poco de respeto ¿no?
Pero volviendo a la Navidad, ya no es, externamente, lo que era (porque internamente, si que sigue siendo una gran ocasión para reunirnos la familia y regalarnos, con cariño, cosas), ya no hay villancicos por las calles, cada vez se prohíben más las exposiciones públicas de belenes y se está en la idea de que hay que ser laicos, que yo diría que algunos lo confunden, claramente, con querer ser... anti-signos cristianos. Por eso yo sigo con la idea de que en España hay un gran déficil democrático y aquí predomina no el respeto a la pluralidad, sino el frentismo. Y un gran déficit cultural, porque aquí cada vez hay más borregos. Y esto tendría que arreglarse… no se cómo.
Pero no vamos a hablar de ello ahora que estamos llegando a estas fechas, que tendrían que dedicarse, en exclusiva, a reivindicar aquella frase evocadora de estas fechas, y que seguro que ya recuerdan muy pocos:
Aunque me temo que, antes bien, habrá de todo. Así que, con esta sensación, me apetece mandarme este Christmas
O tempora, o mores… yo creo que estas cosas pasaron a mejor vida, sustituidos primero por la llamada telefónica ‘oficial’, luego cada uno llamando por su móvil a quien quería… y ahora con el WhatsApp… aunque éste pronto ha derivado a ser, casi exclusivamente, el vehículo de muchos pesadísimos ‘guasapazos’ con el chistecito o la gracieta de moda, que ha originado la necesidad de tener que silenciar a alguno/a de nuestros contactos, que parece que esto de los whatsapps crea una gran adicción, muchas veces inoportuna e impertinente, porque en mi casa se han recibido whatsapps desde las 7:40 de la mañana hasta las 12 y pico de la noche y hombre, un poco de respeto ¿no?
Pero volviendo a la Navidad, ya no es, externamente, lo que era (porque internamente, si que sigue siendo una gran ocasión para reunirnos la familia y regalarnos, con cariño, cosas), ya no hay villancicos por las calles, cada vez se prohíben más las exposiciones públicas de belenes y se está en la idea de que hay que ser laicos, que yo diría que algunos lo confunden, claramente, con querer ser... anti-signos cristianos. Por eso yo sigo con la idea de que en España hay un gran déficil democrático y aquí predomina no el respeto a la pluralidad, sino el frentismo. Y un gran déficit cultural, porque aquí cada vez hay más borregos. Y esto tendría que arreglarse… no se cómo.
Pero no vamos a hablar de ello ahora que estamos llegando a estas fechas, que tendrían que dedicarse, en exclusiva, a reivindicar aquella frase evocadora de estas fechas, y que seguro que ya recuerdan muy pocos:
‘Paz (en la Tierra) a los hombres de buena voluntad’
Aunque me temo que, antes bien, habrá de todo. Así que, con esta sensación, me apetece mandarme este Christmas
Viejo... pero sin duda vigente. Así que lo dicho: paz y felicidad para toda la gente que tenga, o quiera tener, buena voluntad. Lo merecemos.
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